George Hevesy
Estoy muy agradecido a los comentarios, casi siempre positivos, que he recibido por parte de los que han visto la charla que di en Bilbao. No obstante, pensaba que la historia que explicaba de Hevesy iba a ser la más curiosa y, sin embargo, nadie la cita. Todos se acuerdan, sobre todo, de Fermi o de Marie Curie. Como eso es algo que no puede quedar así me voy a desquitar hablando de este hombre en nuestra historia de hoy.
Nacido en 1885 en Budapest, Hungría, estudió química en la Universidad de Budapest durante un año y posteriormente en la Universidad Técnica de Berlín obteniendo su doctorado en la Universidad de Friburgo.
Después marchó a Inglaterra con la intención de estudiar la radiactividad. Su director de laboratorio, Ernest Rutherford, le encargó la tarea de separar los átomos radiactivos de aquellos que no lo eran en un bloque de plomo. Era una tarea muy difícil. Más que difícil, imposible. En realidad, Rutherford pensaba que los elementos radiactivos no eran plomo, sino radio-D, como él los llamaba. Como realmente eran el mismo elemento, no eran separables por métodos químicos. Desconocedor de este detalle, Hevesy malgastó dos años intentando hacerlo, hasta que se rindió.
tras el fracaso de separar el plomo del radio-D (que ya hemos dicho era plomo radiactivo), Hevesy llevaba tiempo dando vueltas a la idea de inyectar minúsculas cantidades de aquel plomo disuelto en un organismo vivo para seguirle la pista, puesto que aquel radio-D emitiría señales a lo largo de su camino con una resolución sin precedentes. Vamos, los principios de lo que hoy conocemos lo que hoy conocemos TAC con contraste. No sólo tuvo esas ideas sino que fue un auténtico pionero en el estudio de trazadores isotópicos. Y como también era importante probar que aquello era posible se puso manos a la obra en una curiosa anécdota que explico a continuación.
Se encontraba lejos de casa y echaba mucho de menos la comida húngara en Inglaterra. Observó ciertas pautas en los menús y empezó a sospechar que la carne fresca que servía diariamente su casera era cualquier cosa menos fresca. Se lo dijo a la casera, pero ella lo negó en redondo. Una noche pidió mucha más carne de la habitual durante la cena y, cuando la casera se giró, roció sobre ella un poco de aquel plomo radiactivo. La casera recogió aquella sus sobras como era habitual y al día siguiente se trajo el flamante detector de su compañero Hans Geiger. Al acercarlo a un plato recién pedido aquel aparato comenzó a emitir un furioso clic-clic-clic-clic. Hevesy se encaró con la casera esta vez armado con las pruebas. Sin duda, exageró y adornó su explicación. Tanto, que la casera quedó tan encantada que la hubieran pillado de una forma tan ingeniosa, que ni siquiera se enfadó. No sabemos si posteriormente cambió de menú.
En 1920, dejó Inