[Libro] Conviértase en brujo…
Ante todo, disculpad porque últimamente no puedo estar mucho por el blog y apenas contesto comentarios. Las circunstancias pueden conmigo. Pero tranquilos, que todavía tenéis historias de la ciencia para rato.
Georges Charpak es Premio Nobel de Física de 1992 y miembro del CERN, y Henri Broch es profesor de Física de la Universidad de Niza-Sophia Antipolis donde se dedica, entre otras cosas a desenmascarar fenómenos paranormales. Ambos son los autores del libro que os quiero comentar hoy y dicen que si aprendemos a engañar a los demás estaremos mejor preparados para descubrir a los que nos quieren engañar. Para ello, dan un repaso a las diferentes formas de supersticiones, fenómenos paranormales desenmascarándolos de forma tajante.
Explican cómo los medios de comunicación dan alarmas sobre si hay radiación en determinadas situaciones cuando el escape tiene una intensidad menor que la que existe de forma natural. Todo ello acompañándolo con una lección sobre radiación y dosimetría (un tema del que nunca he hablado y que puede que haga en un futuro artículo).
Pero lo que ataca, sobre todo, es a la pseudociencia, como por ejemplo, la astrología. En una ocasión pidieron a un montón de estudiantes que dieran sus nombres y apellidos, fecha y hora de nacimiento y tema de su último sueño. Todo ello escrito a mano. Se trataba de inducir la idea de que se les iba a hacer una carta astral a través de las coordenadas del nacimiento, análisis grafológico, etc.
Una semana más tarde se entregó a cada uno de los participantes una carta personalizada de su carácter a todos ellos. El texto finalizaba con la pregunta: ¿En qué grado piensas que esta descripción se ajusta bien a ti? Y había al lado unas casillas con las opciones «Excelente», «Bueno», «Bastante Bueno», «Bastante Malo», «Malo», «Falso».
El 69% de los estudiantes consideraron que era «Excelente», «Buena» o «Bastante Buena». Pero ¡ay!, los estudiantes desconocían que todas las cartas eran estrictamente idénticas: todos los participantes habían recibido el mismo texto.
Este tipo de experimentos ya había sido hecho en 1948 por el psicólogo Bertram Forer. Esto corrobora, una vez más, el Efecto Forer (el libro lo llama «efecto pozo»). Puede resumirse así: cuanto más vago es un discurso, más pueden identificarse con él las personas que lo escuchan. Pensad en la frase: A veces, usted forma parte de los fuertes. Cada lector lo interpretará a su manera: uno dirá «soy fuerte en inglés», otro dirá «soy fuerte en bricolaje», otro dirá «mis músculos son fuertes», etc. El libro da más ejemplos:
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Necesita que los demás le quieran y admiren, pero puede ser crítico consigo mismo.
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Aunque tenga ciertas debilidades de carácter, generalmente es capaz de compensarlas.
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Posee considerables capacidades no empleadas que no ha utilizado en su propio beneficio.
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Algunas de sus aspiraciones tienden a ser poco realistas.
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Es disciplinado y demuestra autocontrol exteriormente, pero tiene tendencias a ser inquieto e inseguro interiormente.
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A veces tiene serias dudas si ha tomado la decisión correcta.
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Prefiere un poco de cambio y variedad, y no está satisfecho cuando se encuentra bloqueado por restricciones o limitaciones.
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Unas veces es extrovertido, afable y sociable, en cambio otras veces es introvertido, prudente y reservado.
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Se siente orgulloso de sí mismo como pensador independiente y no acepta las declaraciones de los demás sin pruebas suficientes.
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Considera imprudente ser demasiado sincero mostrándose tal como es a los demás.
Todas estas frases son lo suficientemente vagas como para que cualquier persona se sienta identificada con ellas y pueden formar parte de cualquier carta astral. Este efecto explica, en gran medida, el éxito de los horóscopos.
El efecto Forer no sólo está en el campo de la astrología. También en la política tenemos cosas así. Si estáis interesados, aquí os dejo el enlace.
En todas las creencias interviene a menudo lo que podríamos llamar «la experiencia personal». Cualquier argumento racional tropieza sistemáticamente con una respuesta de este tipo. «Pero no puede usted decirme que no existe, porque yo lo he vivido», «yo lo he visto», «yo lo he sentido», «yo lo he percibido», etc.
¿Cómo hacer comprender a una persona que su experiencia no constituye una prueba? Si alguien afirma que el día anterior fue su día de suerte porque ganó el gordo de la lotería, sería difícil persuadirle de que ese día no tenía nada de particular antes de que se enterara de la buena noticia.
La experiencia personal no es una prueba por diversas razones. La principal es que lo que decimos sobre nuestra experiencia es, con mucha frecuencia, subjetivo. Incluso una experiencia que parece concreta se describe de forma subjetiva. Por ejemplo, si os pido que recordéis la escena de cómo estabais bebiendo el último vaso de agua antes de leer este artículo, ¿qué veis? (pensadlo antes de continuar leyendo).
La mayoría de vosotros habrá pensado en una persona bebiendo agua de un vaso: ¡os veis a vosotros mismos bebiendo!. Pero el recuerdo real es sólo la visión del vaso, de la mano y del agua; no de una persona (que representa que sois vosotros) bebiendo un vaso de agua. Ese recuerdo es, por tanto, es subjetivo.
Otros fenómenos aparentemente asombrosos pueden explicarse perfectamente por un cálculo estadístico. Imaginaos que hay un programa de TV en el que sale un médium que afirma que es capaz de fundir bombillas. Explican que encendáis 5 o 6 bombillas durante una hora o más y que si a alguien se le funden, llame por teléfono. Empieza a haber llamadas y rápidamente se piensa que el médium tiene poderes paranormales.
Supongamos que es un programa de mucha audiencia y que logramos tener unos 2 millones de bombillas encendidas durante una hora con personas que están viendo el programa (400.000 personas con 5 bombillas cada una). La duración media de una bombilla incandescente es de 1000 horas. De forma aleatoria tendremos 2000 bombillas con 1 hora de vida, otras 2000 con 2 horas de vida, otras 2000 con 3 horas de vida, …, 2000 con 999 horas de vida y 2000 con 1000 horas de vida. Si el programa dura una hora, estas últimas 2000 serán las que se fundan. O sea, que por puro azar se fundirán unas 2000 bombillas durante la emisión.
Otro ejemplo explicable con estadísticas. Son las 6.04 horas de la mañana y piensas en un familiar lejano al que no has visto durante años y que está en el extranjero. Suena el teléfono a las 6.08 y te dicen que ese familiar ha fallecido. ¿Premonición? Dejo este detalle para que lo leáis del propio libro.
Uno de los mejores atributos del cerebro humano es su capacidad altamente desarrollada para reconocer una trama en lo que nos rodea y buscarle después un significado. Intentamos comprender su entorno y eventualmente adaptarnos a él, para lo cual es esencial esta habilidad de detección de tramas. Esto muestra indudablemente nuestra gran agilidad intelectual. El problema es que no sabemos inhibir esta facultad. Nuestro cerebro persiste en la idea de buscar una trama, un significado y un sentido incluso donde no hay ninguno. Y entonces cometemos graves errores.
El 12 de julio de 2001 se realizó una de las últimas pruebas del Prix-Défi internacional de los 200.000 euros que ofrecía ese premio a cualquier persona que pudiera demostrar un fenómeno paranormal, fuera el que fuera. Hubo un candidato que dijo que detectaba agua fácilmente con una varilla zahorí. La prueba se la hicieron en el césped del Campus de la Facultad de Ciencias de Niza.
Con la ayuda de su varilla, el zahorí definió una amplia superficie en la que no había, según él, ninguna fuente subterránea capaz de interferir con el experimento. Se puso una toma de agua suficientemente lejana (para que no interfiriera) que traía agua a través de una tubería. Dicha tubería se dividía en otras 10 que tenían una válvula. Cuando la válvula se abría, el agua pasaba, cuando estaba cerrada, no pasaba agua. Os muestro un esquema:
Los tubos estaban separados 12 cm, cuando el zahorí decía que le bastaba 1 cm de separación. Tenía que decir, con la ayuda de su varilla, el número de la tubería por la que pasaba agua. La prueba se realizó 20 veces y la varilla marcó perfectamente una tubería cada vez. ¿Sabéis cuántas veces acertó? Dos veces. Dos sobre veinte es lo que da el azar: el azar más completo y el fracaso más absoluto.
