[Libro] Anatomía de un MIR

Publicado el 6 de diciembre de 2009 en Libros por omalaled
Tiempo aproximado de lectura: 9 minutos y 55 segundos

A aquellos jóvenes de entre 25 y 30 años que han acabado los 6 años de la carrera de medicina y un duro examen a nivel estatal les queda por delante 4 o 5 años de Médicos Internos Residantes: los MIR. Son médicos, pero todavía no son especialistas y no son estudiantes, pero todavía les queda mucho por aprender. Jose María Segovia de Arana fue el creador del MIR allá por el año 1978. Él mismo dice: El día que vi a un residente enseñándole una placa de tórax a un estudiante de Medicina en los pasillos del hospital, pensé: «Ya estamos en el buen camino». Y es él quien da la introducción al libro del que hoy os quiero hablar.

Después de pasar por todo lo dicho anteriormente han de buscar un hospital. Suelen visitar centros, hablar con los residentes mayores, saber el ambiente que hay por allá, si se aprende mucho, etc. A veces, tienen que desplazarse a otras ciudades para visitar dos o tres hospitales en un día. Y una buena elección es importante, pues los hay muy diferentes.

Hay un delicado equilibrio entre que sean la «mano de obra barata» o el «estamos aquí para aprender». Tienen su primer paciente al que le hacen doscientas pruebas más de las necesarias para ver que, efectivamente, tiene un catarro. Nada que ver con el doctor House de la tele.

En teoría deben tener alguien que supervise su trabajo, pero muchas veces no es así. Aparte de aprender medicina, tienen que aprender psicología social ya no para tratar con los pacientes, sino para tratar a sus adjuntos, sus famas y sus manías. A una MIR le tocó como primer paciente un hombre con un cáncer de cólon. Nadie se lo había dicho al paciente y tampoco le habían dicho si tenía que decirle la verdad o no. Algunos afirman que los pacientes suelen ser comprensivos con ellos y casi ninguno les dice que prefieren ver un médico mayor que ellos.

Una de las partes más temibles son las guardias, donde muchos apenas duermen. En teoría, está legislado el máximo de horas y cuándo pueden librar, en la práctica, según comentan, es que muchos se ponen a operar al día siguiente después de llevar 24 horas sin dormir. Cuenta un residente que había encadenado siete guardias en quince días y estaba haciendo de instrumentista en un quirófano. Pues bien, se quedó dormido y empezó a caer sobre el hombro del adjunto. Al darse cuenta este último de la situación le dijo: «Anda, sal un momento y tómate una coca-cola», a lo que el joven residente replicó: «Si no tengo sed, lo que tengo es sueño». Y la cosa es más seria de lo que parece. Un estudio reciente de la Asociación Española de Médicos Residentes alertaba de que el 34% de los salientes de guardia ha sufrido algún accidente y que un 60% decía que había cometido algún error grave debido a su cansancio.

Y hay casos para enmarcar, como el de otro MIR  que explicaba que llegó una noche una señora con su hijo de tres o cuatro años. Resulta que para dormir al niño lo metía en el coche y hacía una ruta por varios pueblos cercanos a su casa y lo llevó a urgencias porque no se había dormido en el lugar de siempre y pensaba que aquello no podía ser normal. Y así estaba empeñada a las dos de la madrugada para que le hicieran algún tipo de prueba. ¿Os imagináis que os despiertan a esa hora con un motivo así?

En 2007 la ley decía que «entre el final de una jornada y el comienzo de la siguiente deberá mediar como mínimo un periodo continuo de descanso de doce horas», pero en en una coletilla añadía: «salvo en casos de especial interés informativo, según criterio de su tutor o en casos de problemas organizativos insuperables». Fue uno de los motivos que sacó a los MIR a la calle para protestar, porque dejaba todo a la interpretación del tutor. Esta coletilla se quitó en 2008. Aunque es un avance, no todos los problemas están resueltos. Muchos MIR se quejan de que hay leyes que no son aplicables en la realidad, que si cada uno hiciese únicamente tres guardias, el servicio se quedaría sin gente suficiente.

El libro también habla de muchos detalles muy llamativos. Por ejemplo, en muchos casos deben compartir habitación. Explican que no hay intimidad ninguna. Las chicas se cambian allí mismo y los chicos duermen en calzoncillos. Imaginad aquellas habitaciones, revueltas de zapatos, mochilas, etc. Y con un baño para compartido para cinco o seis.

Tal y como muchas veces los pacientes hablamos mal de los médicos, hemos de cantar un mea culpa, porque los hay pacientes que es para encerrarlos. Un residente oía a dos mujeres hablar en un supermercado. Una de ellas se quejaba indignada porque  la habían tenido cuatro horas esperando en Urgencias. «Imagínate que hubiera sido grave», decía. La compañera le explicó que cuando llegara dijera que le dolía mucho el pecho y que se le estaba extendiendo al brazo izquierdo. «Ya verás como así, no te hacen esperar». O el caso de un padre que llamó al 112 diciendo que su hijo estaba convulsionado por la fiebre y que lo iban a llevar corriendo al hospital. Avisaron a todos los de Urgencias, la pediatra preparó la medicación y hasta el box por si acaso, porque no parecía una convulsión típica. Cuando el padre llegó, tenía al crío dormido plácidamente en sus brazos. Cuando la pediatra le recriminó que no estaba tan malo, contestó que ya lo sabía, pero que así lo atenderían en cuanto llegara y que ya lo había hecho otras veces. Ahora sí es para plantearse ¿y qué pasa si en aquel momento llega alguien enfermo de verdad? Soy el primero en decir que si queremos que los médicos nos digan la verdad, hemos de ser empezar nosotros diciéndoles la verdad a ellos.

Luego habla también del papel de «pringaos» que les toca hacer a muchos, dado que sus familiares les piden muchas veces lo que podríamos llamar «telediagnósticos»: Hijo, ¿quiero que hables con mi amiga Puri, porque le han diagnosticado no sé qué del azúcar y no se entera; o tener que responder a preguntas como ¿es verdad que llega gente a urgencias con vibradores metidos por ahí?

El libro también comenta que, en función de la especialidad, los médicos tienen diferente fama. Los traumatólogos tienen la fama de ser brutos con poca afición a escribir en la historia clínica del paciente: Resumen del caso: vino a operarse y se operó; los anestesistas de vagos, pero se defienden diciendo que empiezan antes que llegue el cirujano y se van después que haya marchado; los neurólogos que tienen pinta de frikis, cara de empollones y con unas gafas de pasta; los urólogos de ser sumisos en casa, aunque compensan dicha fama haciendo de machotes (la mayoría son hombres) mostrando su hombría con frecuencia delante de residentes; los ginecólogos, que tienen fama de ir siempre con su abogado; los psiquiatras de parecer estar peor que sus pacientes; los radiólogos de autistas, porque son siempre otros colegas los que acuden a buscarles pero ellos no van a buscar a nadie motu proprio; etc.

Y estos tópicos llegan al punto culminante con los chistes: Si quieres guardar un billete de quinientos euros para que no lo encuentre un traumatólogo, escóndelo en la historia clínica de sus pacientes. Si quieres esconderlo de un anestesista, guárdalo en un quirófano. Con un cirujano plástico no te molestes en esconderlo, porque lo encuentra de todos modos.

También habla de la calidad de las comidas. Normalmente, los residentes suelen comer el menú hospitalario, aunque esta práctica depende de la calidad de la cocina. Hay quien prefiere robar algo del menú de los pacientes, o los que viven a base de postres para evitar el puré, el filete pasado o el pescado hervido del menú del día. Existen rigurosos estudios científicos que han tratado de medir la resistencia de los estómagos de los residentes a la comida hospitalaria y concluyeron que una dosis de estos alimentos resultaría mortal para un MIR de primer año, pero que sería perfectamente tolerada por uno de tercer año y que es incluso capaz de degustarla con placer. En fin, un estudio digno de un IgNobel.

