Estos científicos están chiflados

Publicado el 9 de mayo de 2010 en Historias de la ciencia por omalaled
Tiempo aproximado de lectura: 5 minutos y 49 segundos

Quizás el título no se corresponda con lo que os quiero contar en nuestra historia de hoy. Por un lado, quiero explicar a las mujeres lo peligroso que puede ser tener un novio biólogo apasionado y a los hombres los peligros de tener como padrino de bodas a un paleontólogo igual de apasionado.

Empezamos por el biólogo.

Estamos en la década de los años 1940, en la sala de actos de la Universidad de Cornell, en una clase de biología. Son las ocho de la mañana y los alumnos tratan de concentrarse. A la mayoría de los estudiantes la introducción a la genética de la mosca de la fruta se les hace muy cuesta arriba. Hay una alumna llamada Lotte Sielman que está lo suficientemente despierta como para oír al profesor que dice:

– Tenemos un alumno que ya ha publicado algunos estudios al respecto: George Streisinger. ¿Dónde está?

Y nadie contesta. Strisinger estaba todavía en la cama. La segunda vez que oyó el apellido, Lotte lo recordó al instante. Era el compañero de piso de su novio. Se lo había descrito como a un «chiflado» y probablemente, según decía el mismo novio, a Lotte le caería muy bien. Tan bien le cayó que acabó casándose con aquel chiflado (después de dejar al novio, claro está). Años antes, Strisinger había aprobado una prueba excepcionalmente dura para entrar en el Bronx High Scool of Science, que cuenta entre sus exalumnos con nada menos que seis Premios Nobel.

Strisinger era un naturalista nato. De niño, en Budapest, pasaba las tardes cazando mariposas o cuidando las palomas que su padre criaba en la azotea de su edificio. Tuvo que abandonarlas en 1939, pues el gobierno húngaro había aprobado las leyes antisemitas. Su futura esposa había hecho lo propio de Munich un año antes.

Lo divertido de la historia es la relación que hubo entre ambos, en la que su trabajo como investigador interaccionaba con sus vidas. Cuando Lotte se fue a Colorado para pasar las vacaciones con su familia, Strisinger le envió unos plátanos y unas probetas para que le cazara moscas de la fruta. Cuando acababan de conocerse solían asistir a conciertos de música de cámara o dar paseos para observar pájaros. Lotte recuerda que sus citas a menudo terminaban en un entorno muy romántico: en una charca del lugar a la que «George me llevaba para que observara los rituales de apareamiento de ranas y salamandras». ¿Os imagináis la situación?

George se trasladó a Indiana para trabajar con Salvador Luria mientras que Lotte se quedó en Ithaca terminando su maestría. Siempre que podía, nuestro hombre recorría en autoestop más de 220 kilómetros (mitad de ida y mitad de vuelta) para ir a verla.

La pregunta es: ¿quién es el chiflado, él por ser como era o ella por aguantarlo?

Vamos a la otra historia. En los momentos de descubrimiento los científicos olvidan las convenciones sociales. Una pareja se iba a casar en 1924. La boda no es en sí lo importante, sino lo que sucedió con el padrino mientras se estaba vistiendo. Antes de presentároslo, he de poneros en precedentes.

Por aquella época era de sobras conocido que Darwin había conjeturado en su libro «El origen del hombre» que nuestra especie se había originado en África. La razón era porque nuestros parientes más próximos, los gorilas y los chimpancés, se encontraban allí. Pero no era más que un presentimiento y no había fósiles que lo respaldaran. Entre nosotros y el antepasado común que debíamos haber compartido con los grandes simios, un ancestro con más aspecto de simio que de humano, se abría una gran brecha.

Por otro lado, es fácil admitir la evolución en las diferentes especies, pero no en nosotros. Hay quienes admiten tranquilamente que los mamíferos evolucionaron a partir de los reptiles, pero todavía hoy les cuesta aceptar que nosotros hayamos evolucionado desde otra especie. Animados por la creencia religiosa de que el ser humano es un objeto especial de la creación, se resisten a aceptar que somos un producto del proceso ciego y mecánico de la selección natural. Si eso es así hoy día, imaginad por aquella época. Así mismo, he de recordar que un año después del que hablo, en 1925, el profesor John Scopes fue juzgado y hallado culpable de violar la Ley Butler del estado de Tenesee, donde enseñaba. Curiosamente, aquella ley prohibía ya no enseñar la evolución en general, sin la sola idea de que los humanos habían evolucionado.