– Y sin embargo, les aseguro que esto funciona -dijo- yo detecto agua. ¡Miren! ¡Observen el tubo de llegada por el que circula el agua! Cierro los ojos, cierro realmente los ojos…
Cerró los ojos, avanzó con la varilla y, con un movimiento brusco, dicha varilla giró entre sus manos señalando, efectivamente, el lugar preciso donde se encontraba el tubo de llegada de agua en el suelo.
– ¡Bien! ¿Puede volver a empezar?
Cerró los ojos, avanzó y la varilla, con un movimiento brusco, señaló el preciso lugar donde se encontraba el tubo anteriormente. Solo que esta vez, sin que se hubiera dado cuenta, los científicos le habían desplazado el tubo.
Más tarde, aconsejado por los investigadores, el zahorí realizó una prueba con un miembro de su familia. Una prueba simple: un solo tubo en el que sólo debía detectar con su varilla si el agua estaba circulando o no. Un pariente abría o cerraba el grifo. Los cien intentos que se realizaron no pusieron de manifiesto ninguna aptitud de detección de agua por medio de la varilla.
Habla de lo que llama el «efecto biestándar». Por ejemplo, a la pregunta «La garantía de la ciencia a favor de lo paranormal, ¿constituiría un argumento de peso a su favor?» Sin duda, se obtendría un sí categórico. Pero ahora planteamos la segunda pregunta: «Si la ciencia rechazara lo paranormal, ¿disminuiría su adhesión a ello?» Y obtendremos un no también casi unánime. Es como cuando uno presenta la solicitud de adhesión a un club: si la acepta, es un buen club; si la rechaza es un mal club.
Esta ambigüedad doble estándar aparece mucho entre los partidarios de las pseudociencias y las medicinas llamadas «alternativas».
También es gracioso ver cómo la telequinesia ha bajado de capacidad para mover pesos con el tiempo. Se supone que el maná desplazó hace varios siglos las estatuas de la isla de Pascua. En el año 1850 este mismo poder era capaz de mover masas pesadas, es decir, un centenar de kilos. Unas décadas más tarde, eran los duendes traviesos, los espíritus golpeadores que se dedicaban a cacerolas y utensilios de cocina de un kilo de peso. Actualmente, cuando los médiums se concentran mucho, con este poder, dicen poder desplazar un ínfimo pedazo de papel de aproximadamente un gramo.
Resumiendo: el fenómeno ha decrecido en un factor un millón a lo largo del tiempo.
El ser creyente en este tipo de cosas no es propiedad privada de los no científicos. En cierta ocasión, una persona que preparaba sus oposiciones a Ciencias Físicas preguntó durante una comida a ocho colegas si creían en lo paranormal. De sus ocho colegas uno visitaba regularmente a un magnetizador, lo cual sólo sorprendió a uno de los otros; tres creían en la telequinesia; cuatro pensaban que ciertos fenómenos siempre serán inexplicables y no creían poder disociar ciertos fenómenos de conceptos como «alma» o «Dios»; y todos sin excepción creían en la telepatía.
Y añadía que es «imposible discutir sobre la credibilidad de estos fenómenos sin ofender profundamente a los creyentes en cuestión».
También habla de los que predicen el futuro. En cierta ocasión, un adivino juró sobre su propia cabeza a uno de los cuatro hijos de un noble mongol llamado Darah, enamorado de la astrología, que llevaría la corona. Ante la sorpresa por tamaña temeridad, el astrólogo declaró: «Una de dos, o Darah subirá al trono y yo haré fortuna, o será vencido y después asesinado, con lo cual no tendré nada que temer de él».
Y tampoco debe olvidarse que la falibilidad permanente es muy improbable. Nadie tiene el privilegio de equivocarse siempre. Tan poco probable es acertar siempre como equivocarse siempre. Así que: predecid cosas, porque alguna seguro que acertaréis. Lo contrario sería lo sorprendente.
En fin, el derecho a soñar sólo adquiere todo su valor si se acompaña del derecho a la lucidez.
Libro interesante, divertido, ameno y muy explicativo.
Título: «Conviértase en brujo, conviértase en sabio»
Autores: Georges Charpak y Henri Broch
Otras lecturas:
http://blogs.elcorreodigital.com/magonia/2003/7/15/la-sabiduria-los-brujos
http://digital.el-esceptico.org/leer.php?id=1672&autor=245&tema=129
http://www.tauzero.org/tag/
El día 21 de junio de 2009 a las 00:01
Excelente artículo. Muy curioso (y triste) el enlace sobre el efecto Forer aplicado a la política…
El día 21 de junio de 2009 a las 00:58
Yo no creo en los horóscopos porque sólo me aciertan las cosas malas. Las cosas buenas nunca se me cumplen Si acertaran lo bueno si creería en ellos. 😉
Bueno en serio…. Soy medio vidente y me parece estar viendo algo… Veo que van a aumentar las visitas a tu páginas durante los siguientes minutos… Lo he mandado a Menéame. 😀
Un saludo….
El día 21 de junio de 2009 a las 01:43
¡Qué bueno! Trataré de hacerme con él, que me he quedado con las ganas. Lo de las descripciones vagas de los horóscopos es algo que siempre les hago ver a los amigso que me dicen creer en esas patochadas, pero desconocía que se llamase Efecto Foster.
Respecto a lo de pensar en alguien y recibir una llamada de esa persona o relacionada… la verdad es que es algo que siempre soprende muchísimo, pero supongo que la explicación es sencilla: por cada vez que ocurre pasan cientos de ocasiones en las que piensas en la gente y no ocurre absolutamente nada. Por eso nos sorprendemos, porque no es algo causal, es simple casualidad. ¿Supongo que la explicación que da el libro debe de ser algo parecida?
Un saludo y gracias por otro genial post.
El día 21 de junio de 2009 a las 01:44
Coño, me he empeñado en leer Foster, y hasta que no he empezado a leer en la Wikipedia no me he dado cuenta de que es el efecto Forer.
El día 21 de junio de 2009 a las 02:41
Efecto Forer, al fin sé su nombre… Me di cuenta hace tiempo de que eso se usa en el horóscopo, la política y el tarot (este ultimo complementado con el Cold Thinking).
Sobre lo de pensar en el familiar a las 6.02 y recibir la llamada a las 6.08 creo que sé la respuesta, y de hecho es en lo que se basan las «Leyes de Murphy», esas de «Una tostada siempre caerá por la parte de la mermelada, y, a más cara la alfombra, más probabilidad hay de que lo haga.», o «Cuanto más importante sea lo que tienes de anotar, menos probabilidad hay de que tengas un boli a mano». Es tan simple como: «Cuando ocurre, piensas que es por ley de Murphy, y cuando no, lo ignoras», me explico:
Si un día tienes que tomar una nota y hay un boli, no hay nada extraño, actúas por inercia, coges el boli y tomas la nota. Sin embargo, si no hay boli, la nota cobra más importancia de la que podía tener, ya que lo que tendrías que haber apuntado no lo has apuntado. Y piensas en la ley.
Lo mismo con el difunto. Piensas en alguien a las 6.02, si te llaman a las 6.08: premonición. Si no te llamaran en todo el día/mes, no le darías importancia al hecho de haber pensado en esa persona y simplemente lo pasas por alto.
Muy buen artículo, me ha gustado mucho, a ver si le hinco el diente al librito 🙂
El día 21 de junio de 2009 a las 10:20
Interesante el artículo, y las referencias. Te has llevado una suscripción a tu RSS 🙂
El día 21 de junio de 2009 a las 12:08
Me ha gustado mucho lo del efecto biestándar. Pero efectivamente explicarlo al creyente solo provocará problemas…
Excelente artículo, como siempre.
El día 21 de junio de 2009 a las 12:14
Muy bueno el artículo, como siempre ;-).
