Laplace: El matemático de los cielos

Publicado el 1 de octubre de 2007 en Libros por omalaled
Tiempo aproximado de lectura: 7 minutos y 50 segundos

Hace poco os comenté en el artículo Dios vs. Laplace que a pesar de que este último había sido el hombre que había puesto en orden los cielos, no fue tan destacable el resto de sus facetas. A veces me habéis preguntado si hay científicos moralmente no correctos. Aquí tenéis un ejemplo para, al menos, cuestionarlo. El artículo de hoy sirve para comentar el libro que tiene como título el del post pero aprovecharé para añadir algunas cosas más de particular de Napoleón (y que no salen en el libro).

¿Recordáis la relación entre Napoleón y la ciencia? Es difícil, por no decir imposible, encontrar otra persona que se haya hecho un hueco en la historia de la política con una relación tan intensa con la ciencia. En la Escuela de Artillería se las apañó para leer la «Historie naturelle» de Buffon y al ser reducido a la inactividad por Robespierre en 1795 se las arregló para seguir cursos de química, botánica e historia. Cuando fue nombrado comandante del Ejército Francés en Italia fue puesto al mando de 50.000 hombres. Con esa responsabilidad hizo que le acompañaran Monge y Berthollet como miembros científicos de una comisión para encontrar objetos de ciencia y arte en los países conquistados.

Cuando Monge estaba cansado de estar en Italia pidió le permiso para regresar a Francia. Se lo denegó. Y es que en sus momentos de relajación prefería la conversación con Monge y Berthollet antes que la compañía de sus colegas militares. Reclutó también a un geólogo llamado Deodat de Dolomieu, que fue quien descubrió el carbonato de magnesio y que hoy recibe el nombre de «dolomita»; fue y quien puso nombre a la famosa cadena montañosa de los Dolomitas, muy conocidos por los amantes del ciclismo, en los que realizó su última expedición mineralógica antes de morir.

Cuando invadió Egipto promulgó un decreto por el que se crearía un Instituto para las Ciencias y las Artes. Las funciones de dicho Instituto eran el progreso y la propagación de las Luces en Egipto; la investigación, el estudio y la publicación de los hechos naturales, industriales e históricos sobre Egipto; y aconsejar sobre las diferentes cuestiones cuando fuera consultado por el gobierno. Ese fue el trampolín para gente como Fourier (que fue entonces cuando desarrolló su teoría analítica sobre el calor) y Laplace entre otros.

Cuando fue desterrado a la isla de Santa Elena se llevó el libro de Buffon, los tres tomos de una obra de astronomía teórica y práctica, un tratado de mineralogía de cinco tomos y un curso de matemáticas en el que se encontraron tres hojas de cálculos realizados por el propio Napoleón. No se puede negar a este hombre pasión por la ciencia.

Otra bonita anécdota relacionada con Napoleón y con la ciencia la protagonizó el barón Larrey (1766-1842), cirujano francés y médico del propio Napoleón. Contaba con muy buena reputación entre los soldados. Durante la retirada de Moscú, las tropas se encontraban divididas por un río. Larrey tuvo que cruzar ese río para recoger una parte de su instrumental a la hora de asistir a algunos heridos. De regreso se desencadenó un ataque ruso y se produjo una gran confusión. Los soldados napoleónicos le reconocieron y formaron un cordón a través del agua para pasarse al doctor unos a otros por encima de sus cabezas.

Durante la decisiva Batalla de Waterloo, el Duque de Wellington quedó sorprendido por la visión de una ambulancia francesa en proximidad de la vanguardia del ejército británico. Cuando el general fue informado de que el cirujano que atendía a los heridos en la ambulancia era Larrey en persona, el duque de Wellington, conocedor de su fama, se quitó el bicornio y le saludó con esta expresión: Yo saludo el honor y la lealtad de tal doctor.

Acto seguido, ordenó redirigir la línea de fuego para salvaguardar al cirujano y su ambulancia. Esta consideración le salvó la vida al final de la batalla, pero quedó herido y maltrecho. Entonces, los soldados prusianos le capturaron y condenaron a muerte. El médico prusiano que le tenía que vendar los ojos antes del fusilamiento lo reconoció por haber sido alumno suyo y decidió llevarlo ante su jefe supremo, Von Bülow, quien también se acordaba de él porque había salvado la vida de su hijo en la batalla de Toeplitz. Se le permitió volver a casa después de curarle las heridas.

