Adiós a la Tierra

Publicado el 13 de noviembre de 2008 en Libros por omalaled
Tiempo aproximado de lectura: 11 minutos y 35 segundos

El libro que os quiero comentar hoy da un repaso a lo que ha sido la carrera espacial desde el punto de vista, sobre todo, de los rusos. He de reconocer que, antes de leerlo, tenía mis reservas sobre ellos, pero no por sus técnicos, sino por la política de su país. Después de leer este libro, mi opinión ha cambiado totalmente. Hacemos el habitual resumen.

Empieza hablando de Korolev, un ingeniero que de niño se sintió fascinado por el vuelo y antes del bachillerato ya diseñaba planeadores. Dirigió el diseño y construcción del R7: un cohete capaz de poner en órbita una masa de unas cinco toneladas. El mismo que se empleó para lanzar el Sputnik. Destacaba como gerente y tenía gran habilidad para conseguir el apoyo de líderes políticos. Tenía un carácter durísimo. Andréi Sájarov, premio Nobel de la Paz y padre de la bomba de hidrógeno soviética, dijo de él que era «astuto, despiadado y cínico»; pero que también era, a su vez, un apasionado. Entendió que la diferencia entre una estación espacial en órbita y una nave interplanetaria es muy pequeña. Ambas deben ser capaces de mantener con vida a sus tripulantes durante periodos que sobrepasen el año.

Para sobrevivir, una persona necesita, como mínimo, dos litros de agua, 1,5 kg de oxígeno diarios, alimentos, etc. No se puede enviar de un solo lanzamiento esa cantidad de cosas. El oxígeno y el agua debían reciclarse y de los alimentos tenía que aligerarse el peso y conservarse en perfecto estado. Desde su punto de vista, muchos de estos problemas estaban ya resueltos en submarinos y barcos. Sugirió, incluso, la energía solar.

Von Braun, aparte de preguntarse por las consecuencias físicas de la sensación de ingravidez, también se daba cuenta que no utilizarían sus músculos y sabía de los problemas de las personas postradas en la cama o escayoladas. Pero lo que más le preocupaba era el aspecto psicológico:

¿Puede un hombre mantenerse sano si permanece encerrado durante más de treinta meses con muchos otros hombres en un área abarrotada del tamaño tal vez el doble de su sala de estar? Al compartir con una docena de personas una pequeña habitación completamente aislada del mundo exterior, al cabo de unas semanas las animadversiones se multiplican. Al cabo de unos pocos meses, sobre todo si la selección de los ocupantes de la habitación se ha hecho al azar, es muy posible que alguien se desquicie. Las pequeñas manías -la manera en que un hombre hace crujir sus nudillos, se suena la nariz, se ríe, habla o gesticula- crean una tensión y odio que podrían conducir al asesinato.

Tiene razón y es para pensarlo: el ser humano es un encanto.

Pero no sólo decía eso. Si queríamos enviar al hombre a Marte tenían que conocerse los detalles de permanencia en el espacio y no sabíamos a qué problemas nos enfrentábamos hasta que pudiéramos realmente «permanecer un año en el espacio»:

Hemos de suministrar a la tripulación prácticamente todo lo necesario durante el período de ausencia de la Tierra: aire para respirar, alimentos y agua potable, instrumentos de reparación, piezas de repuesto, habitaciones presurizadas y con calefacción para la estancia en las frías llanuras marcianas, vehículos de superficie, combustible, hasta artículos tan prosaicos como lavadoras y un sacapuntas.

Habla de un astronauta llamado Vladislav Volkov, formado como ingeniero en el Instituto de Aviación de Moscú y que había trabajado años en el taller de Korolev. Su infancia estuvo rodeada de aviones: su padre era ingeniero aeronáutico y su madre trabajaba en una fábrica de aviones. Además, tanto antes como después de la guerra, su familia había vivido cerca de uno de los aeropuertos moscovitas. A su padre le gustaba bromear afirmando que la primera palabra que dijo el niño no fue «mamá», sino «avión».

Explica cosas que hoy encontraríamos aberrantes, como el lanzamiento de la Soyuz 11, que ni siquiera los familiares supieron del evento hasta que los astronautas ya estaban en órbita.

En el espacio hay mucha dificultad para hacer hasta las cosas más simples. Volkov decía que:

La dificultad estriba en que el hombre no está unido a una silla (…) Todo se aparta de ti volando: coges una cosa y la otra huye volando. A los controladores de tierra les costaba creer que se perdiera tanto tiempo en hacer tareas simples.

Aunque la ducha funcionaba, por lo general, se tardaba mucho tiempo en poder utilizarla. Para rociar el cuerpo con agua era necesario mantener la boquilla cerca de la piel; a tan sólo 15 o 20 cm de la boquilla el agua rociada se unía en una gota flotante. Y si se conseguía que dicha agua alcanzara el cuerpo, se dispersaba entonces en una miríada de gotas minúsculas que flotaban por doquier. Todo ello dilataba el proceso, ya que era necesario aspirarlas antes de poder abrir la ducha y vestirse.

Lo mismo con la postura a la hora de comer: no podían sentarse y la posición era diferente. Los astronautas se tenían que llevar la comida a la boca directamente desde el paquete y tan rápido como pudieran pues, en caso contrario, habrían de vérselas con restos de comida flotando por todos lados. Uno de los astronautas anotó: Ahora mismo tengo una cuchara pegada al filtro de ventilación del piso superior.

Habla de Lousma: un tipo muy trabajador que se encontraba en el espacio como pez en el agua. «¡Dios, qué contento estoy de que el Saturno V haya funcionado!», exclamó durante un paseo espacial. «¡Es maravilloso estar aquí!». Abría cada una de las transmisiones televisivas que le habían asignado con las palabras: «¡Hola fans del espacio!» y luego describía las actividades de sus compañeros como si fuera un locutor deportivo.

Hay un detalle del que me gustaría saber qué pensáis. La comunicación entre centro de mando y astronautas, ¿debe ser totalmente sincera? ¿o vale esconder información? Os pongo un par de ejemplos.

En una ocasión, un astronauta llamado Pogue vomitó. Sus compañeros Carr y Gibson trataron de mantener el incidente en secreto, pues si se enteraban desde tierra los médicos la podrían liar. Les pillaron porque la grabadora automática había funcionado. Desde tierra, Alan Shephard, el quinto hombre en pisar la Luna le dijo en abierto a Carr: Sólo quiero decirte a propósito de tus informes sobre la situación, que creemos que has cometido un grave error al tomar la decisión.

Carr se disculpó, pero las relaciones entre ellos y los controladores fueron más tensas. A partir de ese momento, fueron muy cuidadosos en todas sus conversaciones y, al mismo tiempo, los controladores no estaban seguros de que la tripulación les estuviese contando todo lo que sucedía.

Si me decís que estáis de acuerdo con los controladores, puede que hasta os dé la razón; aunque ello deje a los astronautas sin posibilidad de tomar la más mínima decisión. Pero veámoslo desde el punto de vista opuesto. Mientras Grechko estaba en la Salyut 6 murió su padre. Se lo dijeron a sus compañeros, pero los psicólogos ordenaron que no le dijeran nada. Años después, el mismo Grechko afirmó después que la decisión fue acertada, ya que le quedaban dos meses de duro trabajo por delante. ¿Qué hubierais preferido vosotros?

Y si pensáis que lo correcto hubiera sido decírselo, sabed que cuando Dezhurov estaba en la MIR le comunicaron que su madre había muerto. Este hombre estaba muy unido a ella y se hundió. Durante los días siguientes se negó a hablar con los controladores de tierra, se refugió en su cabina y rechazó todo trabajo. Un compañero suyo tuvo, incluso, que obligarle a comer.

También habla del choque cultural de astronautas rusos y americanos, con sus diferencias ideológicas políticas y un larguísimo etcétera.

Una cuestión que preocupaba a Dezhurov era que había despegado desde Rusia, pero tenía que bajar en el Atlantis a EEUU. Habló en privado con Thagard: «No tenemos pasaportes», le explicó. «Me preocupa que nos puedan arrestar por carecer de pasaportes o visados». Y es que, técnicamente, Dezhurov había hecho un viaje desde Rusia a EEUU. El medio de transporte quedaba aquí de forma circunstancial.

