Radiactividad y probabilidad
La radiactividad es una explosión del núcleo atómico. Y hay que recordar que es en el núcleo donde se concentra casi toda la masa y energía del átomo. La explosión se produce de forma súbita y aleatoria y libera un millón de veces más de energía por átomo que el TNT. En el caso de que sea una fisión, el factor asciende 20 millones. Y ahí radica su peligro: en la descomunal energía que liberan. La radiación son los fragmentos que han salido debido a aquella explosión. Cuando estos fragmentos entran en nuestros cuerpos hacen pedazos todo lo que encuentran, destrozando moléculas. Y si matan una suficiente cantidad de células, nuestro cuerpo muere. Y de estos temas os quiero hablar en nuestra historia de hoy.
¿Qué hace exactamente la radiación en nuestros cuerpos? ¿Qué daño provoca? El principal problema es que afecta a nuestro ADN. Tenemos una serie de genes específicos que ordenan a las células que paren de dividirse. La división se reinicia por motivos especiales, por ejemplo, para curar una herida o recuperar sangre perdida. Una vez cumplida esta función, los genes reguladores vuelven a ordenar a las células que paren de dividirse. Dada la importancia de esta función, son varios los genes que pueden cumplirla. Si un individuo expuesto a radiación tiene la inmensa mala suerte de que todos sus genes reguladores resultan dañados, las células de su organismo volverían a dividirse y crecer a pleno ritmo sin que nada las detuviera. A ese crecimiento descontrolado lo llamamos cáncer.
Y claro, esto es posible que nos pase con muy poca radiación o con mucha; la diferencia está en la probabilidad. A mayor dosis recibida, mayor probabilidad de que inhabilitemos esos genes específicos y que tengamos cáncer, pero la probabilidad existe sea cual sea la dosis. Y nadie se libra de la radiactividad, por lo menos, de un mínimo.
Para empezar, nosotros mismos somos radiactivos. Estamos radiando a razón de 5.000 electrones de alta energía (llamados rayos beta) por segundo. En el cuerpo humano hay una gran variedad de elementos químicos y las proporciones de los isótopos que son radiactivos de dichos elementos son las mismas que se dan en el resto de la Naturaleza. Por ejemplo, el 0,012% de potasio que tenemos es potasio 40. Es poco, pero ahí está. Los alimentos que más potasio nos proporcionan son los plátanos. Si consideramos sólo el carbono que tenemos vemos que soportamos unas 120.000 desintegraciones nucleares por minuto, cada una de las cuales emite un rayo beta que daña las células cercanas que estén por allí. Hay radiactividad en los alimentos, en el potasio de las rocas, el radiocarbono del aire, el uranio, el torio naturales, etc.
Decíamos que lo importante es la dosis que recibimos. Pues bien, lo primero que hemos de hacer es cuantificarla y para ello tenemos diferentes unidades que acostumbran a ser el rem y el sievert. La equivalencia es sencilla: 100 rem es 1 sievert. Pues bien, lo normal, entendiendo por normal lo que habría sin que el hombre hubiera puesto su tecnología nuclear en marcha, es que recibamos 0,2 rem por año. Dicha dosis no debe asustarnos: la estamos recibiendo desde siempre y no parece que nos afecte demasiado.
Una dosis de menos de 100 rem no provoca síntoma ninguno. Es el umbral en el que el cuerpo es capaz de reconstruirse casi al 100%. Si alguien recibe en todo el cuerpo una dosis de 200 rem es probable que ni lo note. Su cuerpo reparará las lesiones y ni siquiera se pondrá enfermo. Y más o menos en este nivel de dosis empiezan los problemas. Si se reciben más 200 rem la persona caerá enferma. La enfermedad se conoce como «radiotoxemia» o «enfermedad radiactiva». Se le caerá casi todo el pelo, sufrirá náuseas y se sentirá agotado. Ello es debido a que el organismo dedica tanto esfuerzo a arreglar los desperfectos, que se ve obligado a reducir otras actividades de gran exigencia energética, como la digestión. Las dosis por encima de 200 rem tiene muchas probabilidades de ser letal. A 300 rem la probabilidad de muerte llega al 50% después de 30 días. Una dosis de 1000 rem incapacitaría a una cualquier persona en cuestión de horas y la probabilidad de muerte es del 100% en 14 días.
En la wikipedia tenéis todo explicado con más detalle.
Algunos enfermos se niegan a recibir radioterapia por miedo a la radiación, pero es un error. Quienes han de tener miedo son las células cancerosas, ya que son más vulnerables a la radiación que las células normales, probablemente, porque dedican toda su energía metabólica a crecer y no a reparar los daños sufridos. Por eso, uno de los tratamientos anticancerosos más eficaces es someter al paciente a tanta radiación como pueda aguantar.
Aquí se presenta una paradoja. Se supone que cuanta más radiación recibamos, mayor probabilidad tenemos de desarrollar un cáncer y morir a causa de él. Así que dada una pequeña dosis de radiación, la probabilidad de que afecte a uno de los genes reguladores no es nula. A mayor dosis, mayor probabilidad y de forma proporcional; pero hay un límite: los expuestos al 100% de la dosis cancerígena nunca contraen cáncer, porque mueren antes de radiotoxemia. Y podemos considerar esa muerte como una causa diferente del cáncer.
Y hay que añadir otro dato. Cerca de un 20% de los seres humanos mueren de cáncer contraído por causas desconocidas. Cuando recibimos radiactividad lo que hacemos es aumentar ese 20%. Por ejemplo, si un individuo se ve expuesto a 100 rem hemos aumentado ese riesgo al 24% (todo esto, por supuesto, es de forma aproximada).
Por ejemplo, los supervivientes de Hiroshima y Nagasaki recibieron por término medio una dosis de 20 rem. Según los cálculos más aceptados, la probabilidad de padecer cáncer aumentaron en un 0,8%. Así pues, de los 100.000 supervivientes, 800 contrajeron un cáncer extra. Si lo comparamos con el número de muertes provocadas por el efecto de la misma explosión, fuego y radiotoxemia, la cifra osciló entre 50.000 y 100.000 personas. De los supervivientes muchos contrajeron cáncer, pero la inmensa mayoría no por causas directamente relacionadas con la bomba. Aun así, cualquiera que haya cogido un cáncer posterior a las bombas atómicas le echará la culpa sin pensárselo dos veces. Según los cálculos más fiables, de todas las víctimas de la bomba atómica de Hiroshima, menos de un 2% murió por cáncer debido a la radiación.
