[Libro] Todo lo que hay que saber para saberlo todo
Conocí a Jesús Purroy, el autor del libro, en las Jornadas de Blogs y Ciencia de la Universidad de Granada. Este biólogo ha investigado en enfermedades humanas de base genética, ha publicado varios libros y actualmente se dedica tanto a la investigación como a la divulgación. El libro del que os quiero hablar hoy, «Todo lo que hay que saber para saberlo todo» ha recibido el Premio Europeo de Divulgación Científica «Estudi General«.
Es un buen compendio filosófico sobre la mejor forma que tenemos para llegar al conocimiento de la realidad. Como él mismo dice: «La decisión más importante que puedes hacer es creer. Lo que crees hace el mundo que vives. La información que aceptas como buena y la que rechazas condiciona lo que piensas y lo que haces.» Así que, partiendo de la base de que damos prioridad a unas creencias y otras no, Purroy analiza por qué son las creencias científicas las mejores candidatas. No coincido con él en que la ciencia es una creencia, pero me ha gustado el enfoque de considerarla como tal para ir desarrollando el tema.
Hay diferentes tipos de creencias: de tipo político, religioso o emocional, etc.; pero este grupo está separado de las creencias racionales. ¿Y por qué son irracionales las tres primeras? Sólo hay que pensar en que las conversaciones que traten sobre ellas nunca llegan a nada. Son creencias no discutibles para el individuo. Y aquellas que no son discutibles, tampoco son demostrables. Por ejemplo, aunque haya políticos que funcionen de manera desastrosa, hay quien nunca se rendirá a votarlos una otra vez; así como hay quien acepta la existencia de milagros, aunque sean incompatibles con su concepto de cómo funciona el mundo.
Para empezar, el autor pide aceptar dos premisas sin las cuales no podemos continuar. Una, que el mundo existe, y otra, admitir que lo podemos conocer. Aunque parezca mentira, hay gente que es capaz de negar que el mundo existe diciendo que es producto de nuestra imaginación. A esta postura se le llama solipsismo. Los solipsistas suelen salir en muchas conversaciones. Lo curioso de esta gente es que correrían tan rápido como una persona no solipsista si los persiguiese, por ejemplo, un león: no se la jugarían a comprobar si sus fauces son un producto de su imaginación. En esos casos, estos individuos abandonan sus creencias.
Da una guía de bolsillo para ver cuándo para distinguir cuándo ciertas afirmaciones son pseudocientíficas:
1.- No hay pruebas experimentales que las respalden.
2.- Están blindadas para ser irrefutables.
3.- Utilizan el lenguaje de forma poco clara.
4.- Nunca descartan hipótesis alguna.
Para poner en orden tus ideas debes tomarlas una a una y hacerte una serie de preguntas sobre ella: ¿te ha venido dada por la familia o el entorno? ¿es específica de tu tribu o la compartes con extraños? ¿qué pasaría si fuera falsa? Según las respuestas que des, las clasificas en un cajón o en otro. Por otro lado, todo lo que sea específico, heredado o esencial para tu estabilidad mental debes archivarlo como creencia irracional. Aquí entrarán tus gustos, identidad, religión (o ausencia de ella), gran parte de tus convicciones éticas y otro montón de cosas que no puedes discutir o prefieres no hacerlo. En el otro cajón tendrás el conocimiento basado en la razón: lo que has aprendido de fuentes fiables y lo que has comprobado en persona. Algunas de las creencias serán erróneas, porque tus fuentes fiables pueden haberte engañado, de buena o mala fe, o porque tú mismo puedes equivocarte. No pasa nada. El objetivo es identificar estas creencias erróneas y sustituirlas por otras mejores.
Habla de las cosas invisibles. A lo largo de la historia, los humanos han tapado huecos de conocimiento con esas cosas invisibles. Por ejemplo: el flogisto, el éter, el calórico, los átomos, los genes, la gravedad, la selección natural, la fuerza vital y toda una serie de divinidades. Entre las citadas hay de dos tipos con una diferencia decisiva: unas son invisibles y otras inexistentes.