Los veteranos explican que en los hospitales tradicionales las que cocinaban antes eran las monjas y cuidaban con mucho cariño al médico de guardia colmándole de atenciones gastronómicas, botella de vino incluida. Pero a la que marcharon, el sistema se democratizó, proletarizó y llegó al rancho (palabras textuales) que es hoy día. Por ello nadie debe extrañarse si a Urgencias llega algún repartidor de pizzas o del restaurante chino más cercano preguntando por los residentes de guardia.

Habla de las Urgencias de ginecología, que en la mayor parte de veces, no son tales, pues llegan algunas para que les hagan pruebas de embarazo porque es gratis, o que vienen por un dolor menstrual muy fuerte, o embarazadas derivadas porque se han torcido un tobillo, mientras que su barriga está perfectamente. Dicen que en el 95% de los casos no es nada importante. Un residente dice:

Ni sé la de veces que he tenido que andar buscando por ahí un támpax que no aparece («De verdad, de verdad, que cuando he ido a quitármelo no estaba»). Casi tantas como los preservativos que se rompen durante las relaciones sexuales. No conozco a ninguna chica que venga a pedir la píldora del día después a la que se le haya olvidado ponerse el condón. No: en todos los casos se había roto. Debe ser la partida defectuosa más grande de España, porque todas acaban en mi hospital.

También habla de alguna novatada que se hace a los nuevos como en cierto hospital en que les dijeron que subieran a la azotea del hospital con la excusa que había que estar preparados en el helipuerto para recibir un helicóptero que traía un parto muy complicado. O aquel que sólo llevaba dos o tres cirugías y estaba acabando una operación de apendicitis, lo estaba intentando hacer lo mejor que podía, pero claro, eso es ir poco a poco, y alguien le dijo al paciente: «Tranquilo, don Miguel, que ya estamos acabando», y se asustó pensando que se estaba despertando de la anestesia.

Al principio, los MIR suelen ser muy cortados con los pacientes, pero con el tiempo se van acostumbrando y relajando a fuerza de ver todos los días lo mismo. Hasta que se sueltan del todo. Puede que demasiado, como aquel que, mientras cosía una episiotomía pequeñita (aquel cortecito que hacen en la vagina a las parturientas para facilitar la salida del bebé) dijo: ¡Ay, que chocho más precioso te voy a dejar!. Imaginad la cara con la que le miró la comadrona.

Los MIR también hablan de las parturientas según su raza o procedencia. Como dice otro residente:

En Ginecología tenemos además un tratado de antropología social que nos permite conocer a las pacientes según su raza o procedencia. Ya las tenemos caladas a todas. Las mujeres latinoamericanas vienen a la defensiva, como si temiesen que las fuéramos a engañar. Las chinas le echan un par… si llegan al hospital y se quejan un poco es que ya está casi asomando la cabeza el niño. Las marroquíes están anuladas por sus maridos, tanto que a veces no les dejan ni pedir la epidural, así que el paritorio es el único lugar en el que pueden estar un poco libres y gritan como descosidas. Las gitanas y las rumanas son otra cosa, y pasan totalmente de las normas del hospital. Luego están las «hierbas», como yo las llamo, que vienen pidiendo un parto natural, hasta que sienten la primera contracción y te piden la epidural a gritos. Por no hablar de las que te dicen que no pongas en el informe que llevan un DIU y que su marido no lo sabe. Como aquí no dejamos pasar a los familiares a la consulta, te cuentan cada cosa… «Es que, verá, tengo otra pareja y no quiero que se entere».

También existe un nuevo tipo de pacientes de última generación que llaman cibercondriacos quienes, mediante Google se informan antes de ir al médico:

A veces te llega una señora diciéndote que tiene epilepsia mioclónica benigna, hiperostosis cortical o el síndrome de Mallory-Weiss, y se queda tan tranquila. Cuando llegan así, son muy desconfiados hacia su médico, sobre todo, si les dices que los síntomas se corresponden más a una piedra en el riñón. Entonces, te la lía y te dice que no sabes nada de medicina y que quiere hablar con tu jefe.