Otro clásico ejemplo muy citado es Chernóbil. Casi todos los estragos se produjeron en las primeras semanas. Dado que los núcleos explotan una sola vez, la radiactividad se consume, desciende con el tiempo. De hecho, al cabo de 15 minutos, ya había descendido a una cuarta parte de su valor inicial. Pasados tres meses, a un 1%. Hoy quedan algunos restos. Se calcula que unas 30.000 personas que se encontraban cerca de la central recibieron una dosis de unos 45 rem por cabeza, similar a la que recibieron los supervivientes de Hiroshima. Esta cantidad es muy pequeña para provocar muerte por radiotoxemia, pues la probabilidad de aumentar el cáncer de aquellas personas fue de un 1,8% extra, lo que significa unas 500 muertes adicionales por cáncer. El Gobierno Soviético decidió evacuar todas aquellas zonas en las que una persona fuese a recibir una dosis de 35 rem o más a lo largo de su vida. Hoy día la radiactividad de aquel lugar ha descendido en toda la región a un valor muy por debajo de 1 rem anual, por lo que en principio la gente podría volver a sus hogares.
La pregunta es, ¿estuvo justificada aquella evacuación? Veamos, la probabilidad de contraer cáncer de aquellas personas pasó de ser del 20% al 21,8%. Ahora os traslado la pregunta. Si os dijeran a vosotros que la zona en la que vivís que en lugar de tener un 20% de probabilidades de contraer un cáncer es de un 21,8%, ¿abandonaríais vuestras casas? Os recuerdo que estamos hablando de aproximadamente 500 muertes extra por cada 30.000 personas.
En 2006, la Agencia Internacional de la Energía Atómica hizo público su resultado más fidedigno de dosis total emitida por aquel suceso: diez millones de rem. Por supuesto, esta cifra no va a una sola persona, sino que se repartió por todas partes a las que el viento se pudo llevar. Entonces, los resultados son que el número de muertes provocadas por el accidente de Chernóbil será de unos 4.000 cánceres adicionales en toda la zona por la que se esparció la radiactividad. Y 500 de aquellas 4000 de la región de Chernóbil. No es para no preocuparse, pero hay una extraña paradoja: en aquella región había más muertes y dos razones eran afecciones cardíacas derivadas del tabaco y el alcohol. Bien, no voy a negar que aquel accidente fue trágico, pero ni la mitad de otros no menos trágicos.
El problema de estos temas es que los criterios son muy bajos y que ya existe una radiactividad natural en el medio ambiente. Y el problema es dónde fijamos el límite. Por ejemplo, en la ciudad de Denver, EEUU, sus habitantes tienen una exposición de 0,1 rem más que los habitantes de Nueva York. Como consecuencia, cualquier persona que viva o trabaje en Denver tiene una probabilidad de tener un cáncer en un 20,2% mientras que los de Nueva York un 20%. Si hay 2,4 millones de habitantes en aquella ciudad y no evacuamos, provocaremos 4.800 cánceres extra, es decir, ¡más muertes previstas como consecuencia del accidente de Chernóbil! ¿No evacuaríais inmediatamente la ciudad de Denver?
Sea como sea, nadie parece muy alarmado y a pesar de ese incremento natural, resulta que en Denver se registran menos muertes por cáncer que en otras partes del país.
Hablemos ahora del carácter de la radiación en función de los elementos que consideremos. Los hay que tienen una vida larga y otros corta. Los materiales de vida más corta liberan su energía de forma muy rápida, mientras que los de vida más larga la liberan muy poco a poco. O sea, a igualdad de número de átomos, un material con una semivida más larga es menos peligroso que uno con una semivida muy corta, ya que este último lo libera todo de golpe, mientras que el otro lo hace poco a poco y nos afectará mucho menos. No obstante, hay que tener en cuenta que hay que almacenarlo en algún sitio para protegernos de sus efectos. Veamos algunos ejemplos.
Para que los relojes brillen en la oscuridad se suele utilizar tritio, que tiene una semivida de 12 años. Esto significa que dentro de 12 años, el brillo se habrá reducido a la mitad. Pero claro, ¿quién se acordará del brillo de un reloj dentro de 12 años?
Otro ejemplo: el yodo 131. Su semivida es de 8 días. Esto significa que la mitad de la actividad de dicho elemento habrá desaparecido en 8 días; pero ojo, que la otra mitad sigue haciendo estragos. Pasadas diez semividas la actividad se habrá reducido a una milésima parte. El motivo por el cual el yodo es tan peligroso es que al tener una semivida tan corta la dosis emitida en este tiempo es muy elevada. El yodo se concentra en la glándula tiroides, donde su radiación provoca el cáncer de la misma. La mayor parte de los cánceres identificables provocados por el incidente de Chernóbil fueron precisamente de tiroides. Si alguna vez os veis expuestos a yodo radiactivo, lo que tenéis que hacer es tomar cuanto antes píldoras de yodo (por supuesto, de yodo no radiactivo). Vuestra glándula se saturará y no aceptará más yodo y así no podrá absorber el radiactivo. Sólo con que toméis dichas píldoras unas cuantas semanas (mientras que el radiactivo pierde su actividad) reduciréis mucho las probabilidades de un cáncer. Hay personas que creen que las píldoras de yodo protegen de los residuos de un reactor nuclear. Es falso, pues si dichos residuos tienen más de 10 semanas podemos decir que el yodo radiactivo ha desaparecido. El problema lo encontramos con otros materiales que tienen vidas medias más largas.
