Un jovencito llamado Edison

Publicado el 6 de junio de 2007 en Historias de la ciencia por omalaled
Tiempo aproximado de lectura: 7 minutos y 34 segundos

Los tiempos han cambiado. Sí, ya sé, es un tópico; pero no me refiero a un cambio en el modo de vida, cosa que es obvia, sino al tiempo que transcurre desde que se descubre un fenómeno hasta su aplicación técnica y/o comercial. Por ejemplo, desde que Newton enunciara en 1687 su Ley de la Gravitación Universal hasta que el hombre puso un satélite en órbita pasaron 270 años (desde los Principia hasta el Sputnik 1). Desde que James Clerk Maxwell culminara sus estudios sobre electromagnetismo hasta la radio de Guglielmo Marconi fueron poco más de 30; entre el conocimiento de la estructura del átomo hasta el primer reactor de fisión apenas pasaron 10 años; y desde la teoría de semiconductores al chip apenas unos meses. De la ciencia y su base teórica a la aplicación en diferentes inventos hay cada vez menos tiempo.

Y de un inventor es de lo que os quiero hablar hoy: de Thomas Alva Edison. Realizó y patentó más de 1300 inventos. La vida de este hombre es la clásica (y ojalá típica) del que asciende por méritos propios. Pobre, humilde y sin apenas educación alcanza la fama y la fortuna a base de inteligencia, trabajo duro y no pocos problemas con el resto de la sociedad. Una sociedad poco preparada para aceptar genios entre ella.

Sus conocimientos científicos no eran nada fuera de lo común. Según necesitaba, aprendía; pero no le importaba la ciencia en sí, sino su aplicación práctica. Si no veía una aplicación inmediata rápidamente olvidaba la teoría o la anotaba y archivaba. El caso más notable es el rechazo que tuvo a un descubrimiento suyo: el efecto termoiónico o efecto Edison. Ha sido utilizado en multitud de ocasiones en circuitos electrónicos. El gran hombre no supo ver valor útil alguno. Hasta los genios se equivocan. Pero la vida de este hombre está plagada de anécdotas. Tantas que no me cabrán en una historia así que hoy hablaremos sobre su época más temprana.

Nacido en 1847, todos le llamaban Al. Fue un niño enfermizo. Su cabeza era tan anormalmente grande que el médico del pueblo llegó a diagnosticarle una infección cerebral. Con 6 años, era considerado por los vecinos como un niño difícil que que siempre hacía travesuras y que se veía envuelto en problemas continuamente, sobre todo, por su curiosidad. El granero de su padre ardió porque había encendido una pequeña hoguera «sólo para ver qué pasaba». Estuvo a punto de extenderse a todo el pueblo. Su padre le castigó pegándole públicamente en la plaza del mercado.

Según afirmaba Mi padre pensaba que yo era tonto, y yo casi creía que en verdad era un idiota, y es que el pequeño Al no paraba de hacer preguntas. En cierta ocasión su madre le explicó cómo nacen los gansos y desapareció misteriosamente. Al cabo de unas horas, su padre lo encontró en el granero de un vecino encima de huevos de ganso y de gallina … ¡los estaba empollando!

Recibió muchos palos. Su prima Nancy decía que en general, era un buen chico, aunque a veces obstinado y terco y que tuvo que pegarle en muchas ocasiones y de lo lindo. Por si fuera poco, después de pasar la escarlatina y con 8 años ingresó en la escuela de Port Huron donde el reverendo G.B. Engle y su mujer no trataban muy bien a sus alumnos. Le llegaron a expulsar tres veces y decían que era un «retrasado». Además, hacía demasiadas preguntas y eso estaba mal visto. En realidad tenía un problema de audición por la escarlatina que había pasado a la que se había sumado una infección de oído mal tratada. Cierto día, después de una trifulca con el reverendo, salió corriendo a casa. 30 años más tarde, el mismo reverendo Engle pidió ayuda económica por escrito al ya famoso Edison … y se la dio. ¿Hubierais hecho vosotros lo mismo?

