El péndulo del tiempo

Publicado el 22 de noviembre de 2007 en Libros por omalaled
Tiempo aproximado de lectura: 6 minutos y 16 segundos

El libro del que os quiero hablar hoy, cuyo título es el del presente artículo, es una gozada. Tal y como hay reputados científicos y divulgadores que hablan de «la historia del tiempo», este libro contiene la historia de la medición del mismo.

Cuando lo empecé a leer parecía que no iba a ser gran cosa, incluso pensé que iba a ser malo; pero de golpe, las cosas empezaron a ponerse interesantes hasta llegar a ser totalmente absorbente. Habla de todo lo que tenga que ver con la medición del tiempo desde sus diferentes puntos de vista: histórico, técnico, geológico, social, etc. Os extraigo unas cuantas ideas del mismo.

Para empezar, hoy tenemos muy asumido que todos nuestros relojes vayan sincronizados. Pero esto no fue siempre así. No es tan sencillo medir el tiempo sin tener un moderno reloj. Imaginad que vais por un desierto y lo queréis hacer. Si pensáis en el clásico reloj de Sol, con el palo clavado para medir las sombras, pensad que no todas las horas son iguales, ya que el Sol avanzará al mediodía más rápido que al amanecer o anochecer, pues ocupa posiciones muy diferentes a lo largo del día. De hecho, el primer reloj del que se tiene noticia en que las 24 horas eran iguales durante todo el día fue el de la iglesia milanesa de San Gotardo en 1336.

Además, hoy tenemos muy enraizado que el día tiene 24 horas y cada una de ellas se divide en 60 minutos. Que el día tenga 24 horas viene de Egipto y lo de los 60 minutos y segundos (sistema sexagesimal) de los mesopotámicos. Como no habían inventado todavía los números fraccionarios, pusieron el 60 que es divisible entre 2,3,4,5,6,10,12,15,20 y 30 (la misma razón utilizó Farenheit para su escala de temperaturas). Pero ojo, que no siempre fue así. Los franceses intentaron imponer el reloj decimal en 1793: 10 horas para el día y 10 par la noche, horas de 100 minutos y minutos de 100 segundos. Pero a la gente le costaba el cambio tanto que 3 años después, los mismos revolucionarios volvieron al sexagesimal.

Los relojes se convirtieron en un objeto que marcaba diferencias en lo que conocemos como «clases sociales». Hay muchos documentos que hablan de príncipes y duques que removían cielo y tierra para conseguir un reloj. Pero la cosa cambió poco a poco y surgió el oficio de relojero. A principios del siglo XVII la profesión estaba bien extendida.

En aquellos días, Europa era una selva de horas locales diferentes. El día empezaba en algunas ciudades a mediodía y en otras a medianoche. Los relojes se ponían en hora en función de la localidad donde estábamos. Y ello no debe sorprendernos si sabemos que la mayor velocidad que podía obtener el hombre era subido a lomos de un caballo.

Luego estaban los campanarios. Sin una medida concreta del tiempo, las campanas sonaban de forma casi aleatoria. Algunas daban las horas canónicas, otras las de principio y fin de las jornadas de varias profesiones, otras la equinoccial y con diferentes aproximaciones cada una. Parece ser que las campanas de las Iglesias en París tocaban a tantas horas distintas que era casi mejor que no tocaran. El rey Carlos V de Francia acabó por estar harto de toda esta confusión y decretó que sonasen al mismo tiempo que las de Palacio Real y como éstas lo hacían cada hora y en 24 horas iguales, socavó de esta manera la preponderancia de las horas canónicas de la Iglesia. Esto se propagó rápidamente por toda Europa.

En 1784 se instauró en Inglaterra un sistema de correo por coche que cubría Inglaterra entera. Los coches llevaban el correo y, a veces, pasajeros. Aun así, las diferencias de hora locales no eran importantes.