Otro ejemplo, el material utilizado para asesinar a Alexander Litvinenko era polonio 210, que tiene una semivida de 100 días. Imaginemos que el material hubiera tenido una semivida de dos días. El asesino se hubiera visto demasiado apurado de tiempo para administrarlo a su víctima; por otro lado, una semivida demasiado larga hubiera significado que la dosis no hubiera sido administrada de forma suficientemente rápida como para matar su víctima en un intervalo corto de tiempo. Entonces, ¿qué materiales son los más peligrosos radiactivamente hablando? Pues los de una semivida ni muy corta ni muy larga. El asesino juzgó que cien días era una semivida óptima.
El plutonio 239 procedente de las centrales nucleares tiene una semivida de 24.000 años. A igualdad de cantidades, el estroncio 90 es mucho más peligroso, pues la suya es de 30 años. El estroncio 90 o el cesio 137, al tener la semivida de 30 años emiten todo su poder radiactivo en lo que dura una vida humana. De ahí que sea, quizás, el material más peligroso.
El carbono 14, del que poseemos una cierta cantidad en el cuerpo, tiene una semivida de 5.730 años. Esto significa que no todo él nos afecta, sino una parte ya que lo que quede radiactivo una vez que hayamos muerto ya no cuenta. Imaginemos que encontramos los restos de un ser vivo. Si su radiactividad es cuatro veces inferior a la del mismo animal vivo, significa que aquel fósil tiene dos semividas, o sea, unos 10.000 años. Pero claro, esto nos sirve hasta 10 semividas. A partir de ahí hemos de emplear otros métodos, así que para el carbono 14 sólo tenemos un margen de hasta 57.300 años.
El flúor 18 tiene una semivida de algo menos de dos horas. Se emplea como contraste para hacer PETs para clasificar enfermos de alzheimer de forma precoz. El átomo se fija a una molécula que va al cerebro, donde se instala y nos permite reconstruir la imagen. Al cabo de cerca de veinte horas, es decir, tras más de 10 períodos de semidesintegración, ya no queda en el cuerpo prácticamente nada del flúor 18. Sí, el enfermo recibe una pequeña dosis, pero el beneficio de saber si tiene alzheimer de forma precoz mejora con creces sus inconvenientes.
La radiactividad tiene más aplicaciones. Por ejemplo, los alimentos, a veces, se tratan con radiación para eliminar bacterias, virus o insectos; y el procedimiento no los vuelve radiactivos. La Organización Mundial de la Salud ha declarado que no presenta ningún peligro.
Decíamos antes que todos nosotros somos radiactivos. A no ser que estemos muertos, en cuyo caso, nuestra radiación hubiera ido descendiendo y podríamos saber, a través de la radiación remanente, el tiempo que hace que murió. En eso consiste la datación por radiocarbono. El alcohol también es radiactivo. Por lo menos el que bebemos. El de botiquín no suele serlo, a no ser que se haya obtenido biológicamente, es decir, de la madera.
Veamos, el petróleo ha tardado más de 50.000 semividas del carbono 14 (280 millones de años) en formarse y durante todo ese tiempo el carbono radiactivo ha desaparecido casi completamente. Hay carbono 12, pero del 14 no queda ni rastro. De los combustibles fósiles podemos obtener alcohol, y si hiciéramos una bebida alcohólica a partir de ese alcohol la bebida no sería radiactiva. En EEUU está prohibido sacar el alcohol del petróleo para hacer bebidas. De hecho, la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos de EEUU analiza el vino, la ginebra y el whisky para determinar su radiactividad. Si un quinto de whisky (alrededor de 3/4 de litro) no emite como mínimo 400 rayos beta por minuto, la bebida no se considera apta.
Mientras que la gasolina extraída del petróleo no es radiactiva, lo biocombustibles, hechos de maíz, caña de azúcar u otros cultivos sí son radiactivos. Pero no os alarméis: no son radiactivos en una dosis peligrosa para el hombre; pero sí permite saber si su origen es realmente vegetal.
Fuentes:
Manuel Lozano Leyva, ¿Nucleares? Por qué no
Richard A. Muller, Física para futuros presidentes
El día 21 de febrero de 2011 a las 00:40
como siempre un gran articulo .
El día 21 de febrero de 2011 a las 00:41
Genial artículo, Omalaled. 😉
El día 21 de febrero de 2011 a las 03:01
Muy buen artículo. Dejas muy claro la importancia «real», práctica, de la radiactividad, sobre todo en los accidentes. Pero por mucho que la gente lo sepa, el miedo termina reinando. Aún me sorprendo hoy de que los aviones no tengan asiento 13, por el «por si acaso», como para que se vayan a vivir a Chernóbil.
El día 21 de febrero de 2011 a las 09:09
Que curioso. Me ha parecido curioso sobre todo la estimación de muertes de hirosima-nagasaki, siempre pensé que sería mucho mayor.
El día 21 de febrero de 2011 a las 09:55
Muy buen artículo, como siempre. Muy instructivo. Ahora solo falta que te mojes: ¿nucleares sí o no? 😉
El día 21 de febrero de 2011 a las 18:20
Muy buen artículo. Con una duda: das a entender que la evacuación estaba injustificada en Chernóbil porque el incremento de probabilidad de contraer cáncer era muy pequeño.
Pero eso es una evaluación a posteriori, disponiendo de todos los datos, los que se conocían entonces y los que aun no estaban disponibles. Si no es posible preveer con seguridad más allá de 2 o 3 días como evolucionan los anticiclones, digo yo que la difusión de la radioactividad no era completamente previsible… ¿O sí?
Además se me ocurren otras razones para evacuar además de la probabilidad de contraer cáncer ¿Afectaba la dosis de radiación a cultivos o animales de granja comestibles?
El día 21 de febrero de 2011 a las 20:26
Este artículo muestra que muchos de los temores relacionados con la industria de la energía nuclear son infundados. Resulta mucho más dañino seguir quemando carbón y petróleo con la certeza absoluta de estar emitiendo CO2 y otros contaminantes
que construir centrales nucleares asumiendo un riesgo, bastante pequeño, de accidente y haciendo un manejo responsable de los residuos. Pero por desgracia esa opción ha sido satanizada por grupos ambientalistas que juegan con los temores del público.