Distingue entre objetos y conceptos. Los objetos son cosas reales, que bien pueden ser grandes, pequeños incluso invisibles (pero que pueden detectarse con un aparato de medida). Los conceptos son relaciones que definimos entre los objetos: enlace químico, herencia, velocidad, etc. Pues bien, las teorías combinan objetos con conceptos para explicar lo que sucede. Los vacíos que queden puedes llenarlos inventando conceptos y objetos. Si fuera así de fácil, todo estaría resuelto. Tienes todo el derecho a inventar conceptos o conjurar objetos invisibles, pero si quieres que te tomen en serio has de estar dispuesto a dar unas cuantas respuestas teóricas y prácticas. Las explicaciones teóricas debes darlas con un máximo de detalle y ver cómo cuadra con el esquema general. Si los objetos son invisibles hay que describir las características y el sistema de detección para confirmar su existencia. Y, claro, predecir qué sucederá cuando se ponga en una situación experimental.
Y es que los objetos invisibles no se ven: se detectan. El año 1957, James Lovelock, famoso después por la teoría de Gaia, fabricó un aparato para detectar cantidades minúsculas de sustancias de la atmósfera. El detector contenía un emisor y receptor de electrones y era sensible a la disminución del flujo de los mismos. Sirvió, entre otras cosas, para detectar los compuestos causantes del agujero de la capa de ozono. Los conceptos que utilizó para construirlo eran conocidos previamente, y era posible ponerlo a prueba para ver si funcionaba.
Si mezclar ciencia con política es peligroso, no hace falta decir qué pasa cuando la ciencia se utiliza como herramienta de poder. Y la estadística es una de sus argumentaciones. Pero hay que tener cuidado. Si Bill Gates entra en un bar, la renta per cápita de los clientes se multiplica, pero esto no es estadística, sino prestidigitación. Por ejemplo, si quieres saber qué efectos tiene el tabaco sobre el cáncer de garganta, has de mirar si el número de personas fumadoras con cáncer de garganta es significativamente mayor que el número de no fumadores del cáncer de garganta. Una diferencia significativa no tiene por qué ser grande. Una persona puede hacer un gráfico donde una diferencia parezca enorme: basta jugar con la escala (¿no recordáis a ciertos políticos españoles y sus gráficas?); pero, ni con toda la creatividad del mundo, puedes convertir una diferencia significativa en una que no lo es.
Cualquier brujo puede explicar por qué ha pasado un eclipse, pero ningún vidente puede profetizar cuándo será el siguiente. El día que un vidente o un brujo pueda predecir eclipses sin aplicar las fórmulas de Newton habrá llegado el momento de cerrar los centros de investigación y reconvertirlos en equipamientos sociales.
Los humanos somos unos crédulos sin remedio: nuestro cerebro acepta cualquier dato que le llega y lo transforma en una historia. Y por si fuera poco, hemos refinado la forma de autoengañarnos. Damos significados a coincidencias como cuando piensas en un amigo y de pronto te llama por teléfono. En ese momento, no recuerdas la cantidad de veces que has pensado en dicho amigo y no te ha llamado.
En ciencia tiene gran importancia el debate. La teoría que anuncies debe ponerse a prueba, con todos los datos que puedas aportar para que la juzguen. El escepticismo de los demás es un refuerzo a tu teoría. Cada vez que una explicación supera un intento de falsación tu teoría sale reforzada. Como si se colgara una medalla.
La insistencia en tener razón recibe el nombre de tozudez. Si además tienes datos en la mano que te contradicen entras en el terreno del fraude. Entre la tozudería y el fraude hay una enorme zona difusa donde conviven conductas más o menos reprobables. Citar un trabajo sin haberlo leído es grave, pero no tanto como firmar uno sin haberlo leído. Alterar algo el contraste de una foto para que se vea mejor el resultado es lícito, pero si el cambio de contraste hace desaparecer una señal no deseada te estás pasando de la raya. No obstante, dar una definición total y absoluta de fraude científico es difícil. Si muchas medidas te dan el mismo resultado excepto una, pensarás que te has equivocado e ignoras el dato. Algunos definen esta acción como fraude. ¿Lo es realmente?
Normalmente, asumimos que los científicos son honestos tanto o más que cualquier otro tipo de profesional. Por ello, cuando sale una noticia de fraude científico se habla mucho de ella. Nadie se sorprende ni presta atención cuando alguien vende un coche de segunda mano que no funciona o una cláusula abusiva en la letra pequeña de un contrato o porque un político promete algo que luego no cumple. Pero esto en ciencia no sucede. Es más, podemos estar seguros de que las tramas importantes no ven la luz. ¿Por qué? Pues porque todos los científicos llevan (llevamos si me permitís) un policía dentro, constantemente en la búsqueda de errores en los trabajos de los demás. Por otro lado, la línea entre el fraude, el autoengaño y el error es muy fina. Y no es lo mismo ser un mentiroso que un patoso. Además, el escrutinio de los trabajos científicos es constante, no prescribe y siempre hay alguien más inteligente que nosotros: los trabajos fraudulentos se descubrirán tarde o temprano. Y el castigo en la mentira en ciencia es siempre duro: la comunidad científica tolera la incompetencia y comprende el autoengaño, pero no acepta a los mentirosos.
Hay temas tabúes en ciencia. Todavía hoy. De hecho, los temas tabúes han ido eliminándose poco a poco, pero todavía hoy quedan. Hemos visto ejemplos de lo que ha pasado cuando alguien ha dicho que la Tierra no es el centro del Universo o cuando algún otro ha dicho que el hombre no es más que una rama dentro de un proceso evolutivo. Los temas que hoy día pueden llevar a la hoguera (por suerte, no a la de verdad) es el estudio entre parecidos y diferencias entre humanos. El determinismo genético y las diferencias entre humanos son, hoy por hoy, tema tabú. Por muchas razones, unas más buenas que otras, hemos llegado al consenso de que es peligroso discutir sobre las diferencias entre humanos, especialmente si los consideramos en grupos. Tomados de uno en uno, nadie tiene inconveniente, pero en el momento en que pones un grupo frente a otro (homosexuales, mujeres, maoríes, etc.) te has pasado de la raya.
El castigo por una transgresión de este tipo puede ser ejemplar. Si alguien no se lo cree, que se lo pregunte a Larry Summers, cuando era presidente de la Universidad de Harvard. En una conversación semi-pública dijo que las mujeres tienen, en general, menor aptitud para las matemáticas que los hombres y por ello, en las facultades de ciencias duras hay tan pocas. Salió de allí como un criminal, con durísimas críticas de todas partes.
No obstante, hay montones de datos que avalan lo que él dijo. Por lo menos, permiten discutirlo. Y algunos datos son neutros, como los exámenes de selectividad: hay chicas que sacan buenas o malas notas, pero entre los mejores resultados hay pocas chicas. En 2000 la socióloga Patty Hausman ofreció una explicación muy simple de por qué las mujeres no suelen estudiar ingeniería: porque no quieren. Tanto si tienen habilidad o no, prefieren hacer otras cosas.
Tiene una interesantísima parte dedicada a la bioética y la política relacionada con la ciencia. Desde considerar cuándo es o no lícito hacer pruebas con animales o seres humanos y los diferentes problemas de la ciencia en función de la política del lugar donde se desarrolla. También tiene otra parte en la que explica cómo se desarrolla (o no) la ciencia en función del sistema político en el que se encuentra y sus posibles consecuencias. Por ejemplo, no es lo mismo ser científico en una dictadura que en una democracia. No es lo mismo ser científico en China que en EEUU o Europa, en función de sus dirigentes. Y también de lo que sucede cuando los científicos, algunos claro está, tienen un montón de prisioneros con los que hacer experimentos o negocios, poniendo ejemplos desde Mengele hasta Lysenko y casos actuales de China (particularmente, la situación en 2007). Unas 10 paginitas de lo más explicativas sobre el tema que he leído.
Un libro, aparte de filosófico sobre la ciencia, muy informativo, cortito e interesante.