Sobre lo que comentas del maná en la isla de Pascua, cuando estuve allí pude comprobar que los pascuenses se ríen mucho con esas cosas. El «mana» (llana) es como ellos llaman al poder de la mente. Parece que cuando los primeros exploradores les preguntaron que como habían podido mover y erguir esas moles de piedras, ellos contestaban: «Con mana». Con ese poder han levantado moais, han navegado por el Pacífico, han hecho grandes cosas. Pero ese mana, ese poder de la mente, lo tenemos todos: se llama inteligencia.
Traduttore, traditore.
¡Saludos!
El día 21 de junio de 2009 a las 17:50
Excelente artículo, Omalaled, como siempre…
Me ha recordado a la historia de aquel prisionero de un rey persa (Dario, o Jerjes, no me acuerdo), Iba a ser ejecutado por ladrón o lo que fuera, cuando aseguró al rey que él era capaz de hacer cantar a su caballo. El rey, intrigado, le dio un plazo de un año para que enseñara a cantar a su caballo; si no lo conseguía entonces, sería ejecutado, y si sí, liberado.
Día tras día, el hombre pasaba horas y horas con el caballo, arrullándole, mimándole, enseñándole a cantar. Uno de los guardianes le preguntó qué esperaba con tal proceder, y el prisionero le contestó:
«En un año pueden pasar muchas cosas: El rey puede morir. Yo puedo morir. El caballo puede morir. O quizá, después de todo, el caballo puede aprender a cantar…».
Con las paraciencias no hacen más que asegurarnos que el caballo cantará… y nosotros le damos un año, y luego otro más, y otro… quién sabe, ¡igual al final el caballo aprende a cantar!
Saludos
El día 21 de junio de 2009 a las 19:57
Muchas gracias a todos, como siempre, por los comentarios.
McQueen: me da a mí que más de un político le ha sacado partido 🙂
Iñaki: ¡oh!, ¡has acertado! ¡eres un vidente de verdad!… 🙂
Ender: el libro da la explicación basándose en pequeñas premisas totalmente lógicas, las desarrolla matemáticamente y llega a la conclusión que sucede por puro azar. Igual que con lo de las bombillas. El libro te lo recomiendo.
Javier: pues sí. El cálculo del día, mes lo hace, además de forma matemática. Y realmente concluye que lo sorprendente sería que nunca sucediera.
TA: gracias. Bienvenido al club 🙂
Malonez: como decía Sagan las creencias no están basadas en evidencia, están basadas en una enraizada necesidad de creer. Y con esto poco puede hacerse.
Mmonchi: je jeeee, ¡muy bueno el apunte!
Macluskey: efectivamente, esa es otra de las técnicas. En un año… hasta quizás se han olvidado 🙂
Salud!
El día 22 de junio de 2009 a las 10:09
Dices «Libro interesante, divertido, ameno y muy explicativo», y yo añadiría «y necesario». Uno de esos libros que debería ser casi de lectura obligatoria en la enseñanza secundaria, necesario para que desde jóvenes se desarrolle el espíritu crítico, para acabar con la credulidad… En fin, uno de esos libros que si yo hubiera tenido a mano con 12 ó 14 años, me habría ahorrado algunos añitos de creer chorradas 🙂
Lamentablemente, en mi época era más probable que con esa edad te regalaran truños sobre el triángulo de las Bermudas y los extraterrestres de Von Däniken. Y me temo que la situación se repite en la actualidad, con otros autores. Por eso es tan necesario difundir estos libros.
¡Saludos!
El día 22 de junio de 2009 a las 12:26
Ante todo, espero que las ‘circunstancias’ que pueden contigo sean del todo benignas. En cualquier caso, ánimo con el blog.
La explicación más común que he leído del efecto llamada es que sólo creemos tener el presentimiento, después de que la llamada se haya producido. Son muchas las veces que nos despertamos por la noche sin llamada alguna, sin que por ello muera o deje de morir nadie. Es como quejarse de que siempre que nos duchamos nos llaman al teléfono y es que tan sólo llevamos la cuenta de las veces en que esto ha sucedido.
Pero es posible que existan otras explicaciones racionales.
Un saludo.
El día 22 de junio de 2009 a las 14:44
Impresindible articulo, muy bueno!!
Javier Casado, cuanta razon tienes!!, jejeje, se ve que somos de la misma epoca.