En mi opinion (que es solo mía y difiere de la de muchos expertos, lo reconozco) la solución a la dependencia del petróleo está en desarrollar baterías de alto rendimiento y usarlas en automóviles eléctricos que se recargarían con electriciad producida en centrales nucleares. En cambio los biocombustibles implican seguir usando motores de combustión que por el principio de Carnot tienen aproximadamente 40% de eficiencia máxima, y esto a costa de encarecer la comida, como ya se vió en el caso del maíz cuando los granjeros de EE. UU. empezaron a destinarlo a la producción de etanol en lugar de venderlo para hacer tortillas.
El día 22 de febrero de 2011 a las 01:35
A propósito del uso de la radiactividad para espionaje (Litvinenko) en el libro «Semillas de odio» (http://www.puntaweb.com/cgi-bin/libros/consultar_libro.pl?cod=176) de Gordon Thomas se describe que los servicios secretos de Israel han usado aerosoles radiactivos para marcar a colaboradores de las guerrillas palestinas que han capturado. Luego los liberan y utilizan equipos rastreadores de radiación para seguirlos y localizar sus escondites. Para completar: los aerosoles parecen haber sido desarrollados por el espionaje chino.
El día 23 de febrero de 2011 a las 00:39
Gracias a todos por los comentarios, y disculpad la tardanza en atender a los mismos.
Malonez: ¿Nucleares sí o no? Je jeeee, por mi parte, tendría que hacer un estudio serio de pros y contras; no obstante, no todo pueden ser renovables. Hay que tener unas centrales por debajo que no estén a merced del viento o de las nubes. A nivel de contaminación las encuentro menos graves que las de carbón o combustibles fósiles. Por lo menos, esos contaminantes podemos tenerlos más localizados. Pero es un tema que llevaría una larga discusión y no estoy plenamente cualificado (lo reconozco).
Jordi: no sé si la hubiera evacuado, pues es una decisión política. Déjame cambiarte la pregunta: si te dijeran que por vivir en una determinada zona tienes un 21,8% de probabilidades de tener un cáncer en lugar de 20%, ¿abandonarías esa ciudad?
javierzinho: ¡qué fuerte lo de los aerosoles! 🙂
Salud!
El día 23 de febrero de 2011 a las 02:56
Muy bueno el post y muy interesantes los datos respecto a la relación entre el cáncer y la radiactividad, pero ¿acaso la radiactividad no conlleva otros peligros para la vida de las personas? Porque he visto fotos y documentales sobre el accidente de Chernobyl o Hiroshima y siempre muestran a personas y niños con tremendas malformaciones y demás. Acaso eso no es provocado por la radiación también? O simplemente están metiendo miedo también con eso?
El día 23 de febrero de 2011 a las 10:26
Bien, aunque nunca me he aplicado especialmente a esta parte de la Biología, a ver si puedo contestar a Alfonso respecto a los otros daños:
Como bien dice omaleled, el daño principal de la radiación beta o alfa es la alteración de la secuencia de ADN, mediante la modificación de las bases nitrogenadas que lo conforman (las «famosas» letras adenina (A), timina (T), guanina (G) y citosina (C)) al romper los enlaces que las forman, o alterar algún grupo funcional.
En función de en qué gen ocurra esta alteración, y en qué tipo de célula (y este matiz es importante) hay muchísimas consecuencias posibles, que,en conjunto y de forma general,explican los síntomas a corto plazo y a largo plazo sobre los humanos de la radiación:
A corto plazo cuando afecta a células somáticas (las que forman el corazón, los riñones, el hígado,etc…)
– Genes que regulan el ciclo celular (si la célula crece, muere o se divide):
Cáncer (crecimiento celular descontrolado).
Muerte celular: Responsable de que el cuerpo parezca que se consume a sí mismo, no es tanto que se intente reparar, que lo intenta, sino que el cuerpo se muere, bien por que los genes responsables de la reparación celular están dañados y las células explosionan (necrosis) o bien porque la célula se autodestruye, en un sistema muy parecido a la voladura controlada de un edificio, como un último intento de mantener el cuerpo funcional (apoptosis). Cuanta más radiación, más células sufrirán este proceso y más rápidas las consecuencias clásicas que omaleled ha señalado correctamente.
Ahora bien, lo que ha pasado en Chernobyl con estos niños es que las mutaciones (las alteraciones del ADN) afectaron a las líneas celulares germinales, ¿Qué es eso? Las células generadoras de óvulos y espermatozoides; aunque los detalles son complicados, la idea es que estas células se dividen muchísimas veces (muchas más en hombres que en mujeres), y cada división aumenta el riesgo de mutaciones; pues bien, si a estas células, que ya presentan un alto riesgo de mutación (las responsables de que no seamos nunca una media ponderada de las características de nuestros padres), se les altera su ADN debido a la radiación, la persona que la ha recibido no solamente puede sufrir alguno de los efectos anteriores según la cantidad (colapso del organismo o cáncer), sino que, y esto es lo que hace la radiación tan dañina para los humanos, personas que no hayan sufrido esos problemas tendrán sus células germinales alteradas, y cuando vaya a tener descendencia, esas alteraciones se combinarán en el zigoto ( la célula primera que todos hemos sido, resultado de la fusión de un óvulo y un espermatozoide de nuestros padres) con el ADN del otro individuo ( que si además también fue irradiado, cosa probable si los padres eran de la zona de Chernobyl, peor que peor), generando alteraciones, mucho más graves de las que han sufrido los padres, en el embrión que se generará el zigoto; debido a que estas alteraciones pueden afectar a la distribución de cromosomas, modificar la tasa de expresión de genes que regulan el eje corporal o la simetría del organismo, o la conversión de células no diferenciadas en células de los distintos órganos.
El día 23 de febrero de 2011 a las 10:28
Sigo:
¿Por qué son tan graves estas “mutaciones germinales”? Porque esas alteraciones las heredarán TODAS las células del cuerpo; lo cual explica que los «hijos de Chernobyl» presenten esas terribles malformaciones corporales (no tener brazos, o piernas, hidrocefalias…), retrasos mentales, inmunodepresión congénita o que desarrollen distintos tipos de cáncer a edades muy temprana.Porque todas sus células presentan un “defecto de base”.Y todo ello porque la alteración de la línea celular de sus padre/s afectó al zigoto que le generó.