Ya fuera de la escuela y en casa con su madre, que era comprensiva, cariñosa y que había sido maestra, le enseñó a leer, a escribir y aritmética. Pero hizo algo más: le inculcó el deseo de aprender y el amor por el estudio. Convencida que su hijo tenía talento le leía buenas obras de literatura e historia. A los 9 años, Edison era un lector empedernido, aunque nunca, ni de adulto, llegó a dominar la ortografía y la gramática. Tampoco le interesaron. Su madre le regaló un libro de iniciación a la física titulado Escuela de la filosofía de la naturaleza de R.G. Parker. El pequeño Al realizó todos y cada uno de los experimentos propuestos por el autor. A los 10 años gastaba todo su dinero comprando productos químicos al boticario y su dormitorio estaba repleto de botellas y frascos.

Como ensuciaba demasiado, su madre le obligó a trasladarse a un rincón del sótano. Su padre, Samuel, contaba más tarde: Se pasaba la mayor parte del tiempo en el sótano. Nunca jugaba con los demás chicos de la vecindad. En ese aspecto no se puede decir que fuera un chico normal. No obstante, se veía envuelto en las travesuras más tremendas que llegaban irremediablemente al mismo fin. En palabras del propio Edison: … y mi padre hizo sonar el vergajo sobre mis nalgas.

A los 11 años se dedicaba a construir telégrafos y adquirir soltura en el código Morse. Según contaba: Entre nuestras casas tendí una pequeña línea telegráfica (…) el alambre era de esos que sujetan las chimeneas de algunas estufas. Los aislantes eran pequeñas botellas de vidrio que colgaba de clavos en los árboles. Funcionaba estupendamente. Pero para continuar necesitaba dinero, así que junto a otro amigo cultivaba una parcela de tierra y las cebollas, judías, lechugas y coles que recolectaba las llevaban en una carreta, que alquilaban, a la ciudad para venderlas. Como era pobre, según decía, comprendió el valor del dinero.

A los 12 años y cada mañana, a las 7 de la mañana, recorría los vagones del tren que pasaba por Port Huron e iba a Detroit gritando «¡periódicos, manzanas, bocadillos, nueces!». A las 9 y media de la noche regresaba a casa y daba un dólar a su madre cada día. En Detroit, con sus 5000 habitantes de entonces, aprovechaba para darse una vuelta por los talleres y fábricas que allí existían y por la biblioteca de la ciudad. Nuestro hombre recordaba: Fue la época más feliz de mi vida. Era lo suficientemente mayor como para disfrutar de la vida, pero no tanto como para comprender sus contradicciones.

En un vagón postal del tren y con unas estanterías construyó un pequeño laboratorio químico ambulante (el primero de la historia de esas características); pero hubo un pequeño incendio y le dijeron que lo desmontara. Un ferroviario le izó de las orejas al tren en marcha. No contribuyó eso, desde luego, a mejorar su sordera. Todo lo contrario. Desde los 12 años no volvió a oír el canto de los pájaros.

Con todo este plan, se aficionó más a la lectura. Fue a la biblioteca de Detroit y empezó por el primer libro de la estantería inferior. Uno a uno se leyó todos y cada uno de los libros que existían en aquella biblioteca. Le entusiasmaban las obras de Víctor Hugo, pero no las de Newton, ya que no podía seguir los razonamientos matemáticos. Para un chaval de 15 años es bastante comprensible. Pero tenía una virtud impresionante: recordaba casi todo lo que leía, y leía casi tan rápidamente como daba vuelta a las páginas.

Por aquella misma época, compró una pequeña y anticuada prensa, aprendió su manejo y comenzó a imprimir en el vagón de correo su propio periódico local, el Weekly Herald, que vendía a 8 centavos el ejemplar. El primer periódico del mundo que se editaba en un tren. Allí escribía cambios de horario, pequeñas noticias locales y notas de la dirección del ferrocarril, pero su estilo y faltas de ortografía no eran perdonables ni en un muchacho de 15 años. En una ocasión incluyó noticias chismosas y uno de los afectados lo arrojó al río St. Clair.