Otra choque curioso es cuando los hombres tienen que tratar con el médico de sus disfunciones eréctiles y, claro, el médico le tiene que preguntar sobre el tema: ¿cómo se le pone? ¿dura, morcillona? ¿hasta dónde se le levanta? ¿suele eyacular cuando se masturba? Algunos se escandalizan, pero otros son más desinhibidos y hacen preguntas como: ¿qué, doctor? ¿cómo me va a quedar el pajarillo? ¿volverá a salir el caracol? Aunque los doctores prefieren que vengan con sus parejas. Porque ellas nunca mienten.

En fin, como dicen ellos mismos: La gente no debería venir a Urgencias en las primeras semanas de junio. ¡Y menos un sábado por la tarde! ¿No saben que acabamos de llegar los residentes?

Un libro ameno, divertido, para todos los públicos. Muy recomendado para aquellos que quieren ser médicos en un futuro para hacerse una idea de qué encontrarán en el mundo real.

Portada del libro

Título: «Anatomía de un MIR»
Autora: María Valerio Sanz

Para saber más:
Entervista con la autora



Hay 23 comentarios a '[Libro] Anatomía de un MIR'

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  1. #1.- Enviado por: romir

    El día 7 de diciembre de 2009 a las 11:35

    Excelente articulo, como siempre.
    Creo que el latinismo correcto es «motu proprio», no propio.
    http://es.wikipedia.org/wiki/Motu_proprio
    Saludos

  2. #2.- Enviado por: omalaled

    El día 7 de diciembre de 2009 a las 11:48

    romir: tienes más razón que un santo. He ido al libro para ver si era realmente así como lo habían escrito, y he visto que no tiene ni el «de» que le precede. Lo pongo tal como lo está en él.

    ¡Gracias!
    Salud!

  3. #3.- Enviado por: miguel

    El día 7 de diciembre de 2009 a las 17:42

    Muy buen artículo, pero honestamente entré porque pensé que ibas a hablar de la MIR*, no de los MIR ^_^

    *http://es.wikipedia.org/wiki/Mir_%28estaci%C3%B3n_espacial%29

  4. #4.- Enviado por: faber

    El día 7 de diciembre de 2009 a las 18:36

    muy bueno, .. leeré el libro.
    (falta por ahí una «h»)

  5. #5.- Enviado por: NeHo

    El día 7 de diciembre de 2009 a las 20:42

    Si que canta la «ora», si.

  6. #6.- Enviado por: omalaled

    El día 7 de diciembre de 2009 a las 20:51

    Ohhhhh!!!!!!

    Corregido.

    «ora et labora» 🙂

    A ver si alguien recuerda de quén es.

    Salud!

  7. #7.- Enviado por: Fernando

    El día 7 de diciembre de 2009 a las 22:05

    «Ora et labora.»

    ¿La regla de San Benito?

  8. #8.- Enviado por: Marfil

    El día 7 de diciembre de 2009 a las 22:16

    Muy buena reseña; el libro promete. 🙂

  9. #9.- Enviado por: Oriol López

    El día 8 de diciembre de 2009 a las 10:47

    Fa temps que vaig llegint els teus articles a Històries de la ciència; per a mi són un referent de com han de ser uns bons articles de divulgació del món de la ciència i dels científics, amens i ben escrits. M’agradaria convidar-te si et ve de gust a publicar al bloc col·laboratiu Mediterrània, http://mediterrania.bloc.cat En cas que acceptis pots contactar amb mi a [email protected] per a que et doni d’alta per a que hi puguis publicar directament.
    Oriol López

  10. #10.- Enviado por: Cesar

    El día 8 de diciembre de 2009 a las 18:14

    »Entendiste Carlitos?…Ya lo dijo San Benito, ora et labora, pero no te toques el pito»…
    Estrofa de la cancion »Mal de la cabeza» del grupo »Peyote asesino»…
    Mirar el video y ver la enfermera torturando a Stephen Hawking….

    http://www.youtube.com/watch?v=Lb6xFu5Xqqs

  11. #11.- Enviado por: Toro Sentado

    El día 10 de diciembre de 2009 a las 00:08

    Aquí un enlace para que podáis deleitaros con deliciosos menús de hospital.
    http://hospitalfood.tumblr.com/

    Saludos

  12. #12.- Enviado por: dsromero

    El día 11 de diciembre de 2009 a las 14:03

    He disfrutado leyendo el articulo, incluso teniendo claro que nunca cambiaré mi vocación hacia la de médico me planteo leer el libro.