Por eso el daño de una zona irradiada o de la radiación se extiende a través del tiempo, no es solamente lo que sufre quien estuvo ahí, sus hijos no nacidos tienen bastantes números en la lotería de las alteraciones cromosómicas o genéticas.
El día 23 de febrero de 2011 a las 10:30
Sobre lo de los aerosoles, no lo veo claro. Si queremos que el manejo de los mismos sea seguro (más o menos) y no queremos matar directamente al individuo marcado, la cantidad de material radiactivo que se le echa encima debe ser pequeña, y en ese caso sería muy dificil de detectar a partir de algunas decenas de metros. No veo viable que así se pueda rastrear la localización de una persona.
Saludos,
Saludos.
El día 23 de febrero de 2011 a las 23:36
Sobre la observación de Poldete acerca de los aerosoles de marcado. Repasé el libro y no dan muchos detalles sobre el tipo de aerosol. Aunque Gordon Thomas es un autor y periodista serio que investiga cuidadosamente sus libros (basta con leerlos para darse cuenta de su rigor) no es un científico y podría haber malinterpretado alguna declaración de una fuente, pero no me parece suficiente para descartar la existencia de esa técnica. Voy a tratar de encontrar alguna información adicional en la red, si la hay. Lo que sí es completamente seguro es que el Mossad y el Shin-Bet nunca declararán nada 😉
El día 25 de febrero de 2011 a las 00:46
Qué buen artículo, magnífico. Excelente la explicación y la información desplegada.
El día 26 de febrero de 2011 a las 04:54
Me quedan dudas respecto a lo de Chernobyl, si bien entiendo tus razonamientos, por qué hoy en día con lo avanzado que se encuentra el estado del conocimiento en la materia todavía hay un megaoperativo cerrojo para no dejar que ingresen personas a Chernobyl sin control de tiempo y exposición a la radiación? Por qué se está pensando en fabricar otro sarcófago que dure más tiempo y no se arruine como el actual?
Les recomiendo este post de una motociclista hija de un científico que viajo a Pripyat.
http://www.kiddofspeed.com/chapter1.html
El día 26 de febrero de 2011 a las 08:32
Martín: muchas gracias por el enlace.
Si te vas al meollo, el material que hay allí dentro es peligroso y cuanto más tapado esté mejor. Ahora bien, en los alrededores, a una cierta distancia, las dosis que se reciben incrementan el riesgo de cáncer en ese porcentaje al que hacíamos mención.
En una central nuclear el material está muy protegido por contención, pero en los alrededores la gente camina traquilamente. Ahora bien, donde está el material debe estar muy protegido.
Si no contesto tu pregunta, hazmelo saber.
Salud!
El día 26 de febrero de 2011 a las 08:57
Lo que sospechaba: en caso de irradiación lo fundamental es reducir el tiempo de exposición y, sobre todo, evitar la incorporación de partículas radioactivas al organismo, porque si eso se produce entonces es imposible alejarte de la fuente. Por cierto, el libro de Leyva me gustó mucho.
El día 26 de febrero de 2011 a las 22:48
Gracias Omalaled.
Otro dato interesante es el de los astronautas que se encuentran en la ISS, cuando esta pasa por la Anomalía del Atlántico Sur (cerca de Brasil por cuestiones de magnetismo la radiación que llega a la tierra es mayor) los astronautas reciben mayor radiación que en otra parte de la órbita, pero el cuerpo se «limpia» el resto de la orbita y no genera mayores problemas a su organismo.
En la ISS hay un compartimiento con revestimiento especial en el que los astronautas se deben meter cuando hay alarma de tormenta solar ya que los protege de la mayor radiación en ese momento.
Saludos.
El día 1 de marzo de 2011 a las 16:00
Qué sorpresa la de ser radiactivo!! Lo imaginaba, pero no había encontrado algo que me lo confirmara…
Excelente artículo, y con tu permiso, lo utilizaré en mis clases.
El día 10 de marzo de 2011 a las 23:17
Increible articulo, hacia mucho tiempo que no pasaba por aqui, y el nivel es el mismo de siempre. Gracias
El día 10 de marzo de 2011 a las 23:46
Mauro: muchas gracias a ti por tus palabras.
Salud!
El día 13 de marzo de 2011 a las 20:43
Si la pregunta es, ¿conpensan 500 casos de cancer más en 30.000 hb?, yo respondo. Todo suma. Buen artículo.
El día 13 de marzo de 2011 a las 21:47
Buen artículo, sin duda. Me he dado cuenta que sabía muy poco sobre los efectos de la radiación.
Pero… creo que te bailan las cifras.
¿Como calculas esto?
«Como consecuencia, cualquier persona que viva o trabaje en Denver tiene una probabilidad de tener un cáncer en un 20,004% mientras que los de Nueva York un 20%. Si hay 2,4 millones de habitantes en aquella ciudad y no evacuamos, provocaremos 4.800 cánceres extra, es decir, ¡más muertes previstas como consecuencia del accidente de Chernóbil!»
Los 4800 canceres extras… creo que son muchos menos si haces bien los cálculos.
El día 14 de marzo de 2011 a las 09:17
Df: Sí, sí, pero, ¿compensa? 🙂
Carles Pérez: tienes razón: es 20,2… Lo corrijo. Gracias.
Salud!
El día 14 de marzo de 2011 a las 11:49
No hay que irse a Denver. En España tambien sucede lo mismo. En las sierras graniticas, (Madrid, Galicia) la radioactividad natural es muy superior a la registrada en poblaciones de la costa. Encima con la proliferación de urbanizaciones, sobre todo en Madrid, y el tipo de construcción realizada (con una parte subterranea) el peligro por acumulación de gas radón aumenta considerablemente.
http://www.publico.es/ciencias/220531/el-radon-una-amenaza-bajo-los-cimientos
http://www.elpais.com/articulo/madrid/Torrelodones/tiene/niveles/radon/superiores/recomendado/elpepiespmad/20090930elpmad_2/Tes
El día 15 de marzo de 2011 a las 12:59
Buen artículo, pero un par de cosillas:
– Dices que lo importante para evaluar el riesgo de exposición es el periodo de semidesintegración, pero no tienes en cosa cosas como el tipo de radiación emitida. Si tenemos un material que se desintegra en partículas alfa o beta el riesgo por exposición será mucho menor que si se desintegra en radiación gamma. La radiación gamma, a su vez, también puede tener distintas energías, y por tanto distinto riesgo.