Pues bien, el padrino de la boda era un joven profesor de anatomía de la Universidad de Witwatersrand llamado Raymon Dart. Poco antes, un antropólogo aficionado había hecho correr la voz de que estaba buscando «hallazgos interesantes» para llenar un nuevo museo de anatomía. Mientras se estaba vistiendo para el evento, el cartero le trajo dos cajas de rocas que contenían huesos excavados en una cantera de caliza cercana a Taung. Él mismo nos explica qué pasó:

Tan pronto levanté la tapa, un escalofrío de excitación me recorrió el cuerpo. En la parte superior de la roca había lo que sin duda era el molde superior de un cráneo. Si hubiera sido el molde endocraneal fosilizado de cualquier especie de simio, hubiera sido un gran descubrimiento, pues nunca antes se había hallado tal cosa. Pero supe desde el primer momento que lo que tenía en mis manos no era un cerebro antropoide normal y corriente. Lo que tenía, en arena consolidada con caliza, era la réplica de un cerebro tres veces más grande que el de un babuino y considerablemente mayor que el de un chimpancé adulto. Podía apreciarse con claridad la singular imagen de las circunvoluciones y surcos del cerebro y los vasos sanguíneos del cráneo.

No era bastante grande para un hombre primitivo, pero incluso para un simio era un cerebro grande y abultado y, lo que era más importante, el prosoencéfalo era tan grande y había crecido tanto hacia atrás que cubría casi completamente el romboencéfalo.

¿Había allí, en aquel montón de rocas, alguna cara que correspondiese al cerebro? Rebusqué febrilmente en las cajas. Mi afán se vio recompensado, pues encontré una gran piedra con una depresión en la que el molde encajaba a la perfección. Vagamente visible en la piedra había el perfil de un trozo de cráneo e incluso la parte posterior de la mandíbula inferior y un alvéolo de un diente que me decía que el rostro debía hallarse por algún lado del bosque (…)

Permanecí en la sombra sosteniendo el cerebro con la misma codicia que un avaro abraza su oro, mientras mi mente se dispersaba. Tenía, de eso estaba seguro, uno de los hallazgos más importantes jamás realizados en la historia de la antropología. La desacreditada teoría de Darwin de que los antiguos progenitores del hombre probablemente habían vivido en África me vino a la mente. ¿Iba a ser yo el instrumento del hallazgo de su «eslabón perdido»?

Lo que había encontrado Raymon Dart era el primer especimen de lo que hoy conocemos como Australopithecus africanus. Durante los tres meses siguientes, Dart realizó una meticulosa disección de la roca con la ayuda de unas agujas de calceta afiladas que tomó prestadas de su mujer consiguiendo revelar el rostro completo. Era la cara de un niño conocido hoy como el niño de Taung en que podían verse los dientes de leche, incluso algunos molares que empezaban a salir. Lo interesante era la mezcla de caracteres de simio y de humano que le convencieron totalmente de que había tropezado con los albores de la ascendencia humana.

Pero bueno, volvamos al momento. En esos pensamientos estaba cuando…

Estas agradables ensoñaciones fueron interrumpidas por el novio, que me tiraba de la manga. «Por Dios, Ray», me dijo, intentando reprimir la urgencia nerviosa de su voz. «Tienes que acabar de vestirte inmediatamente, o tendré que buscarme otro padrino. El coche nupcial llegará en cualquier momento».

Fuentes:
«Una historia de la biología según el conejillo de indias», Jim Endersby
«Por qué la teoría de la evolución es verdadera», Jerry A. Coyne



Hay 24 comentarios a 'Estos científicos están chiflados'

Subscribe to comments with RSS or TrackBack to 'Estos científicos están chiflados'.

  1. #1.- Enviado por: Unforgiven

    El día 9 de mayo de 2010 a las 23:30

    Como siempre una genial historia, desde hace años sigo el blog pero apenas me animo a postear.
    Gracias por darnos rayos de luz en el mundo de oscuridad donde a veces vivimos, gracias.

  2. #2.- Enviado por: Daniel

    El día 10 de mayo de 2010 a las 07:14

    Supongo que cuando Streisinger llevaba a su novia a observar los «rituales de apareamiento de ranas y salamandras» era con la esperanza de que captara la indirecta…

  3. #3.- Enviado por: Theodore Kord

    El día 10 de mayo de 2010 a las 08:08

    Leyendo la explicación de Dart sobre su descubrimiento, se me han puesto los pelos de punta.