  13. #13.- Enviado por: ups

    El día 13 de diciembre de 2009 a las 12:57

    Será porque mi hermano es pediatra, pero he echado de menos una mención a ellos, o más bien a las «madres histéricas» (en general suelen ser madres) que llevan a los niños a urgencias porque llora mucho y lo único que el nene quiere es que le hagan caso, o lleva 5 días con fiebre alta y le llevan a urgencias el sábado a las tantas de la madrugada; cómo si no hubiera tenido tiempo de llevarlo a su pediatra…. Estaba tan harto de dichas madres que eligió una de las 2 especialidades de pediatria que las madres no están para nada: UCI o neonatos.
    Me ha encantado el post.

  14. #14.- Enviado por: Shora

    El día 13 de diciembre de 2009 a las 15:41

    Me recomendaron hace tiempo este libro y por tu reseña estoy aún más convencida de hacerle un hueco próximamente en la estantería. Seguro que me va a hacer pasar buenos ratos. No sé si haré alguna vez la residencia, pero con esto me acercaré un poquito 🙂

  15. #15.- Enviado por: salva

    El día 14 de diciembre de 2009 a las 11:00

    Yo acabé el MIR hace seis meses. En mi blog he reflejado todas las experiencias, aventuras y sufrimientos de un MIR de familia. Si alguienl e interes: http://megasalva.blogspot.com

  16. #16.- Enviado por: Samuel

    El día 24 de diciembre de 2009 a las 04:55

    Excelente post, aunque no tengo ningún vinculo verdadero con la medicina, todas estas historias me recordaron a una muy buena serie de médicos residentes de comedia llamada SCRUBS (también imperdible para todo futuro médico).

    ¿No habrá un libro de la misma índole pero de ingenieros?. jajajaja…

  17. #17.- Enviado por: yo mismo

    El día 27 de diciembre de 2009 a las 14:26

    http://boe.es/diario_boe/txt.php?id=BOE-A-2009-17246

    SE GASTAN 7 MILLONES DE EUROS EN UNA ESCUELA DE CHEFS DEL ARGUIÑANO DEL PRESUPUESTO DE I+D

    ¡QUE SE ENTERE TODO EL MUNDO!

  18. #18.- Enviado por: alvaro

    El día 27 de diciembre de 2009 a las 18:19

    Me coge lejano el mundillo de la medicina pero ya he aprendido algo hoy con esta entrada tuya.

  19. #19.- Enviado por: massagran

    El día 30 de diciembre de 2009 a las 10:30

    lo que no hay derecho es que a nuestros futuros médicos se las hagan pasar «canutas» y luego contraten un sin fin de médicos extranjeros de los cuales no se conoce la formación que tienen. En fin es lo que hay

  20. #20.- Enviado por: francisco

    El día 5 de enero de 2010 a las 20:59

    De «canutas» nada. Para empezar, el examen MIR es una broma para los «últimos de la fila» ( del 8.000 en adelante, que también pasan el MIR), ya que de 250 preguntas del examen, están pasando con 20 ó 30 preguntas acertadas (acertadas, menos penalizadas). Estos no van a quirúrgicas, que son las especilidades que generan mayores ingresos (hay muchos quirúrgicos, llamados FEAs, que se ganan 20.000 € /mes y más). Cuando son residentes ganan más que un Ingeniero de 6 años lectivos o 9-10 reales, pues aquellos, si hacen algunas guardias se «llevan» al bolsillo 2.500-3.000€/mes.
    Que se dejen de «vainas» los galenos, del Sector público, que lo que les pagan salen de los impuestos que todos
    pagamos al fisco.
    Un desengañado de esta sociedad, que le va a dar lo mismo protestar o no. El pescado está casi vendido en esta sociedad.

