El diario de Ma Yan

Publicado el 12 de septiembre de 2008 en Libros por omalaled
Tiempo aproximado de lectura: 10 minutos

En primer lugar, gracias a los que me citáis en vuestros BlogDay, como Iñaki en sus Historias con Historia o en memes como Servidora. Sé que me dejo a otros que lo hacen y os lo agradezco. No soy amigo de seguir memes, pero no es que no lo haga por desprecio, sino porque, sinceramente, creo que poco os importa qué blog leo o dejo de leer. Cada uno tiene su propio estilo y sus propias preferencias. A Sevidora, precisamente, como profesora que es, va dedicado el libro que hoy quiero comentaros, aunque me da a mí que ya se lo ha leído.

La historia de este libro empieza en 2001. Pierre Haski, corresponsal en Pekín del diario francés Libération, fue en una expedición a un pueblo de China llamado Zhang Jia Shu, en el distrito rural del sur de Ningxia. La expedición se disponía a marchar cuando una campesina entregó a una de las mujeres que iba en esta expedición, Sarah Neiger, unos cuadernitos marrones repletos de ideogramas finamente trazados con un lápiz y una carta. La campesina insistió en que se los quedase como si su vida dependiera de ello. Sarah no sabía leer aquello, pero se los llevó.

De vuelta a Pekín supieron de qué se trataba. Era el diario de una niña de 13 años llamada Ma Yan a la que su madre le había dicho que ya no podría volver a la escuela. Hemos de pensar que estoy hablando de lugares donde la pobreza llega a un extremo más allá de lo imaginable.

Un pueblo donde no hay agua corriente: se abastecen del agua recuperada del deshielo, de la nieve o de la lluvia. Cuando se les agota, tienen que ir a un pozo de «agua amarga» a una hora de camino del pueblo. A pie, por supuesto. Ese agua irrita la piel si se usa para aseo personal. Los campesinos van varias veces por semana y vuelven con ese agua amarga en dos cubos que llevan atados a unas palancas sobre los hombros. Debido al peso, los niños sólo pueden llevar uno. En casos desesperados, piden a las autoridades que les envíen un camión cisterna.

Ma Yan proviene de una familia pobre con unas raíces pobres. Su abuelo participó como «voluntario» en la guerra de Corea (1950-1953). Todavía recordaba que las tropas enemigas, los americanos y sus aliados, le rodearon y por falta de agua tuvo que beberse la orina de su caballo antes de matarlo y comérselo.

Comer carne es un lujo. Pueden pasar meses, incluso un año, sin hacerlo. Para conseguir el bolígrafo con el que había escrito esa carta, Ma Yan había tenido que privarse de comida durante 15 días. A veces, el padre de Ma Yan se va meses para ir a trabajar a una obra y, en algunos casos, le engañan y acaban no pagándole por su trabajo.

Esa sociedad no es nada igualitaria con hombres y mujeres. La cita de Mao: Las mujeres son la mitad del cielo, no deja de ser una frase vacía en estos lugares. Las chicas como Ma Yan no suelen ir a la escuela más de tres o cuatro años, tiempo suficiente para aprender a leer y escribir. Teóricamente, la duración de estudios obligatoria en China es de 9 años. La hipocresía no tiene límites.

Sólo se da importancia a que estudien los niños. La lógica es implacable: cuando una chica se casa, abandona su familia y se une a la de su marido, con lo que se pierde la «inversión» realizada en su educación. Aunque los puedan estar a favor de la igualdad, en caso de falta de dinero, las primeras en pagar no yendo a la escuela son las chicas.

Una sociedad claramente machista y clasista en la que su madre no le permite llevar falda o los brazos descubiertos. Cuando llegan a la ciudad, son objeto de todo tipo de burlas, pues los acentos regionales les delatan ya que su pronunciación no es «noble».

