El mundo y sus demonios
Este libro es increíble. Creía conocer todas las facetas de Carl Sagan pero las que muestra en este libro implican una sencillez en la personalidad, una inteligencia y una cultura impresionantes.
Esta es una de aquellas historias que no sé si clasificar de instructivas, graciosas o curiosas. No pertenece a la física o la química (como es habitual), sino a la psicología o quizás sociología. Es de aquellas que si no la sabes vas totalmente perdido, pero cuando te dicen la respuesta te preguntas cómo no habías caído tú mismo. Vamos a por ella.
Este libro es increíble. Creía conocer todas las facetas de Carl Sagan pero las que muestra en este libro implican una sencillez en la personalidad, una inteligencia y una cultura impresionantes.
La expresión «estaba adelantado a su tiempo» se ha utilizado demasiadas veces sin razón.
Abdus Salam, premio Nobel de física en 1979 nos explicaba la siguiente anécdota:
¿Sabéis que es la resonancia? Un fenómeno que ocurre cuando un oscilador (que puede ser una masa suspendida de un resorte, un péndulo, un columpio, un puente, un edificio, etc.) es forzado con una frecuencia que coincide con algunas de sus frecuencias propias.
La historia de hoy intentará poner en juego vuestra intuición.
¿No habéis oído alguna vez que a algún paracaidista no se le ha abierto el paracaídas pero se ha salvado? Según la segunda ley de Newton, Fuerza es masa por aceleración, así que si sólo tenemos en cuenta la gravedad, la velocidad aumentaría mucho. Demasiado, ya que dicho paracaidista debería llegar a velocidades supersónicas. Según este razonamiento, nadie debería sobrevivir sin paracaídas.
La de hoy no es una historia de la ciencia propiamente dicho. Pertenece más a otros blogs del tipo malaciencia o malaprensa y con el permiso de ambos les pisaré un poquito su terreno.
Ya se sabe que en todas partes cuecen habas y en mi casa a calderadas, pero si hay habas en la historia de hoy, habrá a lo sumo un par de cazos.
Este sería un artículo más de malaciencia que no mío. Pero no puedo dejar de decir unas palabras.