Tres, dos, uno, … ¡lanzamiento!

Publicado el 12 de junio de 2006 en Historias de la ciencia por omalaled
Tiempo aproximado de lectura: 6 minutos y 58 segundos

Tres, dos, uno, … lanzamiento! No, no estamos en cabo Cañaveral en lanzamiento del Apollo 11 que llevó al primer ser humano a pisar la Luna, el 16 de julio de 1969; sino en el 16 de marzo de 1926 (43 años antes), en una granja cubierta de nieve en Auburn, Massachusets.

Os estoy hablando del primer cohete de la historia que utilizó combustible líquido que se llamaba Nell. Subió a una altura de 12 metros y su vuelo duró 2 segundos y medio acabando en un campo de coles. Os acabo de presentar al abuelo de los monstruos de Cabo Cañaveral.

Veamos, el único modo en que un objeto puede abandonar la atmósfera terrestre es haciendo uso de la Tercera Ley de Newton. Si parte de la masa es lanzada en una cierta dirección y sentido, el resto del objeto se mueve en sentido contrario, ¿recordáis los aviones y los cohetes?. Este principio funciona mejor en el vacío que en la atmósfera. El único problema en el vacío es que tenemos que transportar también el oxígeno para la combustión.

Pero sigamos con la historia. El que había inventado ese artilugio se llamaba Robert Hutchings Goddard. No le interesaban las bicicletas ni los balones como al resto de sus compañeros. Le fascinaban los fuegos artificiales porque le recordaban «La guerra de los mundos» de H.G. Wells. Su dedicación por los cohetes se iniciaría el 19 de octubre de 1899, mientras subía un cerezo para podar sus ramas. De repente le vino una idea que más tarde escribió: «qué maravilloso sería construir algún dispositivo que tuviera la posibilidad de ascender a Marte, y cómo parecería en una escala diminuta, si se elevase desde la pradera a mis pies.» Si Wells pensaba que los marcianos podían invadir la Tierra, ¿por qué los terrícolas no podrían hacer cohetes para visitar Marte? Durante el resto de su vida consideró el 19 de octubre como el «día del aniversario», una festividad privada.

Como le gustaba tanto el futuro, su maestro le hizo hacer una redacción de cómo sería el transporte el año 1950. Goddard puso en ella que las ciudades serían enormes, por lo que necesitarían medios de transporte muy rápidos. Se harían grandes túneles en cuyo interior los coches se desplazarían suspendidos en el vacío y a gran velocidad gracias a campos electromagnéticos. Años más tarde patentó uno de estos sistemas.

Logró una plaza en el Instituto Politécnico de su ciudad y entre libros de física y química encontró las recetas que necesitaba para hacer cohetes. Al principio, los artefactos no despegaban y los vecinos, al volver a casa, se burlaban de él: «¿En qué parte de la Luna ha aterrizado hoy tu cohete?».

En 1919 un libro invadió las grandes redacciones de los periódicos. Se titulaba «Método para alcanzar alturas extremadamente grandes». Su autor, obviamente, era Goddard. Hasta entonces se había utilizado la pólvora para impulsar los artefactos y vio que era necesario un combustible más poderoso y líquido para poder dosificarlo mejor. Pensó en hacer un cohete en tres etapas iguales, cada una con su motor y con su depósito. A medida que se agotara el combustible y se desechara el motor el artefacto seguiría subiendo más rápido y con menor peso. Esta técnica se utiliza todavía hoy día.

En 1920 el New York Times lo calificó de «lunático» diciendo que viajar en el espacio era totalmente imposible porque sin atmósfera no podría moverse ni una pulgada y concluía que al profesor Goddard le faltaban «conocimientos elementales que a diario se aprenden en la escuela».

Consiguió que la Smithsonian Insitiution le diera algunos miles de dólares y en 1929 lanzó otro artefacto cerca de Worcester. Pero hizo algo mejor: puso instrumentos de medición a bordo. Llevaba un termómetro, un barómetro y una cámara fotográfica para sacar fotos de dichos instrumentos de medida. Fue el primer cohete de la historia en transportar instrumentos de medida.

Goddard siguió en sus investigaciones y los vecinos se quejaron cada vez más del ruido de sus artefactos. Aun así, logró hacer su primer lanzamiento con combustible líquido que citábamos al principio de la historia. En 1929 uno de sus experimentos atrajo más atención de la que hubiera deseado. El lanzamiento causó tal revuelo, que tuvo que acudir la policía. Inevitablemente acudió también la prensa local. Al día siguiente el periódico del lugar publicó un artículo con un titular que no debió hacerle mucha gracia: «Cohete lunar falla el objetivo por 238,799 millas y media».

Pero no era Goddard del carácter de dejarse amilanar e hizo más y más lanzamientos con modelos cada vez mejores y de mayor tamaño hasta que las autoridades le prohibieron que empleara la granja de su tía como base de lanzamiento. Con esto tuvo que suspender las pruebas.

Charles Lindbergh no fue el primer hombre en cruzar el atlántico por aire ya que dos aviadores británicos lo habían logrado antes, pero sí fue el primero que lo hizo en solitario. Conocía a Goddard y decidió ayudarlo y para ello contactó con un filántropo llamado Daniel Guggenheim. Este último quería hacer una donación para la aeronáutica pero Lindbergh le pidió una donación para Goddard.

– ¿No te referirás a ese profesor lunático que construye cohetes para ir al espacio?
– Al mismo, señor Guggenheim. Y cuidado, porque creo firmemente que lo acabará consiguiendo.

Con ese dinero pudo montar una estación en un lugar solitario de Nuevo México donde construyó cohetes más y más grandes y elaboró muchas de las ideas que todavía hoy se utilizan en este campo. Entre 1930 y 1935 lanzó cohetes que alcanzaron 880 km/h y alturas de 2,5 km.

El gobierno americano nunca llegó a interesarse por sus avances y sólo lo hizo en la Segunda Guerra Mundial para que diseñara pequeños cohetes que ayudaran a despegar a los aviones desde el portaaviones.

No deja de ser irónico que fuera la Alemania nazi la que se interesara por Goddard. Antes de 1939, científicos alemanes se escribían con Goddard ocasionalmente para realizarle directamente preguntas técnicas. Este último, a quien sólo le interesaba el avance técnico, les contestaba sin problemas. Werner von Braun confió en los planos de Goddard cuando desarrolló los cohetes V2 durante la Segunda Guerra Mundial.

De hecho, fue el centro de una famosa operación de espionaje que implicaba a la agencia de inteligencia alemana, Abwehr y un espía llamado Nikolaus Ritter. Como jefe de las operaciones en Estados Unidos de la agencia, Ritter reclutó a una persona que se infiltró en el círculo íntimo de Goddard, revelando más descubrimientos a los alemanes.

Un buen día esas cartas dejaron de llegar a Alemania. La esposa de Goddard estaba viendo por TV el noticiario del cine un desfile alemán «armados hasta los dientes» y se lo dijo a su marido. Este se plantó en Washington con películas de sus despegues en Nuevo México. Meses atrás había enviado a la Marina de EEUU otras películas para pedir fondos pero jamás había recibido respuesta. Esta vez esperó pacientemente a que oficiales del ejército vieran las películas con sus propios ojos. Finalizada la exposición, encendieron las luces y Goddard dijo:

«Señores, es así de simple: si torcemos la trayectoria de los cohetes y los hacemos caer al suelo otra vez con, digamos, una buena cantidad de explosivos en su cabeza, ¿no creen que se provocaría bastante daño en territorio enemigo?»

Entre sonrisas lo despacharon deseándole una feliz vuelta a casa. Cinco años más tarde llegaron a caer 2.676 de V2 lanzados por los nazis sobre Londres, Amberes y otras ciudades aliadas segando miles de vidas. Se desplazaban tan deprisa que las baterías aéreas no podían hacer nada. Hoy llamamos a esos artilugios «misiles continentales». Tras finalizar la guerra, una anciano Goddard pudo examinar alguno de esos cohetes alemanes capturados. Pudo reconocer varios de sus componentes.

Uno de los asistentes le preguntó:

– ¿No es este su cohete?
– Podría haberlo sido – respondió Goddard.

Murió el 10 de agosto de 1945. Llegó a patentar hasta 214 inventos diferentes en el campo de la astronáutica incluido el cohete de tres fases que 20 años después de su muerte utilizaría la NASA para mandar los primeros astronautas a la Luna. El gobierno tuvo que pagar un millón de dólares por el uso de sus patentes.

