Kapitsa

Publicado el 12 de marzo de 2009 en Historias de la ciencia por omalaled
Tiempo aproximado de lectura: 7 minutos y 33 segundos

Cuando un Premio Nobel de Física que ha trabajado en montones de sus ramas habla maravillas de otro gran científico al que admiramos, ya no se puede pedir más. Es el caso de un quizás desconocido personaje cuya vida no fue precisamente un camino de rosas. Me refiero al físico ruso Pyotr Leonidovich Kapitsa.

Para empezar tuvo una horrible tragedia: después de perder a su hijo de dos años víctima de la escarlatina, menos de un mes después había perdido a su esposa, su hija de dos meses y a su padre debido a la epidemia de gripe española que arrasaba Europa.

El jefe de la delegación rusa, Abram Joffé, era un hombre comprensivo que se lo llevó a Cambridge para que superara lo anteriormente acontecido y dejar una Rusia dividida por la guerra civil y el hambre. Ya en Cambridge, se encontró nada menos que con Ernest Rutherford. A Kapitsa le encantó tanto todo lo que vio que se empeñó en trabajar con el gran hombre. Para ello, buscó hacer una entrevista con él, pero Rutherford se negó a considerarlo porque el laboratorio ya estaba seriamente abarrotado. Impetuosamente, el joven Kapitsa le preguntó:

– ¿Cuántos estudiantes de investigación tiene?
– Unos treinta -fue la respuesta.
– ¿Cuál es la precisión acostumbrada de sus experimentos? -fue la siguiente pregunta.
– Alrededor del 2 o 3 por 100 -contestó Rutherford.
– Bueno -sonrió Kapitsa- entonces un estudiante más pasaría desapercibido dentro de esa precisión.

Rutherford no pudo resistir una apelación tan ingeniosa y quiso incorporarlo al laboratorio. No obstante, temeroso de que pudiera ser un agitador de izquierdas, lo consultó con James Chadwick (el descubridor del neutrón, historia que me reservo para otra ocasión), quien le informó que sería una buena adquisición siempre y cuando aceptara no hablar de política. Kapitza aceptó y no tardó en comenzar una sorprendente amistad con el sosegado e introvertido Chadwick, al que permitió conducir su motocicleta. Este último tomó mal una curva con ella y ambos salieron despedidos. Cuando Chadwick se casó en 1925  con Aileen Stwewart-Brown, hija de un prominente corredor de bolsa de Liverpool, Kapitza fue su padrino de boda y fue vestido con un sombrero de copa prestado.

Pronto se convirtió en el protegido favorito de Rutherford. Tenía una fuerte vena del tradicional autoritarismo ruso que ejerció sobre los que más adelante trabajaron con él. A pesar de ello, atrajo a un gran número de estudiantes de los que 30 afortunados fueron invitados al «Club Kapitza», que se reunía en su habitación todos los martes por la noche para tomar café con leche y debatir animadamente.

Kapitsa adoraba a Rutherford. Lo llamaba «cocodrilo» porque en Rusia, dicho animal es el símbolo del padre de familia y al que también se le tiene mucho respeto porque no puede volver el cuello hacia atrás: siempre mira hacia delante, con la mandíbula abierta, como la ciencia, como Rutherford. Nadie se atrevía a decirle ese apodo en su presencia, pero Rutherford lo sabía y estaba muy orgulloso de ello.

También supo cómo meterse al gran hombre en el bolsillo y obtener favores que otro ni se hubiera atrevido a solicitar. El gran interés de Kapitza consistía en crear campos magnéticos de una potencia creciente, por lo que en 1928 lo pusieron al frente del nuevo Departamento de Investigación del Magnetismo del Laboratorio Cavendish. Llegó a conseguir campos magnéticos tan intensos que no fueron superados hasta 30 años después.

Como miembro permanente del Cavendish hizo un trabajo notable en la física de bajas temperaturas. De hecho, fue el que descubrió la superfluidez del helio, fenómeno cuántico que estudió posteriormente muy a fondo otro conocido nuestro: Richard Feynman.

Sobre Rutherford escribió:

Rutherford es cada vez más amable conmigo. Me hace una reverencia cuando me ve y me pregunta sobre el progreso de mi trabajo. Pero le tengo un poco de miedo. Trabajo prácticamente al lado de su estudio. Esto es malo porque debo tener cuidado cuando fumo: si viera la pipa en mi boca, estaría en un problema. Pero gracias a Dios, pisa fuerte y puedo distinguir sus pasos de los de los demás.