    Muchas gracias por tu blog.

  4. #4.- Enviado por: omalaled

    El día 10 de mayo de 2010 a las 10:14

    unforgiven: muchas gracias a ti, por leerlas y por tus amables palabras.
    Daniel: pues no sé, pero yo no me atrevería a hacer una cosa así con una novia… vamos, más que indirecta, creo que la novia podría percibirlo como una directa total 🙂 ¿Te imaginas? … «bien, querido, ¿y cuál será ahora tu ritual? 🙂

    Salud!

  5. #5.- Enviado por: yo

    El día 10 de mayo de 2010 a las 11:51

    «La pregunta es: ¿quién es el chiflado, él por ser como era o ella por aguantarlo?»

    Un poco borde, ¿no? o es que es mucho mejor la gente que se pasa 10 horas delante de un ordenador? o que todas las noches se vaya de juerga?

  6. #6.- Enviado por: omalaled

    El día 10 de mayo de 2010 a las 12:01

    yo: no entiendo del todo tu comentario.

    Un poco borde, ¿no?

    Se trata de una ironía. Por favor, no me hagáis poner los tags tipo «mode ironic on» y «mode ironic off»; creo que desde el título el tono del artículo se entiende perfectamente.

    Salud!

  7. #7.- Enviado por: César

    El día 10 de mayo de 2010 a las 13:57

    Streisinger era la repanocha. Como científico era de primerísimo nivel: fue el primero en clonar un vertebrado, el pez cebra (con el que los humanos compartimos el 80% del genoma). Como profesor era, como mínimo, original: organizaba clases de baile a las que se invitaba a estudiantes de primero y alumnos de otras carreras. El resultado entraba en el examen, después de todo se trataba de ilustrar la síntesis de las proteínas.
    Murió haciendo submarinismo.

  8. #8.- Enviado por: ElHombrePancho

    El día 10 de mayo de 2010 a las 17:34

    @César: «El resultado entraba en el examen, después de todo se trataba de ilustrar la síntesis de las proteínas.»

    ¿Cómo? No lo he entendido…

  9. #9.- Enviado por: omalaled

    El día 10 de mayo de 2010 a las 17:54

    ElHombrePancho: como he devuelto el libro a la biblioteca, ya no puedo rebuscarlo, pero así de memoria, era porque les hacía bailar al igual que los átomos que componían las proteínas.

    Estoy seguro que aquella lección la aprendían 🙂

    Salud!

  10. #10.- Enviado por: Alfonso

    El día 10 de mayo de 2010 a las 21:22

    Omalaled: Hasta ahora no he tenido un profesor que organice bailes para aprender como Streissinger (o como se escriba xD) Pero sí he tenido un profesor de física que se ponía a dar vueltas en su silla para ilustrarnos acerca del momento angular o comenzaba a gatear como los animales cuando hablaba sobre el centro de gravedad xD

  11. #11.- Enviado por: panta

    El día 10 de mayo de 2010 a las 22:21

    Omalaled, podrías glosar el libro ‘Una historia de la biología según el conejillo de indias’, es realmente bueno. Lo leí el pasado verano junto con ‘fronteras de la vida’ de John Postgate.
    Ambos absolutamente deliciosos.
    Saludos

  12. #12.- Enviado por: omalaled

    El día 10 de mayo de 2010 a las 22:36

    Theodore Kord: se me había ido tu comentario a la lista de posibles spam. Ya lo he liberado. Yo he leído y releído el párrafo de Dart. Debió ser un momento algo más que inolvidable para él.
    Alfonso: je jeeee, estoy seguro que jamás olvidarás esas clases y las recordarás con nostalgia… y si llegas a ser profesor un buen día, harás cosas similares 🙂
    panta: ¡pero si conocí esos libros gracias a ti! 🙂 Ok, le prepararé una reseña.

    Salud!

  13. #13.- Enviado por: Alfonso

    El día 11 de mayo de 2010 a las 03:19

    Omalaled: espero que no, porque no me gustaría ser profesor de fisica habiendo estudiado algo completamente distinto xD Pero sí, esas cosas no se te olvidan nunca jajaja xD

  14. #14.- Enviado por: Offler

    El día 11 de mayo de 2010 a las 08:31

    Hombre, yo creo que decir que Witwatersrand está en Sudáfrica no estaría de más, y que no es que «un antropólogo aficionado» hiciera correr la voz de que buscaba muestras, sino que Raymon Dart era antropólogo aficionado

  15. #15.- Enviado por: InnI

    El día 11 de mayo de 2010 a las 10:32

    Y el peligro de tener un novio y un padrino biologos es…? que el padrino tardo un poco en vestirse?