Como me gustaba leer sobre el triangulo de las Bermudas y sobre las chifladuras de Daniken, afortunadamente algunos hemos podido dejar atras todas esas supercherias, e incluyo tambien la religion, que es el desengaño mas dificil de aceptar.
Saludos…
El día 22 de junio de 2009 a las 23:16
Javier, Cesar: ¡anda!, pues yo también leí lo del Triángulo de las Bemudas… y 3 de los libros del Caballo de Troya de JJ Benítez. Hmmmm, ¿de la misma época? ¿Así que cuarentones? 🙂
Delirium: las circunstancias son el cansancio acumulado, aunque el vicio de leer no me baja.
El problema lo resuelve con un cálculo mucho más sencillo de lo que parece. Hace un cálculo de la probabilidad de que suceda algo así y luego tiene en cuenta los millones de habitantes que somos.
Sucede que cuando tienes una probabilidad pequeña pero que se da mucas veces. Por ejemplo, imagina que algo tiene una probabilidad que le suceda a una persona (que le toque la lotería),,, pero somos 10 millones de jugadores. Sólo que le toque a uno, lo airea y todo el mundo se entera. Lo raro, sería que no le sudeciera a nadie.
Salud!
El día 24 de junio de 2009 a las 01:24
¡que bueno el reportaje!…tu blog es muy entretenido e interesante, paso cada vez que puedo, además tus historias me han servido para amenizar las clases, a mis alumnos les encanta todo eso, les hace ver a los científicos más humanos, más cercanos. así matamos las concepciones previas que tienen ellos de los científicos
Gracias, muy bueno tu blog
El día 24 de junio de 2009 a las 15:44
Genial como siempre omalaled, sigue llenándonos de cultura, aunque sea de poco en poco.
La verdad es que discutir con un creyente es una tarea perdida de antemano, llámalo efecto biestándar o irracionalidad o ideas cristalizadas, de cualquier manera no merece la pena
El día 26 de junio de 2009 a las 21:40
Contesto a Javier, sobre lo de las tostadas de la ley de Murphy. Los cazadores de mitos sometieron a prueba a eso, y les salió que no tiene nada que ver con el señor Murphy. Es física pura XD. Sobre el 88 % de las tostadas con mantequilla tiradas de la mesa, cayeron con la mantequilla hacia abajo. Luego pensaron que la mayoría de las mesas que hay por el mundo miden entre 1 m, 1,20 m más o menos. Se les ocurrió que eso podría ser la solución. Repitieron los lanzamientos, pero ahora los lanzaban desde la altura de 2 mesas (una encima de otra). ¿El resultado? Sobre el 88 % de las tostadas cayeron con la mantequilla hacia arriba XD. La cuestión es que con la altura de 1,20 m, el peso de la mantequilla hace que ésta caiga hacia abajo, mientras que cuando la altura es mayor, la inercia hace que la tostada se de la vuelta. Me encantan esos tipos XD.
PD. Genial el artículo omalaled. Lo único malo es que el libro está en casi todas las bibliotecas de Andalucía menos en la de Granada. Ahora sí es ley de Murphy XD.
El día 27 de junio de 2009 a las 05:49
interesante artículo, pero tengo un reparo, que tiene de malo que físicos crean en la telepatía si entendemos por creer considerarla con una probabilidad mayor a 0.5? el cerebro es una cosa de la que me espero muchos resultados sorprendentes, y si bien, yo no me decanto por afirmar nada acerca de la telepatia (aparte de que quienes salen en medios afirmando poseer la habilidad con casi total probabilidad no la tienen), pudiera ser una habilidad potencial de nuestra mente.
Una cosa es considerar que lo más probable es que sea falso, pero hay que evitar caer en ser prejuicioso.
Saludos
El día 27 de junio de 2009 a las 08:41
Maktub: muchas gracias. Me alegra saber que llega a alumnos y que les hace ver otra cara de la ciencia.