– El 18F se usa principalmente para crear FluoroDeoxiGlucosa (FDG), que se usa en PET para detectar cánceres en crecimiento (es malo para el Alzheimer). Para la detección de Alzheimer se usa 11C en forma de complejo B de Pinttsburg (PiB), que se adhiere a las proteínas tóxicas que causan el deterioro mental.
El día 15 de marzo de 2011 a las 21:26
Vamos todos a Fukushima tios, yo llevo las pastillas (de yodo claro). Payasos
El día 15 de marzo de 2011 a las 21:46
¿Y por qué no nos invitas a ir a Bhopal?. Claro, como no hubo terremoto, ni tsunami… ni fue nuclear…, pues claro, no es tan espectacular, ¿verdad?
Salud!
El día 17 de marzo de 2011 a las 13:39
Diez y diez de la mañana del lunes 07 de marzo de 2011, un universitario japonés toma apuntes durante la clase de física nuclear en Fukushima University. Están estudiando las causas y los efectos de una fusión en el núcleo de un reactor y sus consecuencias a corto, medio y largo plazo. Para ello se sirven de los datos recopilados de anteriores sucesos como los ocurridos en Three Mile Island (28 de marzo de 1979, Pensilvania) y el accidente de la central nuclear de Chernóbil (26 de abril de 1986, Ucrania) entre otros.
Poco se puede imaginar nuestro universitario que cuatro días después como consecuencia de un terremoto de intensidad 9 en la escala de Richter y un posterior tsunami, su país, un referente tecnológico, sufriría además del desastre humanitario por las catástrofes naturales ocurridas, una crisis nuclear derivada de una central afectada por el seísmo y las posteriores olas de diez metros de altura y en algunos casos más de 5 kilómetros de longitud según fuentes gubernamentales.
Cómo puede imaginar mientras toma nota de los datos, que el lugar donde se reproducirán los efectos, que con diligencia el catedrático japonés va enumerando, será allí mismo, a unos pocos kilómetros. Cómo puede imaginar que en los libros del mañana la Central Nuclear de Fukushima I aparecerá como un ejemplo de catástrofe nuclear. Obviamente, no puede preverlo. Ni él, ni tampoco al parecer aquellos que construyeron la central nuclear de Fukushima.
Nosotros tampoco sabemos qué dirán esos libros que son los que leerán nuestros hijos, nuestros nietos quizá nuestros hermanos pequeños, en definitiva la pregunta es: ¿Qué dirán de nosotros las generaciones futuras si las hay?
Sería motivo de alegría que los autores de esos libros del mañana tuvieran la oportunidad de escribir fehacientemente que el accidente de Fukushima supuso un antes y un después en el uso de la energía nuclear. Que las naciones, los estados, que todos los pueblos y sus dirigentes entendieron el riesgo que suponen para la vida este tipo de instalaciones, que realmente no son ni controlables ni asumibles y, que por lo tanto, se abandonó su uso.
El día 17 de marzo de 2011 a las 14:37
Me parece perfecto: energía sin contaminar. Unas pieles de plátano, un chorro de agua y a generar megavatios de potencia.
Desgraciadamente, las cosas no van así. Somos unos consumidores de energía tremendos, estamos en una época de consumismo salvaje.
Lo que hay que hacer es consumir menos para que no hagan falta estas centrales. Pero me temo que la sociedad pide energía y no quiere las consecuencias de su generación. Y eso no es.
Bien, ¿cuál es la solución?
Salud!
El día 17 de marzo de 2011 a las 16:20
Una de las soluciones que se perfila como válida para garantizar la energía a los núcleos de población sin poner en peligro su vida ni la de su descendencia es la combinación entre las energías renovables de que disponemos y la generación de hidrógeno durante los periodos en los que se cree un excedente en la energía producida acumulando el hidrogeno en bombonas como alternativa y a la vez complemento de la electricidad en baterías ergo mejorando notoriamente la eficiencia energética de estos sistemas.
Además, durante este proceso de cambio en el que de una forma sistemática se cerrarán las centrales nucleares y se sustituirán por generadores de energías renovables, se debe invertir en I+D estimulando al mismo tiempo a los físicos e ingenieros y demás profesionales a mejorar lo presente en materia de energías renovables.
Es de vital importancia que la población asuma hábitos de ahorro de energía. Para ello deben ser informados de todas las posibilidades que existen para este fin.
La opción que presento de forma muy resumida es una de las muchas que existen. Y en todo caso si a alguien no le parece válida o factible, incluso si simplemente no le gusta, no debe resignarse con la energía nuclear. Hay que innovar y presentar un proyecto que garantice la energía para el bienestar y que además este en consonancia con la ley y la seguridad pública. A fin de mejorar el mundo en el que vivimos para los que vendrán mañana.
El día 17 de marzo de 2011 a las 23:58
Si pero lo que propones es utopico en el mejor de los casos.
supongamos que existe verdaderamente la voluntad de llenar el planeta de «ventiladores» eolicos. Esto nos llevaria a los siguientes problemas:
_Insuficiencia de fabricas para construirlos en un tiempo relativamente coerente (digamos 10 años).
_Insuficiencia de tecnicos especializados en la cuestion, serian nesesarios almenos 10 años para desarrollar un sistema confiable (que hoy no existe ni de lejos) y otros 10 años para educar a la cantidad suficiente de tecnicos antes de plantar el primer generador.
_Insuficiencia de materiales, dichos sistemas «alternativos» se hacen con grandes cantidades de aluminio y acero de alta calidad para soportar las inclemencias del tiempo. ¿de donde los sacamos? ¿de India? ¿de Brasil? ¿y acaso esos paises con abundantes recursos y baratisima mano de obra no estan en este mismo mundo? Ademas, ¿que energia usaran dichos paises para producir dichos elementos en cantidades descomunales?