En su testamento, Napoleón escribió: Al cirujano en jefe del ejército francés, barón Larrey, destino cien mil francos. Es el hombre más virtuoso que he conocido. Ha dejado en mi espíritu la idea de un verdadero hombre de bien.

Gracias a ello, el barón Larrey finalizó sus días entre gloria y honores. Todo un ejemplo a seguir, sin duda. Vayamos ahora con el contenido del libro.

Laplace nunca citaba fuentes. Tenía esa fea costumbre. Utilizaba teoremas o fórmulas de otros pero nunca citaba quiénes las habían mostrado. Aunque tuvo una mano muy hábil para situarla en diferentes contextos de la física tuvo polémicas por ello aunque nunca fueron graves. La más desconsiderada fue con Legendre. Los estudiantes de física, a buen seguro, conocen los Polinomios de Legendre. Pues bien, Laplace los publicó en un trabajo suyo y los utilizó antes que lo hiciera su autor. Y más grave todavía: Laplace los conocía no por casualidad o porque fueran íntimos amigos, sino gracias a su privilegiada posición como académico.

Una de las escasas veces que citó a alguien fue a Alexis Bouvard, pero es que no haberlo hecho aquí hubiera sido ya demasiado. Resulta que las masas de los planetas no parecían muy bien calculadas a juzgar por los movimientos de sus satélites. Bouvard era muy meticuloso, y para hallar la masa de Urano, que era una de las incógnitas, utilizó observaciones de Bradley y astrónomos posteriores. El resultado era un sistema de 126 ecuaciones para las condiciones de movimiento de Júpiter y 129 para las de Saturno. Si hoy día nos causa reparo solucionar 3 ecuaciones con 3 incógnitas, ya podéis imaginar la paciencia que pudo llegar a tener.

Cuando el anteriormente citado Napoleón llegó al poder le dio la cartera de interior, aunque duró poco más de un mes. Hay que tener en cuenta que jamás había ocupado un puesto en la política. No obstante, el poco tiempo que ocupó dicha cartera lo dedicó a la organización de l’École Polytechnique y de la difusión del sistema métrico decimal (las palabras metro, decímetro, centímetro, etc., se las debemos a él.). También se ocupó de la estabilidad de los ingenieros en las plazas de su ministerio. Posteriormente fue nombrado ministro y canciller. Cuando en 1804 Napoleón se hizo emperador, Laplace fue uno de los miembros del Senado que votó a favor de concederle dicho privilegio. Este último era, por entonces, senador y vicepresidente de la cámara.

Claro, el emperador le concedió la Legión de Honor, le nombró conde del imperio y le otorgó la Orden de Reunión. Con todos esos títulos puede decirse que se hizo un hombre rico. Laplace hasta le dedicó unas palabras en sus primeros tomos de la Mecánica Celeste.

Sin embargo, en 1814, cuando se veía evidente que el imperio iba a desaparecer, Laplace estuvo atento y votó la inhabilitación del emperador adhiriéndose a la restauración de la monarquía. Esto, por otro lado, le valió más concesiones y títulos.

Vamos, hoy día los bloggers dirían que plagiaba y algunos políticos y periodistas lo llamarían chaquetero o incluso tránsfuga. Otros dirían, simplemente, que era listo o que se lo montó bien. Cada uno según su forma de pensar. Las generaciones inmediatas decían que admiraban al científico en la misma medida en que detestaban al ciudadano. Hay que decir, por otro lado, que los que permanecieron leales a Napoleón, como Monge, salieron mucho peor parados que él.

Aun así, y aunque el personaje pueda no caernos bien, hay que reconocer que como científico fue formidable: resolvió de forma definitiva el problema de las mareas y para ello consideró ciertas fuerzas centrífugas adelantándose décadas a las famosas Fuerzas de Coriolis; resolvió el problema del sistema Júpiter-Saturno así como unas desigualdades en las órbitas de los satélites de Júpiter y la libración de la Luna: ese cabeceo que se muestra en la siguiente imagen animada:

Libración de la Luna

Incluso comprobó que la atracción ejercida sobre la Luna por el resto de cuerpos del Sistema Solar era insignificante y totalmente despreciable frente a la causada por el Sol y la Tierra.