Título: «Todo lo que hay que saber para saberlo todo» (hay versión en catalán: «Tot el que cal saber per saber-ho tot»)
Autor: Jesús Purroy
El día 17 de mayo de 2010 a las 00:55
Me gusta lo que plantea y el punto de vista que nos das sobre el libro. Sin duda toca leerlo uno mismo para poder juzgarlo pero tiene muy buena pinta. Gracias
El día 17 de mayo de 2010 a las 11:11
Parece un buen libro para tener las ideas claras. Acerca de los solipsistas no estoy muy de acuerdo con lo que dices: uno puede ser solipsista y correr cuando le ataque un león porque obviamente nunca puedes estar convencido al 100%. De hecho es la única teoría que parece no partir de una hipótesis indemostrable (creencia?…) como que el mundo existe.
El día 17 de mayo de 2010 a las 15:13
Respecto al tema de las mujeres y las ciencias, creo que es peligroso inferir que tienen menores aptitudes para ingeniería de los datos sobre notas de selectividad, alumnas matriculadas, etc… Puede ser un «Post hoc ergo propter hoc». La diferencia puede ser debida a una falta de interés más que a una falta de aptitud y esa falta de interés puede estar motivada por factores sociales que cambian en cualquier momento (de hecho, el número de alumnas en ingeniería está en aumento, lo que es incompatible con una falta de aptitud «natural», y por tanto, fija, para la ingeniería).
El día 17 de mayo de 2010 a las 16:40
Muchas gracias por los comentarios. Quiero decir, ante todo, que cuando comento un libro, aunque lo pongo en primera persona, digo lo que afirma el autor, lo que no quiere decir que esté de acuerdo al 100%.
Malonez: es cierto lo que dices. En ese caso, el autor comenta que entonces no hay forma de poder aprender nada. Si no aceptas que el mundo existe y que no es una imaguinación sino una realidad, nos quedamos parados. Se necesitan hipótesis para generar el conocimiento. Lo que hay que hacer es tomar buenas hipótesis y no otras que se caigan por su propio peso.
Godzi: nedie infiere una cosa de la otra. Que haya correlación no significa que sea la causa. Como siempre, es una cuestión de interpretaciones.
Lo que está claro son los datos. Fíjate en el ejemplo de los exámenes de selectividad, ya que no hay nombres, sino números de DNI; de manera que los profesores no corrigen en función del sexo del aspirante; y eso es bastante neutro.
La frase decisiva en este caso es hay chicas que sacan buenas o malas notas, pero entre los mejores resultados hay pocas chicas. Pero esto nadie tiene que interpretarlo como algo machista, sino como algo medible.
Y ya que hablas de matrículas en ingeniería ¿sabes algúna página en la que pueda ver la evolución por sexos en matriculación de ingenierías física y/o química? Si es en España, mucho mejor. Gracias.
Salud!
El día 17 de mayo de 2010 a las 18:45
Omaladed,
Gracias por el comentario. Por supuesto, los datos están ahí y no es en absoluto machista «invocarlos». Yo creo que el problema es la interpretación de la frase «las mujeres tienen menos aptitud para las matemáticas». Si lo que se quiere decir con «aptitud» es que actualmente tienen menos rendimiento, eso es un hecho objetivo y medible. Si por «aptitud» se quiere decir que tienen menos capacidad «natural» para las matemáticas, eso ya es algo que no se puede deducir de los datos. Seguramente, por temas de exclusión social, el rendimiento escolar de los negros en EEUU en los años 60 era inferior al de los blancos, sin que por ello se pueda inferir que los negros tienen menor aptitud para los estudios.
Respecto a los datos de matrículas en ingeniería, hablaba de memoria (más que nada, los datos que mencionan los padres/madres de sus épocas de estudiante en las que había 1 ó 2 mujeres en arquitectura, aeronaútica, etc…). Pero indagando un poco, el INE da estadísticas desde 1998 para varios paises europeos. La matriculación de mujeres ha subido 3 puntos entre 1998 y 2007…
http://www.ine.es/jaxi/tabla.do?path=/t13/p405/e01/l0/&file=04003.px&type=pcaxis&L=0
El día 17 de mayo de 2010 a las 20:38
Omamaled, gracias por la reseña. Siempre es extraño ver qué aspectos del libro llaman más la atención a unos lectores o a otros. Has captado muy bien las ideas principales, y está claro que muchos de los temas son discutibles: me limito a ponerlos de manifiesto. En algunos casos me posiciono, pero en otros pongo la información a disposición de los lectores, para que lleguen a sus conclusiones.
El día 18 de mayo de 2010 a las 10:17
Con un título tan sugerente y los puntos que has descrito, tiene pintas de ser un libro muy interesante.
Trataré de hacerme con él, gracias por compartirlo.
Un saludo.
El día 18 de mayo de 2010 a las 15:41
Apesta a posmodernismo. Por medio de ese pensamiento se sientan las bases para cualquier tipo de relativismo, y no del que precisamente nos ayuda a conocer un poco más la realidad. Una pena.
El día 18 de mayo de 2010 a las 15:51
Michael Madison: antes de dar una opinión como esa, arguméntala. No puedes descalificar un libro en dos líneas con una argumentación tan vaga.
Salud!
El día 18 de mayo de 2010 a las 16:58
Certifico que el libro está libre de postmodernismo y de relativismo, epistemológico y moral. Contiene referencias a iconos de la cultura popular, desde los Beatles a Douglas Adams, pero supongo que esto no cuenta.
El día 18 de mayo de 2010 a las 18:56
No soy solipsista, pero entiendo que un solipista perseguido por un león puede huir para que su imaginación no le haga creer que sufre unos dolores terribles en caso de ser mordido, dolores que puedan llevar a la muerte cerebral (esto me recuerda MATRIX).
El día 18 de mayo de 2010 a las 20:25
En realidad, el solipsismo recibe un breve párrafo en el libro, no hay para tanto. Hay otros temas más relevantes, como por ejemplo: dónde van las teorías científicas cuando mueren, o cómo se puede justificar la invención de un objeto invisible para explicar un fenómeno natural.
El día 18 de mayo de 2010 a las 20:56
Una gran reseña para el que parece un buen libro.
Entrando en el contenido, las dos premisas iniciales, aunque no estorban, no son estrictamente necesarias, pues el solipsismo como teoría es incoherente, afirmación ésta para la que existen varios argumentos sólidos (aunque la versión española de la wikipedia que enlazas no sea precisamente la que mejor los explique).
@Edna Krabappel: para un solipsista su cerebro no existe, sólo su mente, por lo que no podría hablar de muerte cerebral.
El solipsista sí puede preguntarse qué genera el mundo que su mente percibe y responderse: «una parte inconsciente de mi mente». Entonces podría dedicar la parte consciente a estudiar la parte inconsciente y, aplicando el ensayo y error, la formulación de hipótesis y la experimentación mental, descubrir pautas, que podría llegar a expresar matemáticamente y que le permitirían a su parte consciente predecir con mucha precisión lo que la inconsciente hará a continuación en una situación dada. Pero un día podría hartarse de llamar «mi parte inconsciente» a su parte inconsciente y decide llamarla «universo». Pero la definición de universo de una persona realista y la que haría el solipsista son idénticas: la fuente y origen de mis percepciones. Por lo tanto, la única diferencia de facto entre un solipsista y un realista es que el primero piensa que si él deja de existir el universo lo hace con él. [Este argumento no es mío, aunque sí la forma de expresarlo; originalmente es de David Deutsch]
Un cordial saludo.
El día 18 de mayo de 2010 a las 21:19
Ahora me sabe mal haber sacado a colación el solpsismo porque como dice el autor no es una pieza importante de su libro, y efectivamente es muy interesante el basarse en conceptos invisibles en la ciencia, porque suele ser muy criticado por los «creyentes». De hecho muchas veces me da una sensación de desasosiego escuchar «materia oscura» que de forma exagerada viene a ser algo así como: las ecuaciones no me encajan, luego me invento este concepto y violá! todo cuadra.
El día 24 de mayo de 2010 a las 23:03
Se que me salgo del contexto, pero es que el post donde debería poner esto está cerrado.
Hace un tiempo se hablaba sobre la supremacía de la materia frente a la antimateria y del enigma que presentaba. Ahora parece ser que hay una pista.
http://www.generaccion.com/usuarios/17802/tevatron-se-acerca-al-misterio-existencia
Siento esta intromisión pero me parece un gran descubrimiento.