Aunque la madre de Ma Yan quiere que su hija siga estudiando, no puede pagárselo. Son esas cosas que tienen las situaciones de pobreza extrema. La madre tenía que ceder ante dificultades como tener que pagar 3,5 yuanes de inscripción a un examen y sólo disponer de 3. Además, se condena a las chicas al matrimonio pactado. Para las chicas de 16 años, buscar un marido por su cuenta es un «deshonor» y en China, el deshonor puede incluso causar la muerte.

Pero Ma Yan quiere volver a la escuela. Cada vez que salía el tema en casa, la joven se indignaba. Hacía un año que había tenido que dejarla aunque los profesores insistían a la madre para que no abandonara los estudios. Cuando los periodistas volvieron para verla, la madre les explicó con un nudo en la garganta: Soy una madre con el corazón lleno de amargura. Sabía que yo no podía enviar a mi hija a la escuela para acabar su quinto año. Ella me dio esta carta, pero yo no sé leer. Pero insistió: «Léela y sabrás hasta qué punto soy desgraciada». Me la leyeron y lo entendí.

Y es que esa carta, escrita en el reverso de un manual para el cultivo de judías y llena de tachaduras, es desgarradora. Explica cómo se la lleva aparte para explicarle que no pueden seguir manteniendo que vaya a la escuela, pero a sus dos hermanos sí. Comienza con un título en ideogramas más grandes: Quiero estudiar. Recuerda la conversación: ¿Y por qué los niños pueden estudiar y las niñas no? preguntaba Ma Yan. La respuesta de la madre: Cuando seas mayor, lo entenderás. Y sigue con un texto que incita a la reflexión: ¿Cómo me puedes decir una cosa así? Hoy en día no se puede vivir sin haber estudiado.

Y finaliza con una frase que… en fin, juzgad vosotros mismos:

Quiero estudiar, mamá, ¡no quiero volver a casa! ¡Sería fantástico poder quedarse en la escuela para siempre!

Y tampoco penséis que esas escuelas son la panacea. Ma Yan explica que está en ella toda la semana. Para ir y volver tiene un camino que tarda en recorrer entre cuatro y cinco horas a pie en el que puede llover, nevar o hacer calor. Los niños pobres como ella suelen llegar con los pies hinchados o helados por el frío glacial. Allí, los inviernos son dominados por la nieve y el hielo, y en verano se puede llegar a los 40ºC. Lleva unos zapatos de tela hechos por su madre que se empapan en seguida. Por si fuera poco, también son frecuentes los atracos en los que pueden quitarle sus tesoros, como los lápices o los cuadernos. Los niños «ricos» pueden permitirse, por un yuan, ir en los tractores con remolque.

En una ocasión pudo pagarse un viaje en tractor. Al bajar el padre del conductor la miraba con desprecio. Ma Yan escribió en su diario:

No te creas que todos los alumnos son auténticos pobres. Hay alumnos ricos y alumnos pobres. No me tomes por una alumna cualquiera. Si tengo que responder alto y fuerte, lo haré. No creas que la gente no sabe hacer frente a las injurias ni pelearse. Yo no soy como los demás. Si alguien me ofende, guardaré su nombre en el fondo de mi corazón para siempre. Jamás lo olvidaré.

Porque como ella misma opina de sí misma: No soy peor que los demás, sólo como y me visto peor que ellos.

Tiene un solo traje para ir al colegio: una camisa blanca y un pantalón rojo y los lava cada fin de semana con el fin de poder llevarlo al lunes siguiente.

Y hay más. En esas escuelas todavía se practica el castigo físico. El profesor golpea con mucha fuerza en la nuca. Otros profesores usan varillas rígidas incluso con las chicas. En cierta ocasión, afirma Ma Yan, un profesor arrancó un trozo de oreja a un alumno. Ni los padres ni los alumnos pueden quejarse.

Repetir curso es un «deshonor» incluso para la familia. La competencia en la escuela llega a puntos que ni sus familiares le dejan los apuntes, pues no quieren que sea la primera de la clase. Las comidas en la escuela no son copiosas. Tienen un pequeño cuenco de arroz. Ma Yan pide algunas patatas de acompañamiento o alguna verdura. En ocasiones, ni los miembros de su familia le dan.