El 17 de julio de 1969, un día después del lanzamiento del Apollo 11, ante la evidencia, el New York Times trató de disculparse por haberlo tratado 49 años antes de «lunático»:

«La experimentación ha demostrado definitivamente que un cohete puede desplazarse en el vacío espacial tan bien como en la atmósfera terrestre. El Times reconoce su error».

Me da a mí que era a algunos de sus redactores a los que les faltaban esos «conocimientos elementales que a diario se aprenden en la escuela». Una rectificación algo tardía para entender un principio establecido por Newton hacía más de 200 años.

En 1963, von Braun dijo: Sus cohetes … pueden haber sido algo toscos para los estándares actuales, pero encendieron el camino e incorporaron muchas características usadas en nuestros cohetes y vehículos espaciales más modernos. El centro de vuelo espacial Goddard, establecido en 1959, recibió ese nombre en su honor.

Cuando los diseñadores de la V2 alemanes fueron capturados y sometidos a interrogatorios por parte de los técnicos americanos contestaron con asombro: «pero, ¿por qué no preguntaron a su compatriota, el profesor Goddard? El conoce mejor este sistema que muchos de nosotros».

Actualización: leed el penúltimo comentario, el de Javier Casado. Hace unas puntualizaciones muy interesantes.

Fuentes:
«Momentos estelares de la ciencia», Isaac Asimov
» Esto es imposible!», VV/AA
«Historia del Telescopio», Isaac Asimov
http://automata.cps.unizar.es/Biografias/Goddard.htm
http://es.wikipedia.org/wiki/Robert_Hutchings_Goddard
http://redescolar.ilce.edu.mx/redescolar/act_permanentes/conciencia/fisica/astronomia/Marte/cerezo.htm
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/g/goddard.htm
http://es.wikipedia.org/wiki/Charles_Lindbergh
http://es.wikipedia.org/wiki/Cohete_V2



Hay 14 comentarios a 'Tres, dos, uno, … ¡lanzamiento!'

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  1. #1.- Enviado por: Lektor

    El día 12 de junio de 2006 a las 15:01

    «Un buen día Goddard estaba viendo por TV un desfile alemán…»

    ¿Antes de los años 50 había emisiones de TV en los E.E.U.U.?

  2. #2.- Enviado por: js

    El día 12 de junio de 2006 a las 16:32

    Esta historia demuestra que la gente es tan corta de miras que aún mostrándoles evidencias en las narices siguen sin verlas…

  3. #3.- Enviado por: Ulises

    El día 12 de junio de 2006 a las 16:36

    La BBC (Inglaterra) y la CBSY NBC (EEUU), fueron las primeras en realizar las primeras emisiones públicas de televisión, utilizando sistemas mecánicos y los programas no se emitían con un horario regular.Las primeras emisiones con un horario regular se produjeron en 1936 en Inglaterra y en 1939 en EEUU, siendo todas estas programaciones interrumpidas por la II Guerra Mundial.

  4. #4.- Enviado por: omalaled

    El día 12 de junio de 2006 a las 16:54

    En el segundo libro citado en «fuentes» pone literalmente «el noticiario del cine», así que es posible que el amigo Lektor tenga razón. Por otro lado, desconocía el dato de Ulises.

    Lo corregiré.

    Es un placer ver lo rápido que me cazáis en los gazapos 😉

    Salud!

  5. #5.- Enviado por: Lektor

    El día 12 de junio de 2006 a las 18:16

    Tiene razón Ulises en que el intento de emisiones diarias comenzaron en 1939, justo el año a que hace referencia que vio el noticiario. Pero es esa fecha no había una estación de televisión en Nuevo México:
    http://www.tvhistory.tv/1939 Television Stations.htm
    Y sólo unos cientos de receptores en todos los E.E.U.U.. Así que es improbable que lo viera en una TV.

  6. #6.- Enviado por: Consumidor irritado

    El día 15 de junio de 2006 a las 07:12

    No se como lo haces, pero las historias de la ciencia son cada día mas interesantes.

  7. #7.- Enviado por: omalaled

    El día 15 de junio de 2006 a las 10:21

    Muchas gracias, Consumidor.

    Salud!

  8. #8.- Enviado por: Laertes

    El día 18 de junio de 2006 a las 23:35

    Otro pequeño gazapo, supongo que querías decir «misiles intercontinetales».