  21. #21.- Enviado por: raixa

    El día 9 de enero de 2010 a las 02:29

    Francisco: Quiero pensar que tu opinión se fundamenta básicamente en que no te dedicas a la Medicina y en que no tienes tampoco a nadie cercano que viva de ello, comentar que nadie regala nada en esta vida y para llegar a ser médico se necesitan actualmente 6 años de carrera + 1 año de preparación de examen MIR + 4 0 5 años de especialidad, haciendo un total de 12 años de estudio y trabajo duro continuo, eso sin contar la preparación del doctorado y las sucesivas oposiciones que posteriormente deberás aprobar para conseguir una plaza fija si es que la consigues, si no, tendrás que probar contratos de un mes aquí otro allá, así que sobre eso de » canutas» nada, que opinas, me rio yo.
    Estoy totalmente de acuerdo contigo en cuanto al examen MIR ya que opino que se debería imponer una «nota» de corte.
    Al respecto de: «si hacen algunas guardias se llevan al bolsillo 2500-3000 euros al mes»: no sé a cuántas guardias te refieres con «algunas» pero más bien el comentario sería que si los residentes no tienen vida social y dedican casi la mitad del mes a hacer guardias , con un trabajo de 32 horas sin parar, acompañado de su respectivo cansancio posterior, su cambio en el ritmo del sueño,de vida etc, pueden llegar a ganar esa cantidad de dinero,¿ te haces a la idea de cuántas horas de trabajo supondría al mes?.
    En cuanto a «esos quirúrgicos que ganan 20000 euros al més y más», añadiría, que esa cantidad lo conseguirán «algunos» del Sector privado, a ese al que nadie te obliga acudir, no conozco personalmente a nadie que logre alcanzar esa cantidad, pero si es así que lo disfruten, ya quisieramos todos.
    Por el mero hecho de pagar unos impuestos (que los pagamos todos, incluidos los médicos) ¿te crees en condiciones de protestar y tener la razón, simplemente por pagar? un comentario absurdo,las situaciones son justas o injustas independientemente del que pague.
    La medicina está ahí para todos, es una opción a la puedes acceder si tienes la oportunidad de realizar estudios universitarios, si económicamente te parece llamativo y tan sencillo te parece todo… simplemente te pregunto: ¿Por qué no comienzas ya?
    Excelente artículo!!!!!
    Fdo: Médico Interno Residente.

  22. #22.- Enviado por: omalaled

    El día 9 de enero de 2010 a las 10:06

    raixa: muchas gracias.

    De tu discusión con Francisco no entraré en el tema de sueldos, que cada cual sabrá lo que es justo y deja de ser.

    Sí he de decir que el libro comenta un detalle del examen que creo que es al que Francisco se refiere. El examen es tipo test y las respuestas cuentan con un punto positivo si se da la opción correcta y descuentan un cuarto o un tercio de punto si se da una incorrecta. De forma que si alguien falla más de la cuenta puede tener una nota negativa.

    Pues bien, explica que hubo exámenes en que el cero quedaba en una excelente posición, de manera que sólo había que llegar, poner el nombre y presentar todo el examen sin contestar. Y no hace mucho que pasó esto. No obstante, creo que ya lo corrigieron.

    Hablo de memoria: el libro ya lo devolví a la biblioteca, así que alguna sutileza se me puede haber escapado.

    Esto, por supuesto, no corrige las opiniones de ninguno de vosotros: técnicas estadísticas en los tests las han aplicado todos los estudiantes en todas las carreras. Hay muchos trucos que corren por los pasillos.

    Si diré que cualquier examen que signifique una «criba» entre muchos estudiantes siempre es terrible. Y no hablemos a nivel nacional.

    Salud!

  23. #23.- Enviado por: DonJuan

    El día 20 de junio de 2015 a las 17:37

    Aquí en Latinoamérica, puntualmente en Colombia, todas esas experiencias tipo «me consultaron a la 1 am porque el paciente refería que no podía dormir», y similares; ya las conocemos antes de entrar a una residencia. Ya que luego de 6 años de carrera (5 teórico/prácticas y último año el internado), más un año de Servicio Social Obligatorio; son 7 años, en especial el último, en los cuales nos pasan todas esas situaciones referidas.

    Así que cuando llegamos a entrar a formarnos para una especialidad, por lo menos de eso no nos vamos a sorprender 🙂

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