Haplo: muchas gracias. He de decir, no obstante, que creo que he aprendido yo mucho más de vosotros que no viceversa.
manu_sixx: pues ese libro debería estar en TODAS las bibliotecas. ¿No tenéis préstamos interbibliotecarios? Donde yo vivo, existe una red de bibliotecas de manera que si no está en una se puede pedir a otra. Te hacen pagar algo más de un euro por libro, pero creo que es aceptable.
malkredisto: es que estos temas, al igual que los OVNIS, no son cuestión de creencias ni prejuicios. Eso queda para otras ramas del «saber» 🙂
O hay telepatía o no la hay, pero no es algo en lo que se pueda creer y hoy por hoy no hay ni un solo experimento concluyente que se haya hecho de forma controlada en un laboratorio. A partir de ahí, queda descartado al igual que la astrología, telequinesia, historias de médiums y demás cosas raras.
Por tanto, cuando hables de telepatía, di lo que hay: se han hecho experimentos y los resultados no han sido concluyentes; son los mismos que cabría esperar del más puro azar; o sea, una hipótesis descartada. Si dices que por descartar hipótesis somos prejuiciosos, tendremos que redefinir el concepto «prejuzgar», que te recuerdo que es, según la RAE, «Juzgar de las cosas antes del tiempo oportuno, o sin tener de ellas cabal conocimiento». Queda claro que en este caso el tiempo sí es oportuno, ¿no?
No dudo en que desconocemos muchas cosas de la mente sorprendentes, pero la telepatía no es una de ellas. Al menos, de momento.
Salud!
El día 28 de junio de 2009 a las 16:35
No creo en los horóscopos por qué lo geminis no creemos en los horóscopos 🙂
A veces la desconfianza y el asco que me generan los discursos esotéricos pueden hacerme perder algunas cosas buenas. Este libro que tan bien reseñas lo ví hace unos días en el el aparador de un libreria de la Cd. de México e instintivamente ni siquiera me acerqué a verlo. Pensé que tenía cosas más importantes que hacer que perder el tiempo hojeando alguna nueva tarugada esotérica, … y veme aquí ahora pensando que la compra y lectura de este libro es crucial 🙂
Y es cierto: lo digas como lo digas, lo escribas como lo escribas, es imposible, al hablar de alucines esotéricos, creacionistas, biblico-literalistas o religiosos con un creyente, que este no termine sintiéndose agraviado y reaccione pendencieramente, iniciando una espiral de discusión que muchas veces termina muy mal. Como yo ya me había convencido de esto, lo que hago es lo siguiente: si se inicia una platica sobre algo de esos temas, si puedo, me voy o, si me tengo que quedar, me quedo totalmente callado (he desarrollado una habilidad para hacer como que no escucho nada 🙂 ). Si me preguntan mi opinión, doy cualquier respuesta diplomática que evidencia que no estoy dispuesto a participar en el tema y generalmente con esto basta. Pero si existe insistencia, aviso que lo que tengo que decir seguramente no les va a agradar y que es mejor dejarlo así. Si a pesar de esta advertencia se me pide que hable, digo exactamente lo que pienso, sin contemplaciones y que los demás se hagan cargo de asimilarlo. Ya no es mi problema y si la cosa sube de tono, pues: como quieran, quiero, como puedan, puedo. Ni modo.
Buena reseña, me apunto a la lista de los que te visitan.
Saludos.
El día 28 de junio de 2009 a las 17:28
Me ha gustado tanto el post que estoy intentando buscar el libro para un regalo, pero en casadellibro.com no me aparece. Si aparece alguno de titulo similar como «Magos, gurus y sabios: una explicación sencilla de lo inexplicable».
¿Alguien sabe donde puedo pedirlo?. Por aquí no hay muchas librerías, pero supongo que lo puedo encargar.
El día 29 de junio de 2009 a las 15:46
Darío: lástima que no le echaras un ojo. Pero bueno, ahora ya sabes de qué va.
entamoeba: búscalo en iberlibro. Aparte de incluir Casa del Libro, incluye muchas librerías de toda España.
Salud!