A Thagard le parecía increíble. El Departamento de Estado de EEUU tuvo que solicitar una «exención de visado para extranjeros venidos del espacio». La gestión no costó hacerla, pero provocó muchas risas en la prensa estadounidense.

Más choque cultural: los americanos, al encontrarse, hacían solo un apretón de manos, mientras que los rusos comían pan y sal en señal de camaradería; siempre después de haber bebido un buen trago de vodka, por supuesto.

Cuando volvían a tierra tenían que romper el hábito de soltar los objetos después de utilizarlos. Claro, en el espacio quedaban flotando, pero en la Tierra caían. Había, no obstante, más cosas que cambiaban. Polyakov nos explicaba:

Se me está desprendiendo la piel de los pies. Se me desprende en forma de grandes escamas, particularmente cuando me quito los calcetines. Capturamos la piel con la aspiradora para que no flote por ahí. El aspecto de mis pies no es muy agradable. Se dice que al cabo de seis meses no te quedan callos. Tienes los pies de un bebé aunque cueste decir eso de un hombre de 46 años. Ningún endurecimiento de la piel.

Y riéndose añadió: al parecer, la ingravidez es un método seguro para librarte de los callos.

También habla de los «piques» que pueden acontecer en el espacio, sobre todo, cuando se juntan dos astronautas de carácter fuerte viviendo mucho tiempo en un espacio reducido. Es el caso de Grechko y Romanenko. Después de mucho tiempo en el espacio, empezando por una conversación banal acabaron a gritos. Grechko se apartó gritando: ¡Estoy harto de esta discusión! ¡Me marcho! Se fue flotando a la popa de la Salyut y pegó su cara a la ventana dando la espalda a Romanenko. Pasados unos minutos de silencio, Romanenko fue hasta él, le puso la mano en el hombro. «Zhora», le dijo, «¿Qué ha pasado para que nos pongamos tan tensos? El vuelo va bien. Si discutimos lo estropeamos todo». Ambos estuvieron de acuerdo en que debían controlar sus emociones. Posteriormente, acabaron haciéndose grandes amigos. Grechko llegó a contar que «Antes nos saludábamos con un apretón de manos cuando nos veíamos. Ahora nos abrazamos».

Explica también cómo en 1979 a la Soyuz 33, después de encender un par de veces el motor principal se les apagó y vieron una humareda a través de la ventana. Uno de los que debían volver a tierra en ella era Rukavishnikov. La noche antes de la entrada no pudo conciliar el sueño y más tarde dijo: «Estaba terriblemente asustado… Pensé que ya no era un ser vivo». El motor principal, efectivamente, se encendió, pero más tiempo del necesario y el descenso fue mucho más abrupto de lo esperado, por lo que las temperaturas exteriores llegaron a los 2800 ºC y fueron sometidos a fuerzas superiores a los 10g. Cuando llegaron los equipos de rescate, Rukavishnikov ya había salido de la nave y estaba besando el suelo. Tenía buenas razones para hacerlo, ¿verdad?

También he encontrado curioso que en una celebración en que por primera vez había cinco cosmonautas en la Salyut 7 se dieron una comilona que incluía cangrejo, queso fundido y ragú de conejo y langosta; pero no hubo vino francés, sólo se permitía vodka; ¡ni ajo!, pues los filtros de aire de la estación no podían eliminar el olor.

Explica cómo, cuando la primera mujer iba a subir a la Salyut 7, Lebedev y Berezovoi limpiaron a fondo la estación y prepararon la mejor comida seca precongelada que disponían. Al llegar, vieron a los dos hombres que iban con ella. «¿Dónde está Svetlana?» Preguntaron. Ella les respondió gritando «¡Un momento, sólo un momento!». Lebedev pudo verla en el interior de la Soyuz-T. Estaba… ¡arreglándose el pelo!.

La primera vez que hubo alguien que viajó al espacio por razones no científicas fue un periodista japonés llamado Toyohiro Akiyama. Llevó al espacio seis cámaras, más de cien rollos de película y 40 horas de cintas vírgenes Sony Beta. Habla de Musa Maranov, que había sido elegido candidato al parlamento Ruso en representación de Daguestán, elegido el 4 de marzo de 1990. En el momento de despegue aún ejercía de diputado, por lo que fue el primer cargo electo ruso que viajó al espacio.