La cosa cambió con la aparición del tren. La gente empezó a necesitar hacer transbordos, lo que significa que tenían que sincronizar los relojes de los diferentes pueblos para conocer el momento del suceso. Los pobres pasajeros perdían sus transbordos por la diferencia horaria entre las localidades (hoy también los pierden, pero es por otros motivos).

El problema era tan fastidioso que los fabricantes construyeron relojes con dos esferas. Uno que diseñó un reloj así tiene un nombre que, a buen seguro, os sonará: Henry Ford. Las compañías de ferrocarril se pusieron todas de acuerdo en utilizar la hora media de Greenwich (GMT). En 1848 todos los ferrocarriles utilizaban la GMT. En Francia llevaban la hora de Ruán, que difería de la de París en cinco minutos. Las estaciones ferroviarias de París tenían, por tanto, todos sus relojes adelantados 5 minutos.

En 1854 Henry David Thoreau afirmaba:

[Los trenes] van y vienen con tal regularidad y precisión … que los campesinos ponen en hora los relojes basándose en ellos, así que una sola institución bien dirigida regula una región entera.

Cuidado, que lo que era cierto en 1854 hoy no lo es … y en Barcelona mucho menos. Pero sigamos.

Habla también de la importancia de la precisión de un reloj para conocer la situación en el mar. De ello ya os hablé en el artículo de John Harrison. Os recuerdo que este hombre hizo uno lo suficientemente exacto como para poder conocer la posición en el mar con un error aceptable. Fue el primer avance realmente serio en lo que se refiere a la navegación cosa que, en el fondo, fue el pistoletazo de salida hasta llegar a los viajes espaciales. John Noble Wilford nos explicaba que cuando Neil Armstrong, que llegó a la Luna gracias a un moderno método de navegación, fue recibido en el 10 de Downing Street, propuso que se brindase por el hombre con el que todo había empezado. No era un explorador, ni un hombre de estado, ni un científico, sino un hombre raro, tenaz y autodidacta de un pueblo de Yorkshire: un relojero llamado John Harrison. Me quito el sombrero ante la propuesta Neil Armstrong.

Más tarde, el libro explica cómo se afrontó la tarea de medir la edad de la Tierra. Durante mucho tiempo se había creído que el tiempo era cíclico. Los días y las noches se sucedían, al igual que las estaciones del año. Nadie se había planteado que todo tuviera un principio o un fin. El problema se lo encontraron con los fósiles. Si todo era cíclico, era razonable pensar que tenían que encontrar fósiles también de forma cíclica pero, ¡ay!, no fue así. Tuvieron que abandonar la idea para considerar que era lineal. Y fue entonces se empezaron a plantear de forma seria medir la edad de la Tierra.

En un principio la base era la Biblia. Nadie discutía lo que allí estaba escrito y con los cálculos hechos por los expertos en la materia, la Tierra tenía 6000 años. A medida que se encontraban más fósiles y se entendían mejor los procesos geológicos y su lentitud, teníamos un libro de la historia de la Tierra que tenía que cuadrar con la Biblia. Poco a poco, las pruebas iban surgiendo una detrás de otra hasta que se tuvo que abandonar completamente. Desde el punto de vista científico, la historia de la Tierra no es como la cuenta la Biblia; por lo menos de forma literal. Por así decirlo, el reloj bíblico no cuadraba con el reloj geológico. Como curiosidad, el primero que puso en duda la existencia del Diluvio Universal tal y como lo explica la Biblia fue nada menos que Leonardo da Vinci.

También habla de las dataciones con materiales radiactivos, meteoritos y cómo se adoptaron los husos horarios para la medición de la hora en la Tierra. Y fue el 13 de octubre de 1884. Se reunieron en Washigton D.C. delegados de diferentes países a decidir y los resultados fueron que 22 optaron por Greenwich como el primer meridiano universal; Santo Domingo votó en contra y Francia y Brasil se abstuvieron. Conocida es la rivalidad histórica entre Francia e Inglaterra; tanto es así que Francia propuso que se le concediese a Greenwich siempre y cuando los ingleses adoptaran el sistema métrico decimal que era el orgullo de Francia. Todo esto puede parecer muy lejano, pero sabed que se aceptó en la URSS y Java el año 1924, Cuba en 1925, Arabia Saudí en 1962 y Liberia en 1972. España lo hizo en 1901.

En fin. Podría explicaros mucho más pero necesitaría, al menos, dos o tres historias aparte de esta. Altamente recomendable para todo el mundo. De aquellos libros que da pena que terminen.

Portada del libro

Título: «El pendulo del tiempo»
Autor: Jo Ellen Barnett



Hay 14 comentarios a 'El péndulo del tiempo'

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  1. #1.- Enviado por: akiv

    El día 22 de noviembre de 2007 a las 04:25

    Hola Omalaled:
    Como siempre el artículo muy interesante aunque hay algo que no me suena bien. Donde pone:
    «Pero la primera pregunta que cabe hacerse es ¿desde cuándo el hombre ha querido medir el tiempo? La tradición occidental atribuye a Alfredo el Grande (849-899) el uso de velas para medir el tiempo.»
    No sé si lo he entendido bién o querías decir otra cosa, pero yo creo que el interés por medir el tiempo es tan antiguo como la humanidad (Sumerios y egipcios ya lo hacían)y desde luego, mucho antes del 849 había artilugios para medir el tiempo, como el reloj de sol que mencionas, las clepsidras o los de arena.
    Bueno,.. un saludo.

  2. #2.- Enviado por: omalaled

    El día 22 de noviembre de 2007 a las 11:11

    akiv: tienes razón. Leí el libro hace tiempo y ese párrafo lo debí poner con otra intención. Lo elimino.

    Gracias.

    Salud!

  3. #3.- Enviado por: Macluskey

    El día 22 de noviembre de 2007 a las 12:26

    A finales del siglo XVII y principios de XVIII, uno de los problemas más importantes que existían para la Marina era poder determinar con cierta precisión la posición de un barco en el mar. Ya era relativamente sencillo encontrar la latitud (mediante el sextante) pero no así la longitud (es decir, el meridiano concreto en que se encuentra el barco en medio del océano). Era muy común que, al no poder determinar correctamente la longitud, los mercantes fallasen en llegar a su destino por cientos de millas, sobre todo en viajes en dirección norte-sur o viceversa.

    Naturalmente, todo se debía a la imposibilidad de poder fijar con precisión la hora exacta, es decir, el momento concreto del mediodía o la medianoche, para poder determinar la posición del sol o las estrellas en ese momento concreto.

    La aparición de relojes precisos permitió poder situar la posición concreta de un barco en el mar… y de paso, facilitó, o incluso permitió, el florecimiento del comercio. Sin los relojes, la civilización no sería como la conocemos.

    Muy interesante el libro, si lo encuentro, me lo compro «online».

    ¡Gran post, Omalaled!

  4. #4.- Enviado por: La Interrogación

    El día 22 de noviembre de 2007 a las 16:45

    Hola de blog en blog y tiro porque me toca.
    Me encanta tu blog y pese a todo me gustaría saber más cosas de ciencias pero no debo estar muy capacitada.
    Eso sí, me hago muchas preguntas y eso es un paso.
    Un saludo!

  5. #5.- Enviado por: Olivier

    El día 22 de noviembre de 2007 a las 18:10

    Hola, bravo por este artículo muy interesante, y gracias por citarme (acerca del reloj decimal de la revolución francesa en 1793.

    Quiero aprovechar par señalarte un error, sin embargo. Decís que el día decimal es de 10 horas para el día, y 10 para la noche.
    En realidad, según el propio decreto de 1793:
    «XI. El día, de medianoche a medianoche, está dividio en diez partes u horas, cada parte en diez otras, así sucesivamente hasta la más pequeña porción medible de la duración. La centésima parte de la hora se llama minuto decimal, la centésima parte del minuto se llama segundo decimal. Este artículo será válido únicamente a partir del 1º de Vendémiaire, en el año tres de la República.»