    Por lo demás, interesantísimo, como siempre. ¿Por que existirán las pseudociencias y similares cuando la verdadera ciencia es mucho más interesante?

  9. #9.- Enviado por: omalaled

    El día 19 de junio de 2006 a las 16:59

    Pues es posible. En el libro decía «misiles continentales», pero debería haber dicho «misiles balísticos intercontinentales». En la wikipedia (en este enlace) hay más información.

    Gracias por la puntualización, Laertes.

    Salud!

  10. #10.- Enviado por: omalaled

    El día 19 de junio de 2006 a las 23:30

    Por cierto, Laertes, la pregunta que formulas es realmente buena y daría para un interesantísimo debate.

    Salud!

  11. #11.- Enviado por: Laertes

    El día 19 de junio de 2006 a las 23:46

    La verdad es que a mi también se me escapó, quería escribir balísticos y después me di cuenta de que me lo había comido. En fin, errare humanum est 😉

  12. #12.- Enviado por: omalaled

    El día 19 de junio de 2006 a las 23:52

    Como decía muchas veces un profesor que tuve, lo importante no es el nombre, sino el concepto.

    Y si supieras de mis meteduras de pata … darían para escribir varios blogs con historias 😉

    Salud!

  13. #13.- Enviado por: JCasado

    El día 12 de febrero de 2007 a las 14:51

    Algunas matizaciones:

    La última frase, atribuida a alguno de los técnicos alemanes capturados por los norteamericanos, es una leyenda urbana.

    Donde dices «Werner von Braun confió en los planos de Goddard cuando desarrolló los cohetes V2», es absolutamente falso. Primero, porque Ritter volvió a Alemania en 1937, bastante antes de que comenzase el desarrollo del A-4 (V-2) en Alemania. Algunos de los detalles de la V-2 que habitualmente se han citado como muestra de dicha «copia» de Goddard, fueron desarrollados por el norteamericano después de esta fecha. Lo que Ritter suministró a los alemanes no fue relevante para el desarrollo de su propio programa de cohetes, ya bastante avanzado por esas fechas.

    Es cierto que el gobierno de los EEUU tuvo que pagar a la Fundación Guggenheim (depositaria de los derechos de las patentes de Goddard) una fuerte suma por los desarrollos realizados por el equipo de técnicos de Von Braun una vez en los EEUU, por infringir dichas patentes. Pero esto no quiere decir que fueran una copia. Simplemente, Goddard había patentado prácticamente todo, siendo muchos de los avances recogidos en estas patentes una evolución lógica del desarrollo del motor cohete líquido, a la que cualquier ingeniero hubiera llegado tarde o temprano. Por ejemplo, el uso de turbobombas para alimentarlos. Ni siquiera los más críticos con los ingenieros alemanes que desarrollaron la V2 aceptan la teoría de la copia de Goddard, esto ha quedado similar.

    Bien es cierto que Von Braun profesó siempre una gran admiración por Goddard, en especial después de que, ya en los 50, examinase en detalle sus trabajos (protegidos como «top secret») a instancias del gobierno norteamericano. Quedó gratamente sorprendido por el nivel al que llegó este ingeniero trabajando prácticamente en solitario, y desde entonces se convirtió en uno de los mayores defensores de su memoria. Pero esto no tiene nada que ver con hipotéticas copias…

    Algo que nunca se comenta, pero que es otro detalle a tener en cuenta: los diseños rusos también incluían muchas de las técnicas patentadas por Goddard, sin que nunca hubiera habido contacto. Lo dicho: eran evoluciones lógicas en una tecnología en desarrollo.

    Saludos

  14. #14.- Enviado por: omalaled

    El día 12 de febrero de 2007 a las 16:16

    Gracias por tus aportaciones, Javier. Lo de los diseños rusos lo traté en un artículo posterior llamado Lúnáticos.

    No obstante, me sorprendes con lo de la última frase. Yo lo he leído en uno de los libros de Asimov citado en fuentes y en «¡Esto es imposible!». Imagino que este último debe haber tenido como fuente a Asimov.

    Es una de aquellas cosas con las que uno se enfrenta: ¿de quién puedes fiarte?

    Agradezco muchísimo esta aportación.

    Salud!

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