(…)

En una ocasión, en una conversación sincera conmigo, Rutherford dijo que lo más importante que tenía que aprender un profesor era no envidiar los éxitos de sus estudiantes, y me confesó: «¡Qué difícil llega a ser con los años!». Esta profunda verdad me causó una gran impresión. La mejor cualidad de un maestro debe ser la generosidad. Sin duda, Rutherford era generoso. Este era, al parecer, el principal secreto del hecho de que tantísimos científicos prominentes salieron de su laboratorio: era siempre posible trabajar libremente y bien en su laboratorio, en una atmósfera buena y seria.

Rutherford era también un hombre de equipo. En una cena de la sociedad de la física de Cavendish en diciembre de 1921, después de los brindis, todos los presentes se subieron a las sillas, entrecruzaron las manos, y cantaron una canción en la que recordaban a todos sus amigos… Fue muy divertido ver hombres de fama mundial como J. J. Thompson y Rutherford de pie, subidos a las sillas y cantando a pleno pulmón.

Rutherford persuadió a la Royal Society para que donaran 30.000 libras con las que financiar un nuevo laboratorio que iba a dirigir Kapitsa. Fue elegido miembro de la Royal Society, cosa muy inusual para un extranjero.

Debido a los intereses de los rusos por las nuevas ciencias, empezaron a lamentar la ausencia de Kapitsa, que había conservado su nacionalidad rusa y todos los años hacía una visita a su patria por invitación del Kremlin. Era un patriota y le satisfacía aconsejar al gobierno soviético para que avanzaran en su tecnología. Aun así, no tenía deseos de volver a su tierra, donde las condiciones de vida eran realmente duras.

No habría soportado las condiciones a las que se enfrentó un científico joven en el instituto de Joffé, quien tuvo que compartir con otros ocho científicos un gélido dormitorio lleno de ratas que intentaban morderle las orejas. Kapitsa escribió a su madre que vivir sin agua, gas, electricidad y aparatos sería sencillamente imposible.

Ya se había construido un edificio gracias a un legado de la familia Mond, cofundadora del gigante industrial ICI. Tenía un cocodrilo grabado en la fachada como tributo afectuoso a Rutherford. Kapitsa estaba a punto para hacerse cargo de él, pero en 1934, en una de sus visitas a Rusia y justo cuando se preparaba para volver a Cambridge, le informaron que la Unión Soviética «ya no podía prescindir de sus servicios a la vista de los peligros que representaba Hitler». La orden venía directamente de Stalin.

Los llamamientos al gobierno soviético por parte de colegas y políticos de Occidente fueron en vano. Kapitsa fue instalado en un laboratorio en Moscú e informado de que su deber era para con la Unión Soviética y no con Inglaterra o la comunidad internacional. Rutherford se dio finalmente por vencido y tuvo que enviar el equipo de Kapitsa a Moscú.

Su segunda esposa Anna, con la que se había casado en 1927 recibió permiso para regresar con la noticia a Inglaterra desde donde envió a su frustrado marido paquetes con toda clase de productos, desde papel higiénico hasta pantalones: dos artículos, como en seguida descubrió Kapitsa, imposibles de encontrar en Rusia.

Después de la bomba atómica de Hiroshima, Stalin creó un programa atómico soviético y puso a nuestro hombre bajo las órdenes del jefe de la NKVD, el dirigente político asociado con los arrestos y ejecuciones masivos llevados a cabo durante la Gran Purga: Beria, que era el supervisor supremo del proyecto. Kapitsa no quería trabajar bajo las órdenes de este hombre, y se quejó en una carta al mismo Stalin de ese nombramiento. En una conversación entre Beria y Stalin (contada por un testigo presencial), el primero pedía la cabeza de Kapitsa, pero Stalin se negó a concedérselo porque era internacionalmente conocido y tenía muchas vinculaciones mundiales. En 1946 se enfrentó al mismo Stalin negándose a trabajar en el desarrollo de armas nucleares, por lo cual fue acusado de sabotaje a la defensa nacional. Lo pusieron en arresto domiciliario, situación que duró hasta la muerte de Stalin en 1953.