    O sea que el día de medianoche a medianoche dura 10 horas, y no 20. Eso da un total de 100.000 segundos por día, en lugar de 86.400 en el sistema sexagesimal, esas dos cantidades siendo bastante cercanas.

    Saludos,

    Olivier

  6. #6.- Enviado por: alvarhillo

    El día 23 de noviembre de 2007 a las 00:17

    Te cuento dos anecdotas de mi familia con respecto al tiempo.
    Mi padre tuvo una fábrica de confección de ropa de mujer y lo primero que se hacía para saber el coste final de un vestido era una operación llamada «el escandallado» que consistía en cronometrar todas las fases de corte y cosido de la prenda y esto se hacía, no sé por qué, con un cronómetro decimal no sexagesimal.
    Otra. Mi padre me contaba que un tío suyo que se marcho muy joven a la capital e hizo fortuna en los negocios se había comprado un carisimo reloj de pulsera y en nochebuena llegaba al pueblo montado en una moto para cenar con la familia. Despues de cenar, ponía en hora el reloj de pared que tenía mi bisabuela mirando el suyo y se volvía a marchar con la moto en plena noche.

  7. #7.- Enviado por: omalaled

    El día 23 de noviembre de 2007 a las 00:21

    Macluskey: veo que conoces bien a John Harrison 🙂
    La Interrogación: pues pregunta. Aquí se intenta poner la ciencia al alcance de todos.
    Oliver: gracias a ti. Eres el único del que he encontrado una referencia a los relojes decimales. Pero me haces dudar, y mucho, de que el día entero tuviera 10 horas. Ya veo que has puesto el decreto, pero por un lado, el libro decía 10 y 10 y por otro me cuesta creer.
    Me explico. En todos los relojes, salvo frikadas, las agujas horarias dan dos vueltas al día. En el libro había una foto con un reloj dividido en 10 partes (y no 12) y piensa que si el día tenía realmente 10 horas, habrían tenido que cambiar mecanismos en el msmo; aunque fuera un par de ruedas dentadas, para que diera una vuelta al día y no dos. Si, por otro lado, se pasara del 12 al 10 tal como lo digo yo, sólo habría que cambiar el fondo (el «papel» donde están escritos los números) sin ni siquiera tocar las agujas y el mecanismo. Un reloj que va del 0 al 10, pero cuyo mecanismo es exacto al otro. ¿Ves por donde voy?

    Aun así, queda constancia de tu comentario. Si alguien sabe algo más, por favor, que lo diga.

    Salud!

  8. #8.- Enviado por: josera

    El día 23 de noviembre de 2007 a las 02:45

    Hola, no es por contradecirte, pero me parece que el sistema métrico decimal se adoptó en España en 1849. Lo puedes leer en la wikipedia (http://es.wikipedia.org/wiki/Sistema_m%C3%A9trico_decimal) y como curiosidad: En 1850 se cambió el diseño de las monedas para hacerlas «compatibles» con el sistema métrico decimal: las monedas de 80 reales pasaron a ser de 100 reales y por tanto un poco más grandes.

  9. #9.- Enviado por: Macluskey

    El día 23 de noviembre de 2007 a las 10:52

    Gracias por contestar, Omalaled.
    De hecho, en la Inglaterra del siglo XVIII, donde se estaban gestando muchas cosas, desde los Principiae de Newton hasta la economía moderna basada más en el comercio que en las rentas agrícolas, se estableció un cuantioso premio para el primero que inventara o medio para medir la longitud. Robert Hooke, uno de los fundadores de la Royal Society, y el mejor fabricante de relojes de su tiempo (así como el descubridor de las células, entre mil cosas más), ya lo intentó, sin éxito.
    El premio fue, finalmente, para Harrison, muchos años después.

    Toda esta época está genialmente retratada por Neal Stephenson en su monumental obra «El Ciclo Barroco» (son ocho libros de unas 350 páginas cada una), ameno, entretenido e instructivo.
    Saludos

  10. #10.- Enviado por: omalaled

    El día 23 de noviembre de 2007 a las 11:20

    josera: no me refiero a cuando España adoptó el sistema métrico decimal, sino al horario de Greenwich. Pasa que el detalle de los franceses era gracioso 🙂
    Macluskey: me apunto «El ciclo barroco». A la que pueda lo pediré en la biblioteca.

    Salud!

  11. #11.- Enviado por: Ahskar

    El día 23 de noviembre de 2007 a las 22:15

    Es realmente interesante. Es una pena que no se hable de la medida del tiempo en una escala intermedia entre los años y las horas: el calendario, cuya importancia fue capital mucho antes de que existiera la necesidad de subdividir el día.
    Una curiosidad: La URSS también adoptó por esas mismas fechas (1923) el calendario Gregoriano, lo que le obligo a introducir un desfase de 13 días (si la memoria no me falla). Y la verdad, una cosa es que la hora vaya según nos convenga en cada país y otra muy diferente algo como el calendario (de hecho actualmente, pese a los usos horarios, cada país establece sus horas según le vaya…)
    [Debido a lo cercanos de la fecha, estoy pensando que tal vez haya alguna errata en mi fecha, porque pienso que debieron introducir todos los cambios temporales de una vez ¿no?]

    Otra curiosidad es que el tiempo de 24 horas se usaba tanto en Babilonia como en Egipto, aunque no estoy seguro de donde apareció primero. Y 24 es un número que tiene mucho que ver con 60: 5 veces la mitad de 24 son 60 (o si lo prefieres diez veces la cuarta parte de 24)
    El meollo es que en oriente medio se usaban dos sistemas simultáneos para medir: el decimal y el duodecimal. En consecuencia el 60 (número común a ambas bases) tenía gran importancia (y con su uso sistemático nació el sistema sexagesimal. Y de ahí la subdivisión en 60 o en 6 veces 60 (360 grados etc.)
    El argumento de que lo usaban por no tener número fraccionarios me suena raro, porque los números fraccionarios son extremadamente viejos.
    La información que pongo aquí está extraída de un trabajo que hice el año pasado, usando varios libros buenos de historia de la ciencia y mis apuntes de cuando cursé historia de la física (en su mayor parte, creo que lo saqué del Dampier.)
    Investigaré un poquillo a ver si veo referencias a lo que se comenta en tu libro, que ya me he quedado con la duda.

    Tengo que pillarme este libro. La verdad, es una ruina leer tu blog (en tiempo y dinero xD): a cada post me quedo con ganas (e intenciones) de comprarme o conseguir de alguna biblioteca 1 o 2 o3 libros 😉

  12. #12.- Enviado por: omalaled

    El día 24 de noviembre de 2007 a las 00:55

    Ashkar: pues gracias por las aportaciones. Y si estos artículos sirven para que haya gente que se interese por un tema o un libro, me doy por más que satisfecho.

    Salud!

  13. #13.- Enviado por: gus

    El día 27 de noviembre de 2007 a las 15:11

    Respecto a J. Harrison, sus relojes, las putadas de la comisión evaluadora y el procedimiento para establecer la longitud recomiendo «Longitud» de Dava Sobel.

  14. #14.- Enviado por: jose

    El día 3 de diciembre de 2007 a las 11:48

    La verdad que el tiempo y su medición sigue siendo un misterio, y creo que los modos de medirlo seguirán evolucionando en la medida que las necesidades cambien. Es curioso que aceptemos como cíclico un proceso natural y luego sucede que no lo es tanto y así estaremos.

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