Historias de la Ciencia

Allá por la década de los 40, en la General Electric Company de Shenectady, Nueva York, un ingeniero metalúrgico con un doctorado en química física llamado Irving Langmuir tenía una caja llena de vapor de agua a la que podía añadirle diversas clases de polvo.
 
Un día que no pudo enfriarla lo suficiente le añadió bloques de hielo seco (CO2 sólido) y el vapor se convirtió en miles de pequeñas partículas de hielo. Se había formado una tormenta de nieve en pequeño.
 
Otro día quedó impresionado al pasar las ruedas de un avión por encima de una nube y ver cómo dejaba marcadas las huellas. Pensando en ese detalle, en 1946 un avión cargado de hielo seco en polvo sobrevoló un banco de nubes esparciéndolo. Media hora después empezaba a llover. Fue, seguramente, la primera lluvia artificial de la historia. Desgraciadamente no es fácil probar si la lluvia ocurrida después de haber sembrado la nube con algún agente nucleante hubiese ocurrido también en forma natural. En la atmósfera existen muchas variables. Aunque la producción artificial de lluvias en laboratorio está bastante avanzada, en la atmósfera no todo es tan evidente. Una de las consecuencias de estos experimentos fue la amenaza de un estado de EEUU a otro de demandarle por robarles la lluvia.
 
Las anécdotas que se cuentan sobre este hombre son muchas. Científicos que trabajaban en el mismo pasillo que él afirman que era muy frecuente encontrarse con sorpresas, como tormentas de nieve en su despacho que había hecho con su colega Vicent Shaefer y cosas por el estilo.
 
Llevaba la ciencia en la sangre y siempre traía consigo un cuaderno e instrumentación para hacer mediciones. Un día, en una casa de huéspedes donde estaba alojado gastó todo el papel higiénico para hacer un experimento.
 
Su primer trabajo para General Electric fue el de alargar la vida de las bombillas que lucían gracias al filamento de tungsteno. En aquel entonces el tungsteno estaba en el vacío. Langmuir demostró que cuando la bombilla estaba incandescente los átomos se evaporaban poco a poco del hilo. Pero si en lugar de vacío ponía una atmósfera de un gas inerte (nitrógeno o argón, por ejemplo), aumentaba su vida. Así se inventó la bombilla de gas.
 
Pero le interesaron otras muchas cosas. Le interesó por ejemplo, la forma en que las moléculas actúan en las superficies. Una revista dedicada a este tema se denomina como su apellido: Langmuir. General Electric, viéndole un genio, le dio carta blanca. O sea un trabajo increíble: dedicarse a cualquier cosa que encontrara interesante. No sé qué opinarían muchos empresarios hoy día de este tipo de permisividades ni qué haríamos nosotros si nos dieran un trabajo similar, pero la cuestión es que se la dieron a este hombre y se llevó el premio Nobel de química en 1932 por sus ideas sobre cómo se enlazan los átomos para constituir las moléculas.
 
También estudió la forma en que la materia se esparce sobre los líquidos. Por ejemplo, al caer una gota de aceite en agua forma una lente ya que es insoluble, pero si se trata de compuestos que tienen, además, ciertas agrupaciones de átomos que sí atrae el agua (como el ácido esteárico), sucede que esa parte soluble en agua queda en contacto con la misma y la otra parte queda por encima de la misma formando una fina película de una molécula de espesor. Pues bien, Langmuir fue el primero en demostrarlo y estudiarlo.
 
¿Son importantes todos estos descubrimientos? Algunos ya habrás sospechado que sí pero de este último, sin ir más lejos, arrancaron los métodos de reducir los reflejos en las superficies de vidrio, tan importantes hoy día en seguridad. De ahí, de esos estudios sobre esas películas del amigo Langmuir que hizo por propia voluntad.
 
Para obtener altos vacíos, Langmuir ideó la bomba de condensación de mercurio. Durante sus investigaciones sobre el vacío, descubrió que los electrones emitidos por un cátodo incandescente a presión muy baja se mantienen en las inmediaciones del cátodo formando una nube electrónica. Como esta carga espacial negativa impide el paso continuado de la corriente eléctrica, buscó y encontró la forma de contrarrestarla, lo que le permitió perfeccionar la construcción de los tubos de vacío e inventar el radiotrón, el tiratrón y otros dispositivos electrónicos, que, juntamente con el revestimiento de torio de los filamentos emisores, también idea suya, contribuyeron a mejorar la radiodifusión de onda corta. Diseñó también una lámpara de soldar que producía temperaturas de 6000 grados, o sea la de la superficie del Sol.
 
Por cierto, ¿sabías que el plasma es un gas parcialmente ionizado compuesto principalmente de electrones, iones (cationes) libres y partículas neutras en el que los electrones están totalmente desvinculados del núcleo?. Este estado de agregación, a veces denominado cuarto estado de la materia lo identificó Sir William Crookes en 1879. ¿Sabéis quién le dio el nombre de plasma? Pues otra vez nuestro amigo Irving Langmuir.
 
Esto es lo que comúnmente se define como un genio investigador. Si existiera un club con los mejores investigadores de todos los tiempos Irving Langmuir debería formar parte de ese selecto grupo.
 
Fuentes:
«Cómo mojar una galleta», Len Fisher
«Momentos estelares de la ciencia», Isaac Asimov
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/l/langmuir.htm
http://es.wikipedia.org/wiki/Plasma_%28estado_de_la_materia%29 http://nobelprize.org/chemistry/laureates/1932/index.html