    No entiendo la historia, que el padrino recibio en un paquete que contenia un descubrimiento antropologico interesante mientras se estaba vistiendo, y…? Y eso que tiene de especial? Ademas, se cuenta lo «flipado» que era George pero Lotte tambien era biologa y disfrutaba de la misma aficion, quizas era mas flipada que el. Asi que no entiendo lo de «aguantarlo».

    A no ser que la historia termine con que no se casan porque se van a examinar el craneo o lo que sea, pues todavia la historia tiene algo de interesante. Pero vamos, o no he entendido el texto o tiene la misma relevancia que contar que esta mañana me he tomado unos cereales con leche.

  16. #16.- Enviado por: niñaimantada

    El día 11 de mayo de 2010 a las 11:41

    No pienso que el biólogo apasionado sea el chiflado, así que la esposa será la que debería de estar igual de chiflada que yo por estar encantada de soportar eso.

  17. #17.- Enviado por: InnI

    El día 11 de mayo de 2010 a las 12:14

    niñaimantada

    Pero soportar qué, si ambos tenían las mismas aficiones? que ella también era bióloga. como mucho podríamos hablar de una curiosa pareja, pero si ambos estudian lo mismo y tienen aficiones extrañas (que no creo que tanto, porque cazar mariposas, criar palomas o ir a un parque a ver animales no se que tiene de «extravagante»), no veo el motivo que lleva a pensar que «él es el chiflado y ella tiene que aguantarle» y no «ella es la chiflada y él tiene que aguantarla». Quién sabe si las aficiones eran sobretodo de ella y él le seguía la corriente… Aunque me inclino a pensar que ambos eran tal para cual.

    Por poner un ejemplo, es como si yo me quedo un sábado hasta las 5 de la mañana con mi chico programando un script para irc, al día siguiente nos tragamos una maratón de Alien, otro día vamos a una exposición de comics, etc. Pues alguien puede decir «que tío tan friki y que paciencia la de ella por aguantarle». A lo que yo diría «lo mismo es a los dos nos gustan estas cosas».

  18. #18.- Enviado por: omalaled

    El día 11 de mayo de 2010 a las 12:23

    InnI:

    ¿has leído más artículos de este blog? ¿sabes de qué va? ¿sabes cuál es su filosofía?

    No entiendo cómo, por un lado, pones un comentario dicendo que es un artículo irrelevante y por otro estás tan atento a los comentarios. ¿Por qué vuelves si tan irrelevante te parece?

    Salud!

  19. #19.- Enviado por: InnI

    El día 11 de mayo de 2010 a las 13:34

    Este es un blog de:

    Historias de la ciencia – Historias y anécdotas sobre técnicos, científicos y curiosidades.

    Me gusta la ciencia, me gusta la tecnologia y me gusta leer curiosidades sobre ellas. Ademas me gusta este blog. Pero, o no he entendido el articulo (que puede ser) o no veo donde esta la parte anecdotica. Si en las excentricidades (que no las veo asi) de un biologo famoso y su novia, si en el hecho de que se iba a casar (como el 99,99% de la gente) o si el cuñado recibio el craneo mientras se vestia para la boda. Y tampoco veo en que puede afectar todo esto a Lotte. Es mas, creo que cualquier persona se sentiria afortunada por tener una relacion (de pareja, de amistad, etc.) con eminencias de este calibre.

    Estoy atenta a los comentarios porque trato de tener la educacion de responder a quien me habla. Pero que si solo se pueden escribir comentarios alabando el articulo, lo decis y no vuelvo a comentar, que no me cuesta nada.

  20. #20.- Enviado por: omalaled

    El día 11 de mayo de 2010 a las 15:48

    InnI:
    ¿Encuentras normal o habitual que un chico se lleve a su novia a ver los rituales de reproducción de las ranas y salamandras? Quizás tú no lo encuentras anecdótico, pero el que escribió el libro de donde lo he sacado, sí. Y es más, la propia Lotte lo encontró anecdótico, si no, nada hubiera dicho de ello, ¿no te parece? He conocido a muchos biólogos y no sé de ninguno que durante el noviazgo haya llevado a su novia de forma habitual a espectáculos de ese tipo. Para mí es un detalle, como mínimo, curioso.