Fue quien extendió el resultado de la Ley Normal, tan conocida en estadística, demostrando que esa ley es el límite de la distribución de un gran número de variables aleatorias con unas ciertas condiciones. En ese aspecto lo hizo de a la vez que Gauss (este último en 1809). Hubo que esperar a Alexandre Liapounov para ver enunciado el Teorema Central del Límite. Los que hayan estudiado estadística, a buen seguro les hará gracia el aforismo que dijo el Premio Nobel de Física de 1906 Gabriel Lippman:

La distribución normal es la ley en la cual todo el mundo cree firmemente, los matemáticos porque creen que es un hecho comprobado experimentalmente y los experimentadores, porque creen que se trata de un teorema matemático.

Todos estos cálculos fueron revisados y confirmados más tarde por sus sucesores en lo que se refiere a mecánica celeste. Gente como John Couch Adams y Charles Delaunay verificaron que todas las perturbaciones que se veían en la Luna eran realmente explicables por la excentricidad de la órbita terrestre y por las mareas.

Además, también es muy conocido por la Transformada de Laplace, que todavía hoy es uno de los dolores de cabeza de muchos estudiantes (incluso de profesores para explicarla). Y para rematar, fue nombrado miembro del Comité de Pesas y Medidas, al que debemos el nuestro actual sistema.

Dicen que poco antes de morir estaba delirando y empezó a hablar de los movimientos de los astros. Junto a él estaba Bouvard, quien le tranquilizaba hablándole de los descubrimientos en esa materia, a lo que Laplace respondió:

Lo que conocemos es muy poco, lo que ignoramos es inmenso.

En fin, cortito, entretenido e informativo, como toda esta serie de la editorial Nivola.

Portada del libro

Título: «Laplace: El matemático de los cielos»
Autor: Javier Bergasa

Otras opiniones del libro:
http://www.telefonica.net/web2/lasmatematicasdemario/Historia/Biografias/Laplace.htm
http://www.libreriagea.com/fichalibro.php?ID=84-95599-63-5

Los detalles de Napoleón están extraídos de «Historia de la Ciencia», de Javier Ordóñez, Víctor Navaro y Jose Manuel Sánchez Ron; y la anécdota del barón Larrey del libro «Anécdotas de la medicina», de Pedro Ramos. Para saber más sobre la bonita historia de este Larrey tenéis este enlace y la wikipedia.

La foto de la libración está extraída de http://www.santiago.es/ir.php?var=Luna



Hay 18 comentarios a 'Laplace: El matemático de los cielos'

Subscribe to comments with RSS

  1. #1.- Enviado por: Macluskey

    El día 1 de octubre de 2007 a las 18:35

    Está claro que la capacidad mental no tiene mucho que ver con la ética de la persona.
    Claro que, si Laplace hubiera sido una persona recta y consecuente con sus ideas, lo mismo alguien (bien los unos, bien los otros) le había fusilado en algún momento de aquellos convulsos tiempos, y no podríamos disfrutar de sus libros ni de sus descubrimientos. El mismo barón Larrey, tan bellísima persona, estuvo en un tris de acabar con cuatro balas entre pecho y espalda…
    Además, no sé de qué nos extrañamos, en nuestra época está a la orden del día que ciertos científicos se aprovechen del trabajo de otros y hagan suyos sus trabajos, sus descubrimientos… y sus premios. Omalaled, tú mismo has mencionado casos de éstos recientemente.
    ¿Es posible evitar esta actitud?
    Educación, Educación y Educación, no hay otra manera.

    Saludos

  2. #2.- Enviado por: hurakanpakito

    El día 2 de octubre de 2007 a las 09:30

    Es difícil, por no decir imposible, encontrar otra persona que se haya hecho un hueco en la historia de la política con una relación tan intensa con la ciencia. No llegó a emperador, pero propondría a Bertrand Russell para la lista. Saludos

  3. #3.- Enviado por: Paquito

    El día 2 de octubre de 2007 a las 10:50

    ¡Vaya! No conocía la historia de Laplace pero me ha decepcionado lo que nos has contado acerca de su «manía» de no citar fuentes: ¡Qué cabrón!

    Lástima: le tenía mucha estima (pero a mi a la gente que hace eso automáticamente la pierde :-)).

    Un saludete y mil millones de gracias por compartir todo lo que sabes con gente como yo 🙂

    Paquito.
    http://paquito4ever.blogspot.com

  4. #4.- Enviado por: octal

    El día 2 de octubre de 2007 a las 12:57

    Tampoco se le puede culpar, vivió una época muy convulsa socialmente y cambiar de chaqueta para salvar la vida es bastante entendible, más si se tiene en cuenta que tampoco estamos hablando de que hubiera muchas alternativas «mejores».

  5. #5.- Enviado por: Charly

    El día 2 de octubre de 2007 a las 15:28

    Paquito

    «No juzges a ningún hombre sin haber andado antes 3 lunas con sus mocasines»

    😉

    Nunca se sabe.

    Buena entrada Omalaled

  6. #6.- Enviado por: alvarhillo

    El día 2 de octubre de 2007 a las 22:22

    Me encanta como personas diferentes discurren por la vida de diferentes maneras, aunque puestos a escojer hubiera preferido la amistad de Larrey a la de Laplace.
    Es lo que tienen los que pueblan los libros de historia, que como dice mi madre»de todo hay en la viña del señor».

  7. #7.- Enviado por: omalaled

    El día 3 de octubre de 2007 a las 00:17

    Macluskey: yo creo que somos así. No está valorado ser bueno ni hoy ni nunca. Aun así, quiero ser como Larrey 🙂

    hurakanpakito: aceptado en la lista …

    Paquito: lo pensé con tus mismas palabras, pero no me atrví … ¿gente como tú? ¿y qué tiene de malo la gente como tú?

    octal: es una de aquellas situaciones en la que uno o bien pone por delante sus valores y va hasta el final o bien se adapta y punto. Hay un dicho muy conocido: «el cementerio está lleno de valientes» 🙂

    Charly: esa frase es inapelable.
    alvarhillo: a mí, mis amigos me dicen que yo estoy en este mundo porque tiene que haber de todo 🙂

    Salud!

  8. #8.- Enviado por: Donatien

    El día 3 de octubre de 2007 a las 07:47

    Saludos, he llegado aqui un poco por casualidad, pero he de reconocer que me ha encantado el blog, mi enhorabuena «omalaled» espero poder pasarme por aquí de vez en cuando.

  9. #9.- Enviado por: Macluskey

    El día 3 de octubre de 2007 a las 16:12

    Ah, Omalaled, la vieja discusión… me encanta!!

    Desde luego, tropecientos millones de años de evolución algo nos habrán marcado (quiero decir a la especie humana). En la Naturaleza sólo sobrevive el más apto, el que mejor se adapta, el que es mejor que los demás. Ése no sólo sobrevive, sino que tiene descendencia, y su progenie tiene mayores oportunidades de sobrevivir que la del resto.
    Siempre decimos este comentario referido a la competencia entre especies, donde no hay discusión. Pero se aplica también, y yo diría que con mucha mayor intensidad, en la competencia entre los individuos de la misma especie.
    El ñu dominante se aparea con TODAS las hembras de la manada (¡abusón!) y no deja nada a los demás. Sólo eliminando al macho dominante podrá un nuevo macho (la mayoría de las veces, su propio hijo), hacerse con el control de la manada y propagar su ADN, con exclusión del del resto de los ñues. Esa estrategia ligeramente radical es la que mejor resultado da a los ñues para evitar que se los coman los leones, o que las cebras les arrebaten su territorio y se coman sus pastos.
    Pues igualito, igualito, pasa con los humanos.

    La civilización (sea éso lo que sea) es una estrategia más que la especie ha adoptado para asegurarse su supervivencia a costa de la de miles de especies, obteniendo el control poco menos que exclusivo a los recursos del planeta. Como estrategia «especial» (o sea, de la especie), no cabe duda que ha funcionado…hasta ahora. A partir de ahora, ya veremos. Porque no hay recursos en el mundo mundial, nos pongamos como nos pongamos, para resistir un siglo más al ritmo de crecimiento exponencial que lleva nuestra especie. Y cuando pase lo que sea que pase (que tarde o temprano acabará por pasar), algunos pocos privilegiados podrán subsistir y reproducirse, y muchos otros, no. Lo que pasa es que aún no sabemos cuáles serán las condiciones necesarias para asegurar la supervivencia el Siglo XXII…

    En fin, el objetivo último del ADN es asegurar su supervivencia. Ser «bueno» o «malo» no importa, sólo importa la capacidad del ser para perpetuarse, reproducirse, propagar su ADN a sus sucesores… y a cuantos más, mejor. Si ser «bueno» ayuda en esta dirección, entonces será reproductivamente importante ser «bueno». Si no…. pues eso.

    En fin, ya ves, optimista como siempre.

    Saludos

  10. #10.- Enviado por: Busscar

    El día 3 de octubre de 2007 a las 18:30

    Si nos ponemos en el lugar de Laplace, para que querría citar fuentes si los medios de comunicación no eran los de hoy día? , es decir; detenerse un momento y pensar que él lo pudiera haber considerado una pequeñez, es como dice Charly.
    Saludos Omalaled y gracias por los enlaces del microondas.

  11. #11.- Enviado por: omalaled

    El día 4 de octubre de 2007 a las 00:24

    Donatien: gracias.
    Macluskey: pero eso de la evolución funcionaba muy bien … pero hoy se reproduce todo el mundo (ufff, o casi). Los que acabarían reproduciéndose en caso de hecatombe mundial serían los políticos y poderosos … ¡se aniquilarán entre ellos y acabaría desapareciendo la especie! 🙂
    Busscar: aun así se lo hicieron saber; aunque no había los medios de ciomunicación de hoy día, los escritos eran leídos por mucha gente. Más que agradecerme los enlaces debes agradecer a Remo por esos artículos 🙂

    Salud!

  12. #12.- Enviado por: Macluskey

    El día 4 de octubre de 2007 a las 10:37

    Omalaled: Completamente de acuerdo. Alguien debería empezar a pensar en estas cosas, y menos en el Gran Hermano, o en el mensual «Partido del Siglo» (porque, por lo que he visto, hay uno o dos todos los meses).

    En fin, menos mal que algunos nos quedamos con la Historia de la Ciencia, e incluso los hay que se quedan con la Ciencia en sí…

  13. #13.- Enviado por: Davife

    El día 4 de octubre de 2007 a las 21:10

    No conocía el origen de la palabra dolomita, ni me habría imaginado que estaría relacionada con Napoleón. Como estudiante de geología me ha hecho gracia.

    Muy buen blog, Omalaled. Sigo leyéndote cada post.

    Gràcies!

  14. #14.- Enviado por: Busscar

    El día 8 de octubre de 2007 a las 20:43

    ALGO MAS SOBRE NAPOLEÓN.
    «Durante sus 2 matrimonios oficiales Napoleón tuvo una docena de amantes conocidas. Otras 20 se dice, compartieron su cama. Según él mismo confesaba había perdido su virginidad a los 18 años con una prostituta. Tuvo una angustiosa búsqueda de esposa cortejando a Eugénie Désirée Clary (futura reina de Suecia) y mujeres mas maduras con dos propuestas firmes quienes podrían haber sido su abuela y su madre respectivamente, Montansier (60 años), y la sra. Permon (40 años), quienes se escandalizaron de la propuesta. esa búsqueda terminó cuando el conde Paul Barras, en su afán de librarse de su costosa y envejecida amante criolla Josefina de Beauhernas, se las arregló para que ambos se conocieran, confiado de los beneficios que le podría traer la relación se casó [con su novia de 28 años]. Ella se quitó 4 años y él se añadió 2 para que la diferencia no fuera tan notable. En la noche de bodas, ocurrió un incidente inesperado, mientras practicaba vigorosamente el acto sexual, el novio gritó al intervenir el perrito (Fortuné) de Josefina, creyendo que su dueña había sido atacada, el perro había saltado a la cama y había mordido en la pantorrilla al petit general. Dos días mas tarde interrumpió la luna de miel, marchándose a Italia, dejando insaciable a Josefina en libertad para reanudar sus relaciones con los amantes de reserva. Napoleón no solo toleraba la práctica de la homosexualidad entre sus colaboradores sino que, además, se negó a que se aprobarán leyes para castigarlas. Su costumbre de acariciar en gesto íntimo a sus soldados mientras les pellizcaba la nariz constituye un acusado indicio de su propia homosexualidad. Tras cumplir 42 años, la cuestión de su verdadero sexo ya no tuvo importancia. El emperador se volvió impotente, cumpliendo la burlona acusación que Josefina burlonamente le había dirigido años antes en el sentido de que Bon-a-parte est Bon-á rien (Bonaparte no es bueno para nada). Según un informe médico la notoria pérdida de la potencia que sufrió Napoleón así como su coloración de piel constituyeron un indicio de unas fatal disfunción de las glándulas endocrinas. La autopsia hecha por dr. Antommarchi y varios médicos ingleses de testigos demostró con claridad que las glándulas pituitaria, tiroides, renales y gonadales se habían debilitado rápidamente y eran casi con toda certeza tumorosas, una enorme úlcera gástrica y grandes depósitos de calcio en su sistema urinario se revelaron como las causas primarias de los trastornos digestivos que había padecido toda su vida, la úlcera resultó ser cancerosa. El miembro de Napoleón se había encogido a 2.5 cm. y los testículos eran minúsculos, el vello del cuerpo era casi inexistente y el pubis tenía un aspecto femenino, los pechos redondeados y de textura cremosa que muchas mujeres habrían envidiado dando lugar a una anormal reducción del tamaño de pies y manos. La estatura final de Napoleón era de 1.55 cm. lo cual revela que su estatura se había reducido varios centímetros.
    FUENTE:The inimate sex lives of famous people.
    Irving Wallace Amy Wallace, David Wallechinsky, Silvia Wallace.
    Espero les haya parecido interesante.

  15. #15.- Enviado por: LISA

    El día 8 de octubre de 2007 a las 21:59

    Como siempre, interesantísimo.
    Creo que la mejor manera de recordar los nombres de los científicos es ésta, relacionando su biografía con sus descubrimientos (porque yo me se miles de teorías y fórmulas pero los nombres de los cieníficos no :p ).

  16. #16.- Enviado por: RaulDM

    El día 9 de octubre de 2007 a las 00:35

    antes de nada felicidades por el blog Omalaled. La verdad es que lo sigo no desde hace mucho pero me he vuelto adicto a el. Soy un «proyecto de científico» y me dedico al campo de la neurociéncia! Y sin duda me ha fascinado todo lo que explicas sobre la historia de la ciencia.
    No me habia atrevido a comentar nada puesto que soy un completo ignorante en lo que a la temática se refiere, pero que narices, tenia ganas de expresarte mi agradecimiento!! Sigo leiendo! Gracias

  17. #17.- Enviado por: omalaled

    El día 9 de octubre de 2007 a las 00:52

    Macluskey: muy buena tu última frase.
    Davife: muchas gracias. Si algún geólogo se anima a publicar cosas sobre los Aples … 🙂
    Busscar: interesante no … interesantísimo, sensacional.
    LISA: estoy de acuerdo. Ya que recordamos poderosos o mandatarios, ¿por qué no recordar a científicos?
    RaulDM: muchas gracias a ti. El que se quedó en proyecto de científico fui yo 🙂
    Salud!

  18. #18.- Enviado por: Isod

    El día 10 de octubre de 2007 a las 20:52

    Vaya, acabo de terminar de leer un par de libros sobre la historia del Sistema Internacional y la medición del metro, y vuelvo a encontrarme a dos protagonistas «menores» del tema.
    Por cierto, en el enlace que citas para la imagen del movimiento de libración de la Luna, parece que tienen «empotrada» en su web directamente los artículos de la Wikipedia. Ya que hablamos de «fuentes» ;-):
    http://es.wikipedia.org/wiki/Imagen:Lunar_libration_with_phase2.gif
    contiene la imagen original y los créditos.
    Un saludo.

Esta web utiliza cookies, ¿estás de acuerdo? plugin cookies ACEPTAR
Aviso de cookies