También habla de hombres como Serebrov, un ingeniero de 49 años que había participado en los diseños de las Salyut 6 y 7. Rechazó un cargo de director de vuelo diciendo: «Soy un ingeniero, un científico. No quiero ser un jefe que va dando órdenes y castigando a la gente».

Junto a su compañero Tsibliev pudieron ver las Perseidas bajo sus pies. Serebrov describía cómo los paneles solares cambiaban de color cada vez que chocaban con un micrometeorito. La MIR detectó que el flujo de partículas en la atmósfera se había multiplicado por 2000 en su punto álgido. Incluso vieron como un gran meteorito ardía durante dos segundos al entrar en la atmósfera terrestre.

Habla de Sergei Krikalev, quien tenía que ir al espacio en el Discovery, y de cómo se sorprendía en EEUU que a todo lugar al que iba la gente le sonreía: un obrero, la dependienta de una tienda, hasta cuando un guardia le miraba la documentación. En Rusia nadie sonreía a menos que tuviera una buena razón para hacerlo. Sonreír despreocupadamente y por cualquier motivo era considerado como una grosería o una desfachatez. En una ocasión entró en un ascensor con un ingeniero de la NASA. Cuando apretó el botón, dicho ingeniero se dirigió a él, le sonrió y le dijo: «¿Qué tal te va?». Y Krikalev, con su mal inglés, le empezó a contar de todo. Cuando llegó al primer piso el ingeniero de la NASA le dijo: «hasta luego» y le dejó con la palabra en la boca. Más tarde explicaría: «Pronto comprendí que los estadounidenses no esperan realmente una respuesta. En Rusia, sólo haces una pregunta como esa cuando realmente quieres saberlo. De lo contrario, te considerarán un grosero.»

Habla de Ryumin, quien se casó con una mujer astronauta llamada Elena Kondakova. Paradójicamente, era contrario a que las mujeres fueran astronautas. Cuando a Kondakova le preguntaron sobre la oposición de su marido, se encogió de hombros y dijo: «tenía que resignarse a mis planes».

Explica cómo Strkaliov, con 54 años, que ya había volado 5 veces al espacio, desobedeció una orden directa y fue el primer ruso que lo hizo. Imaginad a sus compañeros: los riesgos que corría eran ser encarcelado o expulsado. Al volver, multaron a los cosmonautas con 9.000 dólares, pero recurrió la multa y ganó.

Explica cómo los cosmonautas rusos no se fiaban de una mujer estadounidense que había subido a la MIR, llamada Shannon Lucid. De hecho, para que no se equivocara mientras se quedaba dentro durante los paseos espaciales de sus compañeros, le dieron órdenes estrictas de no tocar nada mientras ellos estaban fuera. Incluso, para asegurarse, Onufrienko delimitó con cinta adhesiva roja los mandos de las comunicaciones. Suerte que Lucid se lo tomaba todo con filosofía y se reía.

También es gracioso cuando los americanos arreglaron un ordenador instalando un pequeño ventilador en su placa base. En tono de humor, Serebrov dijo: «En Rusia no tenemos aire acondicionado. Conocemos los sistemas de calefacción».

La MIR, finalmente, fue sacada de órbita el 23 de marzo de 2001 y ardió como una inmensa bola de fuego. Había completado más de 86.000 órbitas alrededor de la Tierra recorriendo más de 3.500 millones de kilómetros, suficiente para ir y volver a Marte.

A ver el día que nos decidimos.

Me dejo muchos detalles muy interesantes, pero el artículo sería mucho más largo. Tanto como el libro (nada menos que 500 páginas). Para quien guste de la carrera espacial y la interacción de los astronautas con la sociedad. Por supuesto, a mí me ha encantado.

Portada del libro

Título: «Adiós a la Tierra»
Autor: Robert Zimmerman



Hay 28 comentarios a 'Adiós a la Tierra'

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  1. #1.- Enviado por: Jorge

    El día 13 de noviembre de 2008 a las 01:48

    Hola Omalaled!
    Cómo me he reído con tu frase: «Cuando volvían a tierra tenían que romper el habito de soltar los objetos después de utilizarlos». Me vino a la mente la imagen a un astronauta de vuelta en su casa, soltando despreocupadamente un vaso de vidrio, de repente, frente a sus amigos. Jajajaja…
    Cambiando de tema, ¿crees que se pondrán masivamente de moda los viajes al espacio, para le gente común, dentro de poco tiempo (menos de un siglo, digamos)? He leído sobre bastantes empresas privadas que ya se dedican a eso (o mejor dicho, que ya están fundadas y supuestamente listas para hacerlo). Oviamente que al principio sólo podrá viajar la «elite» millonaria (como, de hecho, hoy en día ya lo hace), pero… ¿la gente común?… ¿tú que opinas? Muero de ganas. 🙂

  2. #2.- Enviado por: Jorge

    El día 13 de noviembre de 2008 a las 01:52

    A propósito, Omalaled, me he quedado con una duda. Tú dices que tu opinión sobre los rusos ha cambiado totalmente. Pero no comprendí específicamente en qué consistió dicho cambio de opinión. (¿Ahora crees que no eran tan rígidos sino más flexibles? ¿o te malinterpreté?)
    Salud!

  3. #3.- Enviado por: Marfil

    El día 13 de noviembre de 2008 a las 03:15

    Encontré dos erratas ;).

    1. «pero que también era, a su vez, era un apasionado.»

    2, «Habla de Ryumin, quien se casó con una mujer astronauta llamada Elena Kondakova. Paradójicamente era contrario a ellas.» (al final).

    Mi parte favorita también fue la de «Cuando volvían a tierra tenían que romper el habito de soltar los objetos después de utilizarlos”. Me pregunto como he adquirido ese hábito sin estar en el espacio… 😀

  4. #4.- Enviado por: alex3.0

    El día 13 de noviembre de 2008 a las 05:12

    Deberias dedicarle toda una hitoria a Von Braun.

    En cuanto a lo de los rusos como dice Jorge, yo no le veo ningun problema.

  5. #5.- Enviado por: Jorge

    El día 13 de noviembre de 2008 a las 06:24

    Alex3.0: ya hay un artículo de Von Braun (excelente, como de costumbre). Fíjate en la la opción «Buscar en este blog», en el menú de la izquierda, y pon «Von Braun».
    De lo que yo quisiera leer algo, eso sí, es sobre la estación espacial internacional. Es decir, ya he leido bastante en los diarios, pero nada con los sutiles detalles «estilo Omalaled (marca registrada)».
    A propósito, Omalaled, ¿nunca se te ocurrió la idea de, para futuros artículos, ofrecer el tema a votación de tus visitantes, dentro de una lista posible? Sería interesante! 😉

  6. #6.- Enviado por: AlMadrid

    El día 13 de noviembre de 2008 a las 10:22

    Muy interesante artículo. Tengo ese libro en la pila de pendientes y ahora creo que ha subido algún puesto. Por cierto, ¿no se habla nada de la ISS? ¿solo de la Mir?

  7. #7.- Enviado por: omalaled

    El día 13 de noviembre de 2008 a las 22:10

    Jorge: yo creo que, como en la industria de la aviación, en un futuro el ir al espacio será algo habitual. Caro, pero habitual. Igual que fue con la aviación comercial.
    Marfil: gracias. He corregido el primero. El «contrario a ellas» quería decir a las mujeres astronautas, no a su esposa. Lo he expresado diferente
    alex 3.0: como ya te han contestado, le dediqué una historia. No obstante, estoy esperando a que salga un libro de Javier Casado que promete mucho.
    Jorge: me ha hecho gracia el «estilo omalaled» ¿Votaciones? ufff, no sé. A veces, ciertos artículos gustan más a unos y otros a otros lectores. En fin, lo pensaré, pero no prometo nada 🙂
    AlMadrid: lo leí hace tiempo. Habla de las Salyut, la MIR, el Skylab y otras cosas. No recuerdo si habla de la ISS, pero he encontrado otra reseña del libro y dice que sí.

    Salud!

  8. #8.- Enviado por: Superwoman

    El día 13 de noviembre de 2008 a las 22:31

    Jorge, no te rías… cuando volví de Japón (y eso que únicamente había pasado seis meses allí) tuve que volver a acostumbrarme a no hacer reverencias hasta al teléfono cuando lo contestaba… y no sabes la de veces que me pillé a mi misma doblándome hasta la rabadilla cuando simplemente alguien me acababa de ceder el asiento en el bus…
    El tema me parece apasionante, en un tipo de profesión tan dinámico, tan a caballo entre la ciencia y la exploración tienen que surgir anécdotas para llenar un buen libro.
    Un supersaludo

  9. #9.- Enviado por: omalaled

    El día 13 de noviembre de 2008 a las 23:28

    Jorge: perdona, se me había pasado. No he contestado a tu pregunta. Mi cambio de opinión sobre los rusos. La verdad es que desde niño he pensado que los americanos lo hacían todo maravillosamente bien y que los rusos mal. Vamos, que estaban en la prehistoria. Oía «Soyuz» y pensaba: «qué miedo ser un cosmonauta ruso». Pero ir en el Columbia o el Challenger era súper-seguro.

    Lo que me ha hecho cambiar de opinión es que los rusos, aunque no tengan ordenadores por todas partes, han sabido hacer muy bien las cosas. Han tenido sus accidentes, como todo el mundo, pero han hecho proezas en las que yo diría que han superado a los americanos.

    Este libro me ha hecho perder un prejuicio.
    Superwoman: es curioso eso de las reverencias por teléfono. De hecho, no hace falta ir tan lejos: todos gesticulamos cuando hablamos por teléfono 🙂

    Salud!

  10. #10.- Enviado por: Fran de Copenhage

    El día 14 de noviembre de 2008 a las 01:30

    Hola a todos. Sólo quería decir que leí el libro hace unos meses y que es una auténtica gozada y una mina para todos aquellos que somos frikis de la investigación espacial. Sobre todo para los que pensamos que ésta no se acaba en la carrera a la Luna. Absolutamente recomendable.

  11. #11.- Enviado por: Luisnegropitense

    El día 14 de noviembre de 2008 a las 08:50

    Increíble historia, muy interesante como siempre 😉 y pues yo opinaría que no pusieras los temas a votación… Soy un amante de las sorpresas.

  12. #12.- Enviado por: panta

    El día 14 de noviembre de 2008 a las 14:53

    Gracias por la recomendación : sobre el mismo tema el año pasado salió ‘Houston tenemos un problema’ de Javier casado, todo un veterano de la web y que estoy leyendo ahora.
    Saludos

  13. #13.- Enviado por: Jorge

    El día 14 de noviembre de 2008 a las 16:33

    Luisnegropitense y Omalaled: se me ha ocurrido una idea. Podemos votar la idea de si queremos votar en el blog. Jajaja… (es chiste). Pero es más simple… tal vez Omalaled pudiera elaborar una pequeña lista de temas pendientes para publicar, y así se hace una estadísica (aunque sea en borrador) de los intereses de sus lectores. A lo mejor se encuentra con alguna sorpesa, o con más gustos en común (o distintos) de lo que imagina entre su club de fans. Pero aún así no tendría necesidad de adelantar lo que se va a publicar; esa información quedaría reservada para él, de modo que el siguiente artículo a publicar continuara siendo una sopresa (que, estoy de acuerdo con Luisnegropitense, es FUNDAMENTAL). De hecho, las categorías a votar podrían ser ligeramente «vagas e imprecisas», con el fin de no adelantar tanto detalle.
    Y, es más… tal vez podría hacerlo no regularmente, sino un par de veces cada tanto, como para agregarle un detallecito más de «magia» al blog.
    Superwoman: me pides que no me ría… pero perdón… no he podido evitarlo y casi pierdo la vida con una carcajada. Jajaja… Un abrazo!