Parece mentira que cuando escribió el diario esta niña tuviera 13 años. Todos y cada uno de los días en que apunta algo acaba con las mismas conclusiones: tengo que estudiar, tengo que hacerlo para poder salir de aquí, tengo que estudiar para ser digna del trabajo de mis padres. Siente auténtica veneración por su madre, Bai Juhua, que tiene que trabajar muchas veces en condiciones penosas a más de 400 km de casa.

El reportaje sobre Ma Yan con fragmentos de su diario salió publicado en Libération el 11 de enero de 2002. Hubo una oleada de solidaridad de los lectores. Muchos de ellos, emocionados por su voluntad de seguir estudiando, se ofrecieron a ayudarla para que siguiera con sus estudios. Otros se sentían culpables «por ser ricos». En febrero del mismo año se publicó en Italia y la reacción fue similar. Una pareja les explicó:

Tenemos que hacer frente al problema de nuestra hija, a la que no le gusta el colegio a pesar de tener capacidades más que suficientes. ¡Incluso hay que forzarla para que vaya a su clase de danza! Sólo tiene doce años y este artículo puede ayudarnos a hacerle entender por qué su actitud no nos parece la correcta.

Un amigo chino de los periodistas, procedente de la capital regional, se burló un poco del deseo de ayudar a Ma Yan. En su opinión, las adversidades y el peso de la tradición se impondrían sobre ella: Una familia tan pobre como esta no puede permitirse pagar la educación de su hija. Le buscarán novio en cuanto cumpla 16 años, porque sus padres necesitan el dinero que obtendrán con esta unión para, más tarde, poder casar a sus dos hijos más jóvenes. Los chicos tienen prioridad.

Aparte de la, ya de por sí, impresionante voluntad de Ma Yan por seguir estudiando, también lo son sus opiniones sobre situaciones que vive. Por ejemplo, le explican que cierta abuela que recoge fa cai (un cierto tipo de hierba) canta y baila mientras lo hace. Le dicen que, aunque sea vieja, tiene un corazón alegre y un carácter abierto. Ma Yan escribió:

No me creo esta explicación. Creo que se trata de una mujer triste y, sin duda, desgraciada. ¿Por qué? Porque mi madre ha hecho el mismo trabajo. Esta abuela se ha pasado la vida recogiendo hierba, jamás ha llevado una ropa decente y tenía que ganar dinero para encontrar una buena esposa para su hijo… Ahora su vida carece hasta tal punto de sentido que su única alegría es bailar. Si no baila ahora, ya no lo hará nunca.

¿Y para qué vivimos? Los ricos mueren después de haber probado todos los placeres. Es una muerte feliz. La gente sin dinero tiene que vivir con lágrimas en los ojos. Si mueren, es una muerte dolorosa. Esa es la verdad.

Impresionante, ¿verdad? Ma Yan recuerda a menudo en una frase de su madre:

Poco importan las dificultades y el cansancio, os pagaré los estudios para que os convirtáis en gente de talento, para que podáis aportar vuestra contribución al país y no tengáis que vivir una vida sin interés como la mía.

Los periodistas, en una expedición posterior, llevaron a la madre de Ma Yan al hospital, pues padecía de fuertes dolores de estómago desde hacía mucho tiempo. Le diagnosticaron una úlcera de estómago con otras complicaciones. Ma Yan, que jamás había salido de Ningxia descubrió la ducha, la bañera, el váter, era la primera vez que utilizaba jabón (en su casa se lavan con detergente), se subió por primera vez en un ascensor, observó a las adolescentes en minifalda, sentadas detrás de las motos… incluso sintió vértigo en unos grandes almacenes.

Otro padre de familia parecida a la de Ma Yan hace otra reflexión. Recordad que es un campesino pobre, sin formación y este, encima, inválido. La reflexión la dirigió en forma de carta a los dirigentes chinos, pero también a los «camaradas de las regiones desarrolladas» y a nosotros mismos, los extranjeros:

El desarrollo de la agricultura depende de la ciencia; la ciencia depende de las personas con talento; el talento se adquiere con la educación. Pero, ¿de qué depende la educación? La pobreza es la responsable de que todos esos niños dejen la escuela. La pobreza es más cruel que la muerte ¿Cuántos niños entraron en la escuela con risas para abandonarla entre lágrimas? ¿Cuántos ojitos en las regiones pobres están ahora mismo esperando a alguien que los salve de la «muerte» mientras están al servicio del desarrollo económico local?

Nada mal para ser un pobre e inculto campesino, ¿verdad?

La cuestión es que después de intercambios de ideas con muchos lectores, decidieron poner en marcha un fondo de ayuda para que los hijos de las familias de esa región de Ningxia pudieran volver a la escuela. En verano de 2002 se creó la asociación llamada Enfants du Ningxia.

Pero me quedo con la citada frase que sobrecoge a cualquier persona con un mínimo de sensibilidad:

Quiero estudiar, mamá, ¡no quiero volver a casa! ¡Sería fantástico poder quedarse en la escuela para siempre!

Este libro debería ser de lectura obligada en la enseñanza secundaria. Yo, de mayor, quiero ser como Ma Yan.

Portada del libro

Título: «El diario de Ma Yan»
Autor: Pierre Haski

Actualización: servidora me pasa una bonita noticia en un comentario. Otra historia de los que quieren aprender… y enseñar.

Otras opiniones del libro:
http://blog.laopiniondemalaga.es/eladarve/2006/09/09/el-diario-de-ma-yan/
http://www.diariocordoba.com/noticias/noticia.asp?pkid=118662
http://www.elmundo.es/papel/2004/04/04/cronica/1617328.html



Hay 31 comentarios a 'El diario de Ma Yan'

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  1. #1.- Enviado por: el_guazu

    El día 13 de septiembre de 2008 a las 00:57

    Pues algo triste la historia de hoy… Más bien reflexiva… interesante… por esto mismo me gusta su página…
    Gracias por compartir tantas historias y tan buenas…
    No tengo nada más que decir…

  2. #2.- Enviado por: aa

    El día 13 de septiembre de 2008 a las 01:19

    Aceptan donaciones. De hecho creo que ahora mismo estan estudiando unas 400 niñas gracias al movimiento que se ha creado para ayudar a estas niñas condenadas a, hasta entonces, abandonar sus estudios.

    http://www.enfantsduningxia.org

    Pierre Haski mantuvo un blog hasta finales del 2006,

    http://chine.blogs.liberation.fr/pekin

    Ayudar economicamente a esa asociacion creo que es una de las formas mas eficientes, (maximo resultado/esfuerzo), que tiene una persona anonima del primer mundo de ayudar a mejorar el mundo.

  3. #3.- Enviado por: ElHombrePancho

    El día 13 de septiembre de 2008 a las 05:14

    Gracias por el artículo. Me ha gustado mucho.

  4. #4.- Enviado por: alex2.0

    El día 13 de septiembre de 2008 a las 07:57

    También me empiezo a sentir culpable «por ser rico» y por menospreciar la educación primaria.

  5. #5.- Enviado por: Ness

    El día 13 de septiembre de 2008 a las 09:19

    Muchas gracias porla reseña… SIn embargo, tengo un ligero sentimiento de que ya no me hace falta leer el libro (la cola es inmensa para más inri). Lo importante ya lo has dicho… creo yo.

    Un saludo

  6. #6.- Enviado por: omalaled

    El día 13 de septiembre de 2008 a las 09:59

    el_guazu: gracias a vosotros.
    aa: gracias por los enlaces y por los comentarios.
    ElHombrePancho: muchas gracias.
    alex2.0: la verdad, yo también me sentía así al leerlo.
    Ness: Hombre, tienes la idea general. Pero leer un libro es como ver una película: cada persona tiene su propia interpretación cuando los lee y hay muchos meomentos que no se pueden explicar. Lo único que hago yo es dar mi y hablaros del tema, por si os interesa y queréis averiguar más por vosotros mismos.