El día 29 de junio de 2009 a las 16:15
Muy bueno, nunca he comentado nada pero me impresiona la claridad con la que se expresan en tus post y en los libros que comentas las cosas que pienso pero no sé explicar…
Por cierto alguien tiene algún tipo de explicación similar a estas para el tema de la ouija…siempre he querido buscar alguna estadística o dato de fraudes en este tema para poder debatir mejor con los creyentes del tema 🙂
De nuevo gracias por el post
El día 29 de junio de 2009 a las 21:16
La historia de los zahories también puede verse en este video de unos zahorís australianos que aceptaron el reto de James Randi:
http://www.youtube.com/watch?v=beAVks8oYZQ
http://www.youtube.com/watch?v=0TIj5UnVNHI
Lo del horóscopo en este otro: http://www.youtube.com/watch?v=9zbBRM1XajI&NR=1
El día 30 de junio de 2009 a las 10:46
rafa: gracias por los enlaces.
Avalon: echa un vistazo a este artículo de Javier Armentia. Muy informativo 🙂
Salud!
El día 1 de julio de 2009 a las 17:00
te recomiendo «las trampas del deseo», de Ariely, en el explica muy claramente como se puede manejar nuestra percepción para, por ejemplo, aceptar un precio mas alto para el mismo artículo o preferir un artículo determinado de un grupo. En este enlace hay una entrevista de Punset al autor http://www.eduardpunset.es/libros_detalle.php?idlibro=103
El día 6 de julio de 2009 a las 18:26
Sobre el tema de los horóscopos y la astrología, para echar unas risas, os recomiendo este vídeo:
http://www.caosyciencia.com/visual/video.php?id_vid=17
Podéis ver a toda una astrofísica (Inés R. Hidalgo) a modo de «club de la comedia».
Cuando doy cursos de astronomía para profesores siempre uso la técnica de la carta astrológica común para todos. La vez que más se sorprendió un alumno era todo un señor de 40 tacos, matemático y con bastante cultura. Me costó convencerlo de que yo no tenía poderes, que todas las cartas era iguales. Pero es que, como decía él, coincidían tantas cosas (que le gustaba viajar, que se sentía incomprendido por su entorno… esas generalidades vagas que comentas).
El día 11 de julio de 2009 a las 18:35
Que guapo lo que has escrito,me he quedado super pillado ehh
El día 19 de julio de 2009 a las 04:41
He caído en redondo con el experimento visual de imaginarme bebiendo mi último vaso de agua (también me imagine en «tercera persona»). 😉
El día 12 de agosto de 2009 a las 10:09
Sobre predicciones hay una historia buena, más centrada en el timo profesional que en lo esotérico, pero creo que encaja bastante con la idea del post. Hay una historia antigua de un asesor en bolsa que dice lo siguiente:
Mediante la compra de direcciones de correo, alguien se hace con un millón de emails privados, y comienza el gran pufo:
Dia 1: mánda medio millón de emails diciendo que la acción X va a subir y medio millón diciendo que va a bajar.
Día 2: sobre los que acertó el día anterior, mánda 250.000 email diciendo que la acción Y va a subir, y 250.000 que va a bajar.
Día 3: sobre los que acertó el día anterior, manda 125.000 email diciendo que la acción Z va a subir , y 125.000 que va a bajar.
…
Día 11: Al final del día 10, hay casí mil personas (976) que llevan 10 días seguidos recibiendo predicciones correctas sobre la evolución de acciones por parte de un tipo. El día 11, ese tipo les pide mediante un email que ingresen 1.000 euros en una determinada cuenta corriente si quieren saber lo que hará la acción W mañana. Mandará 488 email diciendo que la accion W sube y 488 diciendo que baja.
Día 12: a las 488 que acertó ayer, les pedirá ahora 2.000 euros, y repetirá el proceso.
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Día 21: Le queda una persona con la que llevas 20 días acertándo la evolución del precio de una acción. Podría pedirle cualquier cantidad de dinero, por indecente que le parezca, para predecirle el precio del día siguiente.
La pasta que se podría conseguir así tiende a infinito 🙂
Saludos
El día 20 de octubre de 2009 a las 06:40
Creo que es peligroso jugar con fuerzasdesconocidad que nos pueden traer desgracias
El día 20 de octubre de 2009 a las 18:15
¿Cómo se puede jugar con algo desconocido?
Salud!
El día 22 de noviembre de 2010 a las 21:39
favor decir la direccion o contactar con la persona que tenga el libro convirtase en brujo conviertase en sabio para poder leerlo ya que me ha sido dificil conseguirlo bogota colombia