Kapitsa ayudó a huir de Rusia a mucha gente, incluida la familia de Houtermans (aunque no pudo hacerlo con el mismo Houtermans). También envió una carta a Stalin para que no se cargara a Landau (¿recordáis al terror de los conferenciantes?). Kapitsa tenía muy buenas relaciones con el gobierno por haber descubierto un nuevo método de producción de oxígeno, vital para la metalurgia y por tanto para el armamento; así que escribió al primer ministro Molotov, informándole de que acababa de hacer un gran descubrimiento “en el marco más desconcertante de la física moderna”, y que el único teórico que podía explicarlo era Landau. Lo dejaron en libertad condicional.

Landau participó en el proyecto de la bomba atómica más como matemático que como físico. La originalidad de la bomba soviética radicaba en que era un diseño que los norteamericanos habían deshechado por no poder predecir sus resultados mediante el cálculo. Landau sí fue capaz de hacer aquellos cálculos elaborando unas técnicas matemáticas maravillosas con grandes aplicaciones a la física de partículas. Por sus contribuciones a la bomba atómica y a la de hidrógeno recibió dos premios Stalin y fue nombrado “Héroe del Trabajo Socialista”.

No obstante, Landau, en la intimidad, se describió a sí mismo como un “esclavo científico”. Inmediatamente después de la muerte de Stalin, dijo: Se murió [Stalin]. Ya no me da miedo y no trabajaré nunca más [en las armas nucleares]. Y, efectivamente, así fue.

Kapitsa hizo ciencia lo mejor que pudo en un laboratorio que él mismo construyó en un cobertizo con su hijo como ayudante. Sólo cuando ya era viejo se le permitió salir del país para recibir un tardío premio Nobel en 1978 y hacer una visita sentimental a Cambridge.

Desde 1957 Kapitsa fue miembro de la presidencia de la Academia Soviética de las Ciencias hasta su muerte en 1984. El único hasta aquella fecha que no fue miembro del Partido Comunista.

Creo que la máxima de este hombre fue aquella frase de Feynman:

Estudie arduamente lo que más le interese de la forma más indisciplinada, irreverente y original que pueda.

Fuentes:
«Antes de Hiroshima», Diana Preston
«Eurekas y euforias», Walter Gratzer
«Biografía de la física», George Gamow
http://www.ing.udep.edu.pe/ensayos/galisondo.htm
http://www.loscuadernosdejulia.com/2007/06/carmarthen-cameos-6-books-peter-kapitsa.html
http://www.librosmaravillosos.com/tresmileniosdeliman/capitulo08.html



Hay 20 comentarios a 'Kapitsa'

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  1. #1.- Enviado por: JLPR

    El día 12 de marzo de 2009 a las 07:01

    Como siempre, es una delicia leer sus artículos.

    Saludos desde Tijuana.

  2. #2.- Enviado por: Miguel Angel

    El día 12 de marzo de 2009 a las 10:02

    Me encanta el modo cariñoso, sencillo y cercano con el que describes la vida de tantos ilustres personajes. Haces que mire con otros ojos a mis compañeros de laboratorio en la universidad de Wisconsin Madison. Mil gracias.

  3. #3.- Enviado por: Julie Delvaux

    El día 12 de marzo de 2009 a las 10:19

    Hi, and thanks a lot for referencing my blog post. I don’t know Spanish unfortunately, so I only gather it was helpful, and I’m glad. 🙂

    All the best,

    Julia

  4. #4.- Enviado por: Konamiman

    El día 12 de marzo de 2009 a las 11:47

    Madre mía, qué entereza. Si yo pierdo a toda mi familia de golpe me costaría horrores recuperarme, si es que lo consigo; no digamos ya hacer todo lo que hizo este hombre.

  5. #5.- Enviado por: Miski

    El día 12 de marzo de 2009 a las 12:56

    Cuánto gran personaje desconocido, por mí, hubo por el mundo…como otras tantas veces, gracias.

  6. #6.- Enviado por: Ahskar

    El día 12 de marzo de 2009 a las 13:55

    De paso he leído también la historia de Landau. Muy buenas las dos. Desde luego las anécdotas sobre las preguntas de Landau me las voy a apuntar.
    Desde luego tuvo una vida muy dura Kapitsa.

    Es una pena que estos personajes tan notables sean tan desconocidos. Hay que agradecerte una y mil veces el trabajo de divulgación que realizas en este blog porque estas personas tan sobresalientes no deberían desaparecer de la memoria. Afortunadamente tú los das a conocer tanto a los profanos, como a los propios científicos (o estudiantes de ciencias, como es mi caso).

  7. #7.- Enviado por: Haplo

    El día 12 de marzo de 2009 a las 15:42

    Genial como siempre omalaled. Es maravilloso ver como se entrelazan las vidas de tantísimos genios en un mismo artículo: Kapitsa, Rutherford, Thompson, Feynman, Landau… todos unidos por la historia común de la ciencia

    Saludos

  8. #8.- Enviado por: Miguel Ángel

    El día 12 de marzo de 2009 a las 16:23

    Gracias por darme la posibilidad de conocer un poco más.

    Saludos.

  9. #9.- Enviado por: pabloql

    El día 12 de marzo de 2009 a las 18:41

    Me encanta este blog, siempre lo leo aunque no suelo comentar. omalaled, ¡Nunca dejes de escribir!

  10. #10.- Enviado por: Topi

    El día 12 de marzo de 2009 a las 18:57

    Lo que escribió Kapitsa sobre Rutherford, es una traducción del inglés? Me extraña que acabasen una cena con unas tostadas en vez de unos brindis (‘toast’), pero con los científicos locos todo es posible, jajaja. Muy interesante la entrada de hoy, gracias.

  11. #11.- Enviado por: Fernando

    El día 12 de marzo de 2009 a las 19:27

    Sencillamente, me ha emocionado, y mucho, leer la historia de este gran (y para mí desconocido) científico.

    Gracias una vez más por la maravillosa aportación que estás haciendo al mundo de la ciencia con tu blog, omalaled.

  12. #12.- Enviado por: Conde

    El día 12 de marzo de 2009 a las 19:30

    Buena historia como siempre. Me sonaba rara la traducción de «después de las tostadas», así que intento ayudar mejorándola un poco, no estoy seguro de la traducción de «recall» pero aquí lo tenéis:

    after the toasts, all present mounted their chairs, held hands in a crisscross manner, and sang a song in which they recalled all their friends… It was very amusing to see such world-famous men as J. J. Thompson and Rutherford standing on chairs and singing at the top of their voices…’

    después de los brindis, todos los presentes se subieron a las sillas, entrecruzaron las manos, y cantaron una canción en la que recordaban a todos sus amigos… Fue muy divertido ver a hombres de fama mundial como J. J. Thompson y Rutherford de pie, subidos a las sillas, y cantando a pleno pulmón…’

  13. #13.- Enviado por: omalaled

    El día 12 de marzo de 2009 a las 19:54

    Muchísimas gracias a todos por los elogios. Así da gusto hacer un blog.

    Lo reconozco, el inglés no es mi fuerte, así que he puesto la traducción que Conde ha hecho en el anterior comentario. Debéis pensar que para mí lo de las tostadas con tomate son una delicia, así que, ¿por qué no lo iban a ser para ellos? 🙂

    Intentodesquitarme y en estos momentos estoy leyendo (intentando leer) un libro en inglés para ver si puedo, posteriormente, leer otros de los que podamos sacar más historias.

    Julie: thank you for writing that post about Kapitsa.

    Salud!

  14. #14.- Enviado por: dramey

    El día 12 de marzo de 2009 a las 21:12

    Genial como siempre, se me saltan las lágrimas.

  15. #15.- Enviado por: panta

    El día 13 de marzo de 2009 a las 00:19

    Es increíble pero siempre había asimilado la biografía de Kapitsa y la de Gamow, ahora compruebo que no se parecen.
    Excelente artículo.
    Saludos

  16. #16.- Enviado por: Isod

    El día 15 de marzo de 2009 a las 20:52

    Otro personaje de la física digno de recordar. Muchas gracias por acercárnoslo.

    Es triste ver como a pesar de que muchos científicos intenten mantenerse alejados de la política y seguir con sus carreras, ésta no los deja en paz.

  17. #17.- Enviado por: ElHombrePancho

    El día 21 de marzo de 2009 a las 16:13

    Que siempre que leo una biografía en est blog acabe con las lágrimas asomando, ya sea de emoción, de alegría o de pena…
    Bravísimo.

  18. #18.- Enviado por: josepzin

    El día 7 de abril de 2009 a las 14:14

    Muy buena historia 🙂

  19. #19.- Enviado por: paelams

    El día 13 de abril de 2009 a las 04:03

    Gracias omalaled por escribir estos artículos tan interesantísimos, seguiré revisando que la ciencia me apasiona cada día mas.

  20. #20.- Enviado por: Graciela

    El día 23 de noviembre de 2009 a las 12:53

    Buenísimo el artículo. Simple y concreto.
    Me encantó la frase de Feynman.
    Saludos.
    Graciela.

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