    Salud!

  7. #7.- Enviado por: servidora

    El día 13 de septiembre de 2008 a las 10:57

    Me siento muy, muy honrada por la dedicatoria. La historia de esta niña debería servirnos a todos como un acicate para seguir adelante con el compromiso que adquirimos al recibir el bendito regalo de la educación. Por no hablar de muchos otros privilegios a los que apenas prestamos importancia.

    Gracias.

  8. #8.- Enviado por: servidora

    El día 13 de septiembre de 2008 a las 13:32

    Y, por cierto, que estoy teniendo un montón de visitas en mi blog desde esta dirección… y me está entrando un complejo de cutrilla 🙂 En fin…

  9. #9.- Enviado por: Beatriz

    El día 13 de septiembre de 2008 a las 19:05

    Me quedo con ganas de saber que ha sido de esta niña… ¿Volvió a la escuela? ¿Que edad tiene ahora?
    Muy interesante el libro, da que pensar, nosotros damos por sentado que nuestros niños irán al colegio y no le damos la importancia que tiene.
    Por cierto, yo pensaba que en China solo permitían tener un hijo y dices que tiene hermanos, ¿Estoy equivocada?

  10. #10.- Enviado por: omalaled

    El día 13 de septiembre de 2008 a las 20:17

    servidora: ha sido un placer 🙂
    Beatriz: en el enlace de Enfants du Ningxia tienes información de ello. Ma Yan ha tenido suerte, pues la fama la sacó del mundo donde estaba. Desgraciadamente, quedan otras muchas Ma Yan por el mundo.

    Y sí, leí algo en el libro sobre el control de natalidad, pero no lo recuerdo en detalle (ya devolví el libro a la biblioteca). Buscando por internet en San Google parece ser que es un hijo a no ser que el primero sea una niña. Me pregunto qué pasa si tienen dos niñas. Aun así, esa zona de China está muy lejos de lo que llaman civilización; así que no estoy seguro.

    Salud!

  11. #11.- Enviado por: Toro Sentado

    El día 13 de septiembre de 2008 a las 22:51

    Cambiaría a algunos de mis alumnos por algunas Ma Yan. Conmovedor relato, da mucho que pensar.

  12. #12.- Enviado por: fnsk

    El día 14 de septiembre de 2008 a las 17:14

    Respecto al control de natalidad, creo haber oído durante las olimpiadas decir a los comentaristas que solo estaba permitido tener un hijo «legalmente». Sin embargo, en caso de que se fuese a tener otro, se podía evitar el aborto pagando una multa de (si no recuerdo mal) 1$ o 1,5$. Es una cantidad irrisoria para occidente, pero con los sueldos que había (y hay) en China, es mucho dinero.
    Lo decían de una jugadora china de voleibol que dió la casualidad de que era la 2ª hermana, y sus padres aún así decidieron tenerla y pagar la multa. La jugada les salió redonda!!!

  13. #13.- Enviado por: spadelkas

    El día 14 de septiembre de 2008 a las 22:13

    Me parece muy hipocrita ayudar a los niños de una region concreta de china a que puedan ir a la escuela cuando hay miles de niños en peores condiciones en otros lugares del mundo.

  14. #14.- Enviado por: aa

    El día 15 de septiembre de 2008 a las 01:15

    spadelkas, creo que no has leido el libro.

    Ma Yan era una de esos niños a los que intentas defender con tu comentario.

  15. #15.- Enviado por: Javier Casado

    El día 15 de septiembre de 2008 a las 14:41

    Impresionante y conmovedor. Me apunto el libro para leerlo lo antes posible. Y, aunque aún no lo he leído, por lo que dices creo que estoy absolutamente de acuerdo contigo: debería ser de lectura obligada en muchas escuelas occidentales, donde no valoramos lo que tenemos. Gracias.