_Por ultimo y esta es la cuestion principal ¿con que dinero? es decir, Alemania puede darse el lujo de gastar millonarias sumas en plantar ventiladores gigantes por todo el campo… pero ¿y Argentina? ¿y Somalia? ¿y Papua nueva guinea? de donde van a sacar las millonarias sumas para «transformar» su sistema electrico. De hecho en este momento ni España puede darse ese lujo ni mucho menos.
En fin, no quiero ser pesimista; pero el principal problema de las «tecnologias verdes» es que no son verdes en absoluto. El altisimo costo de fabricacion y la utilizacion de mano de obra barata, sumado a otros problemas como la megamineria en paises como Brazil hace que el costo humano y ecologico sea altisimo.
Por ultimo y con esto se las dejo picando. El principal promotor de la «energia eolica» a sino nada menos que el Club de Roma http://es.wikipedia.org/wiki/Club_de_Roma Quienes no son esactamente la asociacion filantropica por excelencia.
El día 24 de marzo de 2011 a las 05:08
Hay mucho que objetar en este artículo, pero me centraré en lo que creo que es más grave ya que transmite una idea errónea sobre el peligro potencial de sucesos como el de Chernobil y Fukushima.
Las investigaciones sobre los efectos de la radioactividad sobre seres vivos se centran en exposición a radiación de origen externo, del tipo que existe en instalaciones relacionadas con la energía atómica, producción de isótopos, manipulación y uso de material radiomédico, etc y que afecta al personal que trabaja en dichos lugares. En esos casos se puede hablar con propiedad de dosis medias y otras expresiones que implican un entorno controlado y homogéneo. Sin embargo, lo que caracteriza a los accidentes en centrales nucleares, explosiones atómicas, etc. es la difusión en el medio de isótopos radioactivos. Esto marca una diferencia fundamental, ya que en general su difusión no es homogénea (como sería la de un gas con una densidad similar a la del aire) y que interaccionan como elementos químicos que son. Así, unos elementos tenderán a agregarse formando partículas; otros, entrarán en ciclos biológicos; serán susceptibles de ser concentrados por fenómenos tales como el arrastre por lluvias con posibilidad de acumulación (léase concentración) en sedimentos etc.
El efecto de esto es que el peligro no está tanto en la exposición media calculada según el potencial radioactivo total dividido entre la superficie o población, sino en la posibilidad de entrar en contacto con una acumulación de material radioactivo (una mota de polvo que se haya pegado a la ropa) o, peor aún, que ese material se haya incorporado en nuestro cuerpo.
En cualquiera de los dos casos los efectos son mucho más graves. Fijémonos en la radiación alfa, por ejemplo. Hasta una hoja de papel actúa como una pantalla eficaz y si el emisor está a unos metros de distancia es muy posible que el aire detenga a la partícula. Sin embargo, si la emisión de la partícula alfa se produce dentro de nuestro cuerpo, no hay pantalla que valga: nos afectará con toda seguridad. Y una partícula alfa tiene un efecto mucho mayor que la radiación gamma.
Si el problema es que una partícula (una mota de polvo radioactivo) se ha instalado en o sobre nuestro cuerpo, llevaremos con nosotros nuestro pequeño trozo de basura nuclear, con miles de billones de átomos dispuestos a bombardear nuestras células, lo cual es una circunstancia muy grave. De ahí todos esos operarios pasando contadores geiger a la gente y las recomandaciones sobre tirar la ropa y no consumir alimentos que hayan estado expuestos. El incorporar una partícula es, ciertamente, de lo peor que le puede pasar a alguien. Y eso no tiene nada de media estadística: o te ocurre o no te ocurre.
Por lo tanto no es adecuado hablar de medias de exposición cuando tratamos con material radioactivo libre. Es posible que, en el mismo entorno, sólo unos pocos individuos sufran un nivel de radiación muy superior a sus vecinos, simplemente porque tuvieron la mala suerte de tener sus niveles de yodo bajos o porque inhalaron una partícula. Si se me permite la broma, hablar de niveles medios de radiación en un vertido radioactivo es como hablar de gramos de plomo disparado por metro cúbico de aire en un país en guerra.
Para terminar, sólo mencionar que los efectos que producen este tipo de eventos (exposición a material radiactivo próximo o interno) no están tan bien estudiados como los efectos de la radiación externa, por razones obvias. Eso sí, se ha considerado prudente el establecer tratados internacionales para prohibir tests nucleares en la atmósfera.
El día 24 de marzo de 2011 a las 19:20
por que demonios se dice radiActividad y no radioactividad
El día 24 de marzo de 2011 a las 21:05
trurl: tienes parte de razón, pero intentas particularizar un efecto que afecta a diferentes personas de diferentes maneras; y para hacer una cosa así hemos de tirar de estadísticas. Los que pudieran estar allí podrían morir directamente de radiotoxemia, pero igual que si hay una explosión química habitual los que estén más cerca tendrán más probabilidades de sufrir daños más graves o morir que los que estén más alejados.
Es cierto que una partícula nos puede afectar, pero hemos de saber medir la cantidad recibida y, entonces, utilizar estadística.
Hay gente que ha sobrevivido largos años después de padecer exposiciones en las que otros han muerto muy prematuramente y eso, hoy por hoy, es muy difícil de razonar por qué a una persona sí y a la otra no.
Por tanto, la mejor manera que tenemos de afrontar la radiactividad hoy día es a través de las estadísticas: si hay n personas afectadas, un cierto porcentaje contraerá cancer debido a ello y otros no. ¿Cuáles sí y cuáles no? Pues eso… estadísticas.
maria del mar: radiactividad y radioactividad están aceptadas por la RAE.
De hecho, creo que fue Marie Curie la primera en utilizar el término radiactividad y puso al radio el nombre que tiene por su intensa radiactividad.
Salud!