Para aumentar sus ingresos transmitía telegráficamente los titulares importantes a las estaciones siguientes antes de llegar con los ejemplares. De este modo ganó bastante dinero que su madre le guardó en depósito. Se dio cuenta que podía oír el tintineo del telégrafo y que su sordera era una ventaja respecto un telegrafista normal, ya que oía perfectamente la señal, pero no los incordiantes ruidos de su alrededor. Al menos, eso afirmaba.

Todavía con sus 15 años, salvó de morir arrollado por el tren al hijo del jefe de estación de Mt. Clemens, Mr. MacKenzie. Para agradecérselo prometió enseñarle la profesión de telegrafista. El primer día que fue a recibir clase, Edison se plantó con un aparato telegráfico construido por él mismo. En cinco meses tenía los conocimientos necesarios para ser ayudante de telegrafista y se convirtió en el telegrafista más rápido de los EEUU. Como así podía ganar más dinero, se compró la colección de textos de Michael Faraday y eso hizo que su gusto por la electricidad se fortaleciera.

Más tarde, fue a parar a la nueva oficina telegráfica de una librería y joyería. Cuando no tenía nada que hacer se dedicaba a leer artículos atrasados del Scientific American y a construir circuitos eléctricos. En 1864 el hielo destruyó el cable telegráfico entre Port Huron y territorio canadiense. Edison hizo que el maquinista transmitiera con el silbido de la locomotora los mensajes cifrados en morse. Esta ocurrencia le valió cierta fama y le contrataron como telegrafista de ferrocarril en Canadá.

Durante el turno de noche, y como dormía poco de día, daba unas cabezaditas, costumbre que no perdió en toda su vida. Cada cierto tiempo tenía la obligación de enviar una señal de control a la oficina del jefe de servicio pero, el muy hábil, construyó un dispositivo que enviaba la señal aunque estuviera durmiendo. No obstante fue descubierto y severamente amonestado. También trabajaba, a la vez, en desarrollar su primer invento destacado: un repetidor telegráfico que permitía transmitir mensajes automáticamente a una segunda línea sin que estuviera presente el operador.

Dos trenes estuvieron a punto de chocar por culpa de su presunta negligencia. Para escapar de la amenaza de cárcel, huyó de vuelta a EEUU. Tenía entonces 17 años.

Podríamos seguir, pero me extendería demasiado. Continuaremos con Edison y su intensa vida otro día, ¿os parece?.

Fuentes:
«Edison», Fritz Vögtle
«Luces en el cielo», Isaac Asimov
http://www.radiocentro.com.mx/grc/homepage.nsf/main?readform&url=/grc/redam.nsf/vwALL/MALZ-5NPUAP



Hay 20 comentarios a 'Un jovencito llamado Edison'

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  1. #1.- Enviado por: aberron

    El día 6 de junio de 2007 a las 23:25

    Nooo, queremos que escribas sobre el joven Tesla, jajajaja! 😉 Gran artículo. Saludos

  2. #2.- Enviado por: omalaled

    El día 6 de junio de 2007 a las 23:38

    Jejeeee … ¡qué exigentes!

    Estoy pendiente de recibir un libro de Tesla … tiempo al tiempo 🙂

    Salud!

  3. #3.- Enviado por: Akiv

    El día 7 de junio de 2007 a las 02:35

    Respecto a lo que comentas al principio del post… Yo me pregunto a veces si no vamos demasiado deprisa… Tengo «sólo» 42 años y he visto, por ejemplo, la TV en blanco y negro(VHF y UHF), Tv en color, vinilo, cintas, Video (Beta y VHS), laser disc, CD, DVD, Blue Ray… También podría hablar de las comunicaciones(Buff… el ladrillo de mi primer Nokia) y no te quiero ni contar los ordenadores(Mi Amstrad de 64K y disketera..Qué tiemposss) Desde luego no es malo, pero… ¿No acabaremos atragantándonos un poco con todo esto…? En fin, nada más que una reflexión en voz alta. Como siempre un placer leer tu Blog.
    Un saludo.

  4. #4.- Enviado por: omalaled

    El día 7 de junio de 2007 a las 09:50

    Akiv: yo rondo los 40, así que, como tú, me es familiar el «Un globo, dos globs, tres globos» y todas las cosas que dices 🙂

    Salud!