  16. #16.- Enviado por: Malonez

    El día 15 de septiembre de 2008 a las 22:55

    Gran post. Siempre es vivificante recibir una pequeña bofetada en nuestra aburguesada rutina. Aunque después del shock emocional queda el resquemor y las ganas de buscar quien es el auténtico culpable final de las injusticias.

  17. #17.- Enviado por: Haplo

    El día 16 de septiembre de 2008 a las 12:39

    Leyendo el artículo me han aflorado todo tipo de sensaciones, aunque quizás la más poderosa ha sido la de enfado conmigo mismo, por saber que estas cosas ocurren cada día en medio mundo, pero no acordarme de ello nada más que, cuando artículos geniales como el de hoy, me lo traen a la memoria.

    Vivimos demasiado acomodados en nuestro primer mundo, sin querer acordarnos de que existen casos como el de Ma Yan en todos los continentes, incluido el nuestro

  18. #18.- Enviado por: utresivesi

    El día 16 de septiembre de 2008 a las 18:54

    El comentario de Haplo resume mi opinión

  19. #19.- Enviado por: alex2.0

    El día 16 de septiembre de 2008 a las 22:55

    Creo que debiste guardar este articulo para el 15 de octubre, pues me parece dificilmente superable

  20. #20.- Enviado por: Arturo

    El día 16 de septiembre de 2008 a las 23:09

    Después de leer artículos como este, cada vez que compro algo que no es indispinsable me pregunto que podría hacer con el dinero gastado alguien como Ma Yan. Y sin embargo sigo comprando, buscando excusas para mi conciencia y esforzándome en creero que en realidad dar dinero no es la solucion a los problemas del mundo

  21. #21.- Enviado por: JC

    El día 16 de septiembre de 2008 a las 23:14

    La verdad es que esta historia que nos parece tan lejana, no hace excesivo tiempo, 50 o 60 años, también ocurría en España. Por ejemplo, mi madre que nació en 1936 tuvo que dejar el colegio a los 8 o 9 años para cuidar a sus hermanos menores, ya que ella era la hermana mayor. Ellos por supuesto si fueron al colegio sin problemas, no eran mujer. Mi madre siempre se prometió que si tenia hijos no les privaría de una educación.

    Y gracias por tus historias.

  22. #22.- Enviado por: omalaled

    El día 17 de septiembre de 2008 a las 13:51

    Agradezco a todos los comentarios. Y, sobre todo, porque muchas de las cosas que decís, tambíén pasaban por mi cabeza a la hora de leer el libro.

    Creo que si una cosa debemos aprender de esto, ya si no intentar resolverlo por nosotros mismos, es no siendo derrochadores y enseñar a nuestros peques a no serlo. Creo que es importante que sepan valorar las cosas y que hay otros como ellos mucho menos afortunados.

    Y, aplicado a nosotros mismos, es importante ser conscientes de las posibilidades que tenemos de estudiar y aprender y que muchas veces desaprovechamos.

    Salud!

  23. #23.- Enviado por: Marfil

    El día 17 de septiembre de 2008 a las 19:45

    Respecto a la demografía en China tenéis un artículo en la Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Demografía_de_China

    La versión en inglés es muchísimo más completa. En todo caso se menciona lo que se estaba comentando; las diferencias de genero producto de la cultura y como se ha llegado a que incluso por los abortos de niñas haya un desequilibrio de mayoría de hombres.

    Me parece muy interesante tu artículo Omalaled; también me recuerda al de Asimov y la «metáfora del cuarto de baño»: «De la misma manera la democracia no sobrevive cuando hay superpoblación. La dignidad humana no puede sobrevivir a ello. La comodidad y la decencia no pueden sobrevivir a ello. A medida que crece la población planetaria el valor de una vida no solamente declina, sino que al final desaparece. Ya no importa si alguien muere. Cuanta más gente hay, menos importa cada individuo.»