Un saludo.
El día 25 de mayo de 2010 a las 14:13
A malonez: La verdad es que no es asi en el caso de la materia oscura. Hay multitud de evidencias (pero muchas, muchas) de la existencia de materia en el universo que no emite radiacion. De hecho, no seria bastante mas negligente negar la existencia de algo porque no emite en el espectro que a nosotros, como seres humanos, nos es mas familiar?
La energia oscura… eso ya es otro cantar 😉
El día 26 de mayo de 2010 a las 06:53
He terminado luego de una medianamente larga cantidad de noches de leer absolutamente todos tus articulos y llegue a la conclucion de que son uno mejor que el otro!!!!!!
ahora no se que leer para saciar la sed de conocimientos que tengo jajajaj
te envio un enorme abrazo desde Cordoba (Argentina)
El día 27 de mayo de 2010 a las 11:41
Estudiante: no lo sientas. Gracias por la aportación.
Nicolas: muchas gracias. Siempre digo que tenéis una moral impresionante.
Salud!
El día 25 de julio de 2010 a las 04:41
Omalaled podrías mencionar algunos de los casos de las investigaciones influidas políticamente en China que se mencionan en el libro. La referencia al 2007 no me es suficiente para que me vengan a la mente.
Pd: Hace tiempo que no pasaba por el blog, estuve bastante atareado realizando mi tesis, que precisamente trataba sobre la relación entre ciencia, tecnología y política. Me estoy poniendo al día en los artículos antiguos del blog, ¡me ha encantado ver que sigue tan bueno como antes, sino mejor!
El día 25 de julio de 2010 a las 10:48
Marfil: muchas gracias por tus palabras. Me alegra saber del tema de tu tesis, que es muy interesante.
El libro comenta que lo que había en China era un tráfico bestial de órganos. Cuando alguna persona que pagaba pedía alguno, rápidamente, se ejecutaba un priosionero (o quizás moría por accidente) y rápidamente se hacía el negocio. No he sabido ver dónde estaba la fuente, pero una búsqueda en google con las palabras que te he puesto en el enlace verás que te llevan a un montón de artículos de diarios y datos sobre este tema. Sobre todo era eso en China en 2007: el tráfico de órganos de prisioneros.
Salud
El día 25 de julio de 2010 a las 12:12
Yo también pienso que la ciencia es una creencia. De hecho ciertos conceptos como el origen del tiempo, la eternidad, el infinito, se escapan a nuestro finito cerebro, pero no por ello la ciencia deja de intentar explicarlos.
Las hipótesis de la ciencia son creencias, es más son las que hacen a avanzar a esta. Las creencias son el motor de la ciencia, y probablemete de la humanidad.
Estoy de acuerdo en que hay creencias más racionales que otras, pero no lo veo como compartimentos estancos, y no cabe duda que se acaban relacionando de algún modo.
A mi la creencia en la ciencia ha ido limando mi creencia en la religión (cristiana), por ejemplo.
Un saludo
El día 25 de julio de 2010 a las 18:39
Gracias por la referencia Omalaled, ya la encontré en más detalle también en el artículo de «Ciencia, política y sociedad» que escribiste.
El día 27 de agosto de 2010 a las 11:11
Sobre el tráfico de órganos, en el libro doy esta referencia, que es el testimonio de un médico chino ante un comité del Senado americano:
http://waysandmeans.house.gov/legacy/trade/107cong/7-10-01/7-10wolf.htm
El día 4 de diciembre de 2010 a las 01:50
Sé que está totalmente fuera de contexto en esta entrada, pero es la primera vez que veo esta página, me ha llamado mucho la atención este libro (más que por esta entrada, porque está en los libros de Google, y me parece que está escrito de una forma muy amena), me lo leeré en breve, pero mi comentario va a informar de una red social de libros, que recomiendo muchísimo: http://www.anobii.com/ y me he atrevido a recomendarla por el link que he visto más arriba de «Libros que he leído»
Un saludo y gracias.
El día 10 de junio de 2014 a las 00:24
Hola , quisiera saber como puedo descargar el libro Todo lo que hay que saber para saberlo todo…..