El día 25 de marzo de 2011 a las 16:25
omalaled:
Yo no discuto el uso de las estadísticas, lo que discuto es el uso de las estadísticas que desinforman en lugar de informar (no digo que tu intención sea la de desinformar, sólo que posiblemente has sido víctima de ciertos desinformadores). Las estadísticas se usan para suplir la falta de información más concreta. Una compañía de seguros no se contentará con saber que el X% de la población tiene problemas coronarios, más bien tratará por todos los medios de adquirir una información más exacta. En el caso de este artículo, te detienes en la estadística más genérica posible, la que, precisamente, hace aparecer los riesgos como mínimos porque se diluyen «estadísticamente» entre la mayor población posible. Es como si se dijese que sólo una cantidad ínfima de españoles muere ahogado en el mar y a partir de ahí alguien concluyese que las medidas de seguridad obligatorias en los barcos pesqueros son una expresión de histeria alarmista.
Si quieres evaluar el impacto de eventos como el de Chernobil con estadísticas, busca información de morbilidad según la exposición, no según fronteras políticas.
Otro punto que no he hecho explícito en mi torpe mensaje anterior, es que estimar los REM causados por un accidente nuclear que extiende resíduos por millones de kilómetros cuadrados es algo extremadamente difícil, por no decir imposible. No le concedo ningún valor real al número publicado para Chernobil por la OIEA (que, además, es parte interesada en favor de la industria nuclear*). Tanto pueden ser 10 MREM como podrían ser 20 veces más (o menos, pero de la OIEA espero una estimación a la baja).
Un cordial saludo.
(*) La OIEA es una organización fundada para «Promover el uso pacífico y seguro de la tecnología nuclear.» Lo de «seguro» se consideró conveniente añadirlo más tarde, en vista de los acontecimientos.
El día 14 de abril de 2011 a las 14:11
Siento los nervios de participar por primera vez en un blog, pero me veo obligado pues no veo la manera de contrarestar una información manipulada hasta el esperpento a todos los niveles.
Corregirme en todo aquello que creais estar en desacuerdo, pues cometer errores es una de las consecuencias del intento del autoaprendizaje.
Discrepo profundamente de todo aquello que huele a una inocente comparativa entre radiación natural y radiación artificial, la segunda no tiene nada que ver, por concentración física material y puntual, con la primera, y como se dijo antes, uno de los problemas fundamentales y escurridos por todos aquellos dependientes de la tremenda, apabullante y poderosísima industria energética y nuclear, es el efecto proximidad, sobre todo de ciertas partículas las cuales no existen de forma natural, creo, sino que han sido creadas por el hombre y en una concentración que nada tiene que ver con su presencia en la naturaleza, me refiero al Plutonio 239 por ejemplo, pero hay más, por supuesto.
http://www.ciaramc.org/ciar/boletines/cr_bol355.htm
Por no repetir datos, pongo el enlace a un estudio publicado hace tiempo sobre el citado efecto y que me causó una honda impresión al leerlo, no soy experto en energia nuclear, por lo que no puedo creer sin más un informe como no me creo sin más las conclusiones de cualquier artículo aquí o allí publicado, pero los cálculos matemáticos están al alcance de la comprensión de cualquiera con una mínima formación académica, falta por confirmar por personas con conocimiento en física nuclear, si los datos en cuanto a emisiones de partículas alfa y su energía y velocidad, repetición, etc, son correctos, con lo que se puede tal vez llegar a la conclusión para los profanos como yo en la materia de la verosimilitud del artículo con la colaboración de todos vosotros.
No quiero con esto entablar un debate nuclear si o nuclear no, debemos empezar por el principio, por divulgar conocimiento y verdades contrastadas, y si me lo permiten repetiré una cita del artículo que me impactó, ya que ante la falacia de argumentar que si dejamos las nucleares volveremos a la edad de piedra, la respuesta es que si, pero más lentamente.
Por último solo recordar que para algunos todo esto es simplemente superficial, y cuando digo algunos me refiero a los mil doscientos millones de seres que viven con menos de un dólar al día y sin agua potable, o los dos mil cuatrocientos millones que no disponen de saneamiento y casi tres mil millones sobreviven con menos de dos dólares al día, por tanto, cuéntenles a ellos lo de volver a la edad de piedra, hace tiempo que están instalados en ella.
Alguno me dirá que esto es demagogia, pero si es mentira que me corija, no hay energía para todos a no ser que se siga expoliando con nuestro consentimiento a la naturaleza y a la otra parte de la humanidad, porque no pagamos por lo que cogemos, muchas veces con el uso descarado de la fuerza de choque, eso si, humanitaria.
Un cordial saludo y gracias por la oportunidad.
El día 10 de octubre de 2011 a las 22:32
Aunque dicen que las nucleares son más seguras, siempre se acaban produciendo algunos accidentes que pueden matarnos si se da el caso. Nadie menciona tampoco qué hacer con los residuos de las nucleares, aparte de sellarlos y enterrarlos en países tercermundistas o lanzarlos a fosas marinas, en donde la sal acabará corroyendo los recipientes.
Si no fuese por estos «pequeños» problemas, las centrales nucleares serían una de las mejores formas de producir energía.
Saludos.
El día 13 de octubre de 2011 a las 16:09
Querido Omalaled;
No has entendido que Trurl ha puesto el dato que te falta en tu razonamiento. Hablas de Rem de exposición pero olvidas en cuanto tiempo sucede esa exposición. Lo importante en un accidente como el de Chernobil no es tanto el riesgo de exposición como el de contaminación.
El núcleo del reactor de una central nuclear no explota. Se funde. Lo que puede explotar es el hidrógeno producido durante la fusión.
El día 13 de octubre de 2011 a las 16:13
Por si interesa y hablando de radioactividad y probabilidad:
La probabilidad de que suceda un accidente con fusión de nucleo en una central nuclear española es del orden de 10 elevado a menos 5.
Supongo que Fukushima tendrá un análisis de riesgo similar al de la centrales españolas y que su resultado será similar. Lo que esoy seguro es de que no tenían contemplado en su análisis el impacto de inundaciones externas. Quiero decir que no entiendo el por qué la central no estaba diseñada para soportar un tsunami.