    Ese es el problema (o uno entre tantos otros) de China e India; tienen un nivel de sobrepoblación inmenso y su nivel de desarrollo fue de los más atrasados hasta hace tan solo unas décadas. Aún bajo el progreso no hay nada que hacer si la población crece a un ritmo más rápido que éste; si hoy la brecha se encuentra en el nivel de educación primaria, una vez superada la brecha no desaparecerá sino que subirá al siguiente nivel: Educación secundaria, educación técnica, universidad, etc. Y siempre existirá una alta tasa de la población excluida y mayor competencia y bajas condiciones para la población que alcance a estar incluida.

    Aunque me parece que el tema es profundamente moral, hay algo que definitivamente se nos está escapando; la «responsabilidad» demográfica es solo algo que existe (y casi siempre solo como idea) recientemente, no se puede decir que la sobrepoblación china es meramente un caso de irresponsabilidad demográfica, debe haber alguna razón más profunda de por qué existen esas tasas tan altas de población, se me ocurren algunos factores pero ninguno lo suficientemente importante para semejante fenómeno…

  24. #24.- Enviado por: Miski

    El día 18 de septiembre de 2008 a las 12:53

    Gracias por este post «removedor de conciencias»; estoy de acuerdo con JC en que aquí hace relativamente poco tiempo ocurría parecido…mi madre nació en el 35 y era la única mujer de un montón de hermanos y tenía que encargarse de lavarles y coserles la ropa, prepararles la comida para el trabajo, cuidar a los más pequeños, etc y como resultado de esto, el colegio es lo primero que se perdió. El mundo está muy mal repartido y parece que va a seguir estándolo como no cambiemos de modelo porque todos no podemos tener de todo.
    Tomo nota del libro y lo voy a comprar para los clubes de lectura.
    Un abrazo.

  25. #25.- Enviado por: servidora

    El día 22 de septiembre de 2008 a las 09:32

    🙂

    http://www.eltiempo.com/vidadehoy/educacion/2008-09-21/tras-cinco-anos-de-lucha-el-barrio-brisas-del-poblado-de-quibdo-choco-logro-tener-su-escuela_4542390-1

  26. #26.- Enviado por: Superwoman

    El día 22 de septiembre de 2008 a las 11:46

    De momento les viene grande a los Supernenes, pero me lo quedo en mente, para explicarles porqué son tan afortunados (se lo digo muy a menudo, pero todavía no sé si comprenden).
    Un supersaludo

  27. #27.- Enviado por: Toro Sentado

    El día 23 de septiembre de 2008 a las 22:15

    Me gustaría usar el contenido de esta historia para comentarla en clase con mis alumnos de la ESO.
    Siempre con tu permiso, Omalaled, y citando la fuente.

  28. #28.- Enviado por: antoñito

    El día 23 de septiembre de 2008 a las 23:05

    Me he dado cuenta de que no os había dicho lo mucho que me ha gustado esta historia cuando hoy la he re-enviado por quinta vez.
    Desde luego, si lo he querido compartir con tantos amigos es porque creo que he leído algo especialmente interesante y que creo que les va a gustar.

  29. #29.- Enviado por: omalaled

    El día 23 de septiembre de 2008 a las 23:30

    Superwoman: muéstrales el libro. Léeles algunos párrafos. Mejor, que los lean ellos mismos y monta luego un debate…
    Marfil: coincidimos en lo que dices.
    Miski: yo también he tenido familiares que se sacaban la EGB de mayores.
    servidora: pongo ahora mismo una actualización. Gracias.
    Toro Sentado: estaré muy honrado de que muestres este artículo a los chavales. Ojalá les impacte y les haga ver lo afortunados que son.
    antoñito: me alegro que te haya gustado.

  30. #30.- Enviado por: Raúl

    El día 21 de octubre de 2008 a las 18:56

    El aporte de Haski es muy bueno al divulgar este caso, ¿pero? ¿ha destinado parte de lo obtenido por la venta del libro a Ma Yan? Me gustaría que el final de la historia incluya esta parte.

  31. #31.- Enviado por: omalaled

    El día 22 de octubre de 2008 a las 01:10

    Raúl: Imagino que sí. En el comentario #2 han puesto enlaces donde se puede encontrar información de las consecuencias del aporte de Haski.

    Salud!

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