    Lo de Raymon Dart sale en un libro llamado «Por qué la teoría de la evolución es cierta» y el autor lo reproduce entero. Él tampoco lo encuentra irrelevante. Si fuera así, no lo pondría. Yo me pongo en la piel de él. Me imagino que mientras me visto para hacer de padrino de boda tengo en mis manos un avance científico sin precedentes y me olvido que he de vestirme. Y me pongo en la piel del novio, horrorizado, viendo que su padrino de bodas está obsesionado mirándose unas malditas piedras mientras él se tiene que casar y van a llegar tarde. A ver cómo le explicaba eso a la novia. Si hubiera sido en su laboratorio, con todo el día por delante, seguramente, no lo sería tano, pero yo sí veo la situación un tanto cómica.

    Cuando decías que era como si tú te habías tomado unos cereales con leche, no es exacto. Mientras tú te desayunas esos cereales con leche no tienes en tus manos un descubrimiento arqueológico jamás visto antes. Si un día lo hicieras, créeme que muchos periodistas te preguntarían ¿y qué sintió mientras desayunaba sus cereales con leche en aquel instante? Con tus argumentaciones, tendrías que contestar «¡es irrelevante!».

    Y es que poniéndonos así, todo es irrelevante. Que si Bohr hizo de portero de fútbol o Marie Curie se desmayó un día en clase porque apenas comía también podría ser igual de irrelevante; pero eso son las anécdotas las (como se dice en el encabezado del blog) «anécdotas sobre científicos». ¿Las encuentras sin importancia o irrelevantes? Entonces este blog no te interesa.

    Por otro lado, no me puedes exigir que lo que escriba sea relevante según tu criterio. Habrá artículos que te gustarán más y otros menos (o quizás no te guste ninguno), otros que encontrarás irrelevantes y otros que no; pero no es tu criterio quien marca el artículo, sino el mío. Escribirlo uno mismo tiene esas ventajas 🙂

    Resumiendo: yo lo como veo dos anécdotas que me han encantado. Sí, tú las encuentras irrelevantes, pero yo no.

    Salud!

  21. #21.- Enviado por: Edna Krabappel

    El día 14 de mayo de 2010 a las 19:25

    Es habitual idealizar a los «grandes» de cualquier disciplina pero si luego tienes el placer de estrecharles la mano y conversar unos minutos ves que son gente normal con sus rarezas y manías además de esa extraordinaria brillantez en ese campo en el que tú eres un simple don_nadie.
    Recuerdo quedarme extrañado y descolocado cuando vi en persona a Philippe Flajolet o a Ulf Andersson a quienes me imaginaba como verdaderos gigantes.
    Dado que la mayoría de científicos y/o intelectuales son gente «normal» en casi todas las facetas de la vida (entendiendo que la mayoría de gente normal también tiene sus manías y obsesiones) veo razonable que los más maniáticos y obsesivos sean de interés especial.

  22. #22.- Enviado por: mrasla

    El día 16 de mayo de 2010 a las 18:22

    y por qué no una bióloga apasionada que sea peligrosa para su novio? un poco machista el comentario……

  23. #23.- Enviado por: omalaled

    El día 16 de mayo de 2010 a las 22:53

    mrsala: porque el biólogo apasionado era él. Él era quien había publicado y él era quien la llevaba a ella a las charcas. No al revés.

    Si hubiera sido ella la que hubiera hecho eso, hubiera hecho lo mismo cambiando la persona. No quieras ver machismo donde no lo hay y menos en un comentario irónico.

    Salud!

  24. #24.- Enviado por: JPROZAS

    El día 11 de abril de 2011 a las 09:43

    Creo que le hacemos una injusticia a estos tipos geniales cuando les llamamos «chiflados». Es muy frecuente oírlo pero además le hacemos un flaco favor a la promoción de la ciencia que tiene mucho de transpiración y un poco de inspiración. Propongo otras palabras de la cuerda de excéntrico o extravagante. Creo que se ajustan mucho mejor, porque faltarle la razón para nada.

Post a comment


+ dos = 3

Esta web utiliza cookies, ¿estás de acuerdo? plugin cookies ACEPTAR
Aviso de cookies