  14. #14.- Enviado por: Nachop

    El día 15 de noviembre de 2008 a las 12:36

    Omaled, los rusos siempre habian sido famosos por sus ingenieros, los alemanes copiaron de los famosos T-34 para los Panzer V (Panther) y los Panzer VI (Tyger I Y II) los angulos inclinados para que rebotaran los proyectiles. Hoy en día todos los tanques del mundo usan esos angulos.
    La principal diferencia entre los rusos y los occidentales es que los primeros pasaban del confort; funciona, pues el que lo maneja seguro que estara mejor que en el Gulag.
    Siempre me he reido hasta el ahogo con la famosa historia de:
    La NASA gasto mas de un millon de dolares en el diseño de un boligrafo que funcionara en microgravedad….
    Los rusos utilizaron lápices…
    Un abrazop, Nachop

  15. #15.- Enviado por: Nachop

    El día 15 de noviembre de 2008 a las 12:37

    OOps, mocrogravedad no, queria decir en caida libre.

  16. #16.- Enviado por: alex3.0

    El día 16 de noviembre de 2008 a las 18:01

    Correcto, ahora creo que no estaría mal una segunda parte.

  17. #17.- Enviado por: panta

    El día 16 de noviembre de 2008 a las 23:31

    Nachop, creo que la historia del bolígrafo es falsa : ¿Alguien puede aclararlo?.
    (Aunque sí, debería ser cierta porque es buenísima)
    Saludos.

  18. #18.- Enviado por: Proximo

    El día 17 de noviembre de 2008 a las 23:00

    Muy buena omaled, sinceramente. Mira que la entrada es larga, y me la he comido en plan gula

  19. #19.- Enviado por: alvaro

    El día 18 de noviembre de 2008 a las 14:46

    genial!!
    Habrá que ver el futuro lo que nos depara pero parece que lo del turismo espacial no es algo descabellado aunque por ahora solo para algunos privilegiados

  20. #20.- Enviado por: Xera

    El día 18 de noviembre de 2008 a las 17:45

    Olas! Como estas? Espero ke de lo mejor =D

    Jejejejeje, «el ser humano es un encanto» me encanto el comentario =S

    Pues si… ojala y un dia seamos capaces de hacer alguno de esos viajes al espacio, seria interesante.

    Y con respecto a lo de los secretos… pues creo ke si debireon contar lo del vómito de su compañero, pudo representar un gran riesgo.

    Y por lo de las noticias de la Tierra… pues ya han aplicado eso en mi (no ke halla viajado al espacio ni nada XD) pero noticias tan impactantes como esa si pueden llegar a afectar demasiado en tu rendimiento y la honestidad puede llegar hasta a ser fatal si no estas al maximo en una mision como esa.

    Lo de la votacion… pues da igual, como kiera pones exelentes articulos, sorpresa o no =)

    Muchos saludos! Y ke estes de lo mejor =D

  21. #21.- Enviado por: Xera

    El día 18 de noviembre de 2008 a las 18:22

    Olas!

    (antes ke nada, kiero pedir permiso para postear de temas pasados, pk soi nuevo leyendo en este sitio y hay anecdotas, situaciones, vidas y datos cientificos que me parecen fabulosos, pero no pude opinar de ellos por su antigüedad)

    En otro caso, me encantaron las vidas de dos cientificos (de grande sere como ellos =P ) Dos grandes ejemplos a seguir son: Feynman y Schrödinger. Schrödinger y su esposa que le aullentaba a las amantes (mori de risa cuando lo lei xD) y la forma de ver la vida de Freyman es inspiradora.

    Bueno, sin mas ke decir, me despido. Muchas gracias por este espacio! Byes!

  22. #22.- Enviado por: Haplo

    El día 20 de noviembre de 2008 a las 13:26

    Genial como siempre omalaled. Me he partido con la astronauta haciendo esperar a todos mientras se arreglaba el pelo 🙂

    Por otro lado creo que los astronautas sí deben comunicar todo a los controladores. El riesgo que implican misiones de este tipo tiene que ser valorado entre todos. No digo que haya que quitarles la capacidad de decisión a los astronautas, pero sí consensuarlas entre todos los responsables de la misión

  23. #23.- Enviado por: Nachop

    El día 20 de noviembre de 2008 a las 22:36

    Xera si quieres acortar pon una q por que, mas corto y siempre ha sido el típico acrónimo para la conjuncion ^^

  24. #24.- Enviado por: omalaled

    El día 21 de noviembre de 2008 a las 03:04

    Al final, eso de las votaciones … no sé, no sé. Sí puedo anticipar que tengo un montón de diferentes temas preparados y no menos de 10 o 12 libros por picar para comentarlos.

    Haplo: estoy de acuerdo contigo; pero el problema de este mundo lo tienen los sinceros. No está bien visto hoy día. A veces, sabes que siendo sincero vas a hacer daño a alguien y con una mentira piadosa (pero siempre una mentira) puede que salves la situación.

    No obstante, el tema es muy muy complejo 🙂

    Salud!

  25. #25.- Enviado por: Xera

    El día 21 de noviembre de 2008 a las 05:56

    alguien me podria decir de ke paises escriben aki?

    Es ke estas formas de escribir las agarre por platicar con mi gente por messenger aki en Mexico . Lo escribo asi mas ke nada por costumbre xD

  26. #26.- Enviado por: Diego Córdova

    El día 10 de diciembre de 2008 a las 13:26

    Hola a todos ! Soy Diego desde Buenos Aires, Argentina. Quería comentarles que el libro tiene un muy pequeño error, es casi insignificante y no hace a la escencia de esta genial obra.

    En el capítulo La MIR : La ciudad Peonza, en las páginas 469/470 se hace referencia al incendio producido en la estación rusa en febrero de 1997, en aquel entonces se encontraban en la estación la tripulación saliente Valery Korzum y Alexander Kaleri y los recién llegados Vasili Tsibliev, Alexander Lazutkin y el alemán Reinhold Ewald en el marco de la misión MIR 97, con ellos también estaba el astroanuta de la NASA Jerry Linnenger.

    En la página 470, de la edición española de 2005, mencionan por error al astronauta alemán Ulf Merbold cuando en realidad deberían mencionar a su compatriota Reihhold Ewald, quien era el que estuvo allí al momento del incendio en 1997.

    Merbold ya había estado en la MIR en 1995.

    Contacté a Robert Zimmerman, autor original del libro y a Javier Casado quien realizó la traducción para advertirles acerca del error y tenerlo en cuenta para una próxima edición.

    El primer mail que me llegó fue el de Javier y esto decía :

    «Hola Diego, encantado de conocerte, y muchas gracias por la información. Efectivamente, tienes toda la razón, era Ewald, y así aparece en mi libro «Houston, tenemos un problema» (en concreto ese incidente del incendio, y el propio Ewald, aparecen en el pequeño extracto del libro que tengo colgado en mi web, aquí: http://es.geocities.com/fjcasadop/index_archivos/Page2082.htm

    En el caso de «Adiós a la Tierra», efectivamente el error es del autor, pero lo cierto es que debería haberme dado cuenta. Como lo hice hace ya varios años, no recuerdo si me di cuenta, lo comenté y no me hicieron caso en la editorial (esto pasó en algún otro caso con ese libro), o si pasé por alto el error (iba más pendiente de errores de traducción, que era pésima).
    En cualquier caso, te agradezco el comentario. Se lo comunicaré a la editorial por si hubiera alguna reedición, aunque lamentablemente lo dudo: los libros de esta temática en nuestro idioma no son ni mucho menos éxitos de ventas. Gracias de nuevo, y hasta otra.Javier Casado»

  27. #27.- Enviado por: Diego Córdova

    El día 10 de diciembre de 2008 a las 13:28

    Y para confirmar las palabras de Javier aquí las del propio autor del libro Bob Zimmerman : «Howdy Diego:

    You are absolutely correct. Reinhold Ewald — not Ulf Merbold — was on Mir in 1997. And though both the English and Spanish editions of «Leaving Earth» say very clearly that it is Ewald on Mir in 1997, you have correctly spotted a error on my part on page 470 of the Spanish edition and page 419 of the English edition, where I unconsciously typed Merbold’s name once instead of Ewald.

    Though I only made this mistake once, it is a mistake, and can confuse the reader. Thank you for pointing it out to me.
    All the best, Bob»

  28. #28.- Enviado por: omalaled

    El día 12 de diciembre de 2008 a las 03:45

    Diego: muchas gracias por esas puntualizaciones.

    Salud!

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