  5. #5.- Enviado por: LaloFG

    El día 7 de junio de 2007 a las 10:05

    Si si, continuar con la historia de Edison, y luego la de Tesla 😀

  6. #6.- Enviado por: ibn luanda

    El día 7 de junio de 2007 a las 12:07

    Yo también prefiero a Tesla. Si bien Edison fue un gran inventor, cuando llegó a adulto su actos dejaron de gustarme.

    http://quienmemandabaami.blogspot.com/2007/04/edison-el-bill-gates-de-su-poca.html

  7. #7.- Enviado por: Macluskey

    El día 7 de junio de 2007 a las 12:50

    El primer ordenador en el que trabajé (cobrando, quiero decir) tenía 32 K’s de memoria (tuve suerte: habían ampliado desde las 16K’s originales poco antes de mi fichaje). Era el ordenador de un banco. El único ordenador de ese banco. Un banco de los gordos.
    Los discos (del tamaño de sombrereras) eran removibles, se ponían en su unidad (del tamaño de una lavadora), se atornillaban, se ponían «ON» (tardaban unos tres minutos en coger las revoluciones) y ya funcionaban. Tenían 3 Megabytes, y teníamos tres de éstos. Para todo el banco. Los datos importantes estaban en cinta. Los programas (escritos en Assembler) se introducían en fichas perforadas.
    Y el caso es que en ese ordenador se llevaban las cuentas de clientes, la contabilidad, la nómina, los depósitos, las operaciones de Bolsa….

    Allá por el año 87 me enteré de que existía una empresa con nombre «Teradata», y ellos me explicaron que «Tera» era lo que seguía a «Giga» (Tera=1000 Gigas); en aquellos tiempos pensábamos los avanzados de la profesión que, no andando mucho el tiempo, tendríamos más de una Giga de espacio en disco… en el banco, claro.

    Como diría Don Hilarión (coetáneo mío, como podeis imaginar), «Hoy las Ciencias adelantan que es una barbaridad». Gracias a Edison, entre otros.

    Saludos

  8. #8.- Enviado por: Ferre

    El día 7 de junio de 2007 a las 20:53

    Yo me inclino a leer más de ambos, de Edison y de Tesla. Y más de cualquier científico que sale en estas páginas. Me da igual si fueron unos santos o unos absolutos cabrones. Lo interesante es su relación con la ciencia, cómo trabajaban, como pudieron descubrir lo que descubrieran, inventar lo que inventaran, sus primeros pasos, cómo llegaron a convertirse en gigantes de la ciencia y el contexto histórico y social en que se movieron. Me resulta apasionante en cualquier caso.

    Saludos,

    Ferre

  9. #9.- Enviado por: omalaled

    El día 8 de junio de 2007 a las 01:01

    Pues la verdad, Ferre, me has dado el empujón para publicar más sobre él. Había dejado muchas cosas en el tintero y daba la sensación que nadie quería saber nada más.

    No obstante, algo que sí he de decir es que tal como él pudo no ser malo o envidioso, como montones de personas que han pasado por este mundo, también hubo otros que fueron mucho más malos con él y que le robaron descaradamente.

    Salud!

  10. #10.- Enviado por: Maelstrom

    El día 8 de junio de 2007 a las 02:21

    Pues yo casi prefiero no leer de ninguno de ellos, me crea un severo sentimiento de inferioridad.

    Me da miedo por ejemplo que se haga una reseña biográfica de Ana Obregón, como científica (bióloga) que es o que fue, y resulte que a los 4 años memorizó la Eneida en Latín, a los 6 realizó su primera investigación sobre los radicales libres y el ATP, a los 10 presentó un trabajo de bioquímica en la Complutense de Madrid que fue galardonado con el premio a joven revelación en Ciencias Naturales, etcétera, etcétera… y todo ello de manera autodidacta.

    Ah joder, que es Doctora en Biología… Se está cumpliendo, la Luna se tiñe de rojo, se abre el séptimo sello.

  11. #11.- Enviado por: Nelor

    El día 8 de junio de 2007 a las 09:45

    …todos los libros de la biblioteca…. y a mí que todavía me quedan unos cuantos por leer de los de mi estantería… 8(

    Maelstrom, por favor, dime que eso de que Ana Obregón es Doctora en Biología es mentira. Que uno es biólogo y tiene una reputación que mantener.

    Siiii, Omalaled, queremos más Edison!! Además lo has dejado en plan «to be continued», justo cuando escapa de la justicia! 🙂
    Saludos

  12. #12.- Enviado por: Deorum_Motu

    El día 8 de junio de 2007 a las 09:47

    ¡Qué pena de cerebro desperdiciado!.

  13. #13.- Enviado por: hurakanpakito

    El día 8 de junio de 2007 a las 10:19

    Había dejado muchas cosas en el tintero y daba la sensación que nadie quería saber nada más.

    Oh, Dios mio, y yo callado por no molestar. !Pues claro que queremos ma’s! !POR FAVOR!

  14. #14.- Enviado por: r0n1n

    El día 9 de junio de 2007 a las 00:36

    Sigue compañero, no nos dejes con las ganas…
    PD: Es la primera vez que entro y ya te ganaste que meta en «Bookmarks».

    Salud!

  15. #15.- Enviado por: abdy

    El día 9 de junio de 2007 a las 13:01

    Thomas Edison en video:
    http://www.youtube.com/v/XB0lEXzpA3M

  16. #16.- Enviado por: ibn luanda

    El día 10 de junio de 2007 a las 23:20

    El saber no ocupa lugar, ¿no? Tú cuenta cosas sobre Edison que seguro que nos dejarás con la boca abierta con alguna.

    Lo cual no quiere decir que no nos gustase más (por lo menos a mí) escuchar cosas sobre otros grandes hombres de ciencia.

    Por cierto, ¿habéis visto lo de la witricity (idea de Tesla que consiguen implementar ahora)?

    http://www.boingboing.net/2007/06/09/mit_students_demonst.html

  17. #17.- Enviado por: Miski

    El día 16 de junio de 2007 a las 09:47

    Tantas cosas que has contado y eso sólo hasta los 17 años!!…te hace sentir que te quedaste corto con el Quimicefa…en fín, no todos podemos ser tan especiales. Por cierto, el que de pequeños fueran considerados «anormales» y de desarrollo retrasado parece que es una constante en muchos de estos genios.
    Unsalu2.

  18. #18.- Enviado por: Antonio. Santander.

    El día 26 de junio de 2007 a las 19:22

    Que pequeño es el mundo, y cuanto queda por aprender….bufff!!!.

    Soy radioaficionado, y en cierto modo, salvando las distancias, colega de Edison, en cuanto a su aficción por la telegrafia.

    Buscando otras cosas, he aterrizado por aquí de casualidad, y francamente he disfrutado mucho con la lectura de este blog. No tenia la menor idea de esta faceta del «amigo Edison»…

    Estaré pendiente de la siguiente entrega. Y en cuanto a Tesla… bueno, este es también para hecharle a comer a parte… vaya figura !!!.

    Queria reproducir un pequeño estracto de esta historia en el foro de nuestra asociación de Radioaficionados, haciendo por supuesto referencia a este «sitio».

    Por cierto Miski: He tenido el privilegio de conocer a un génio en persona, y curiosamente los padres llegaron a considerar que de pequeño era anormal. A los 8 años comenzaron a cambiar de opinión…. Lamentablemente, es necesaria una buena estabilidad emocional para «manejar tantos caballos», y el pobre con 18 años se pasó de vueltas.

    Excelente blog, excelente trabajo.
    Saludos.

  19. #19.- Enviado por: omalaled

    El día 26 de junio de 2007 a las 20:41

    Miski: quien de niño es adelantado respecto su media es blanco de burlas. Ojalá nuestro sistema educativo supiera aprovechar esas joyas.

    Antonio: por supuesto. Muchas gracias. Es un honor que alguien crea que lo que escribo es interesante.

    Salud!

  20. #20.- Enviado por: Diego

    El día 3 de julio de 2007 a las 18:50

    muy bueno. leo frecuentemente tu blog, es uno de mis favoritos.
    mas mas de edison que como dijeron antes.. to be continued..
    y claro.. no te olvides de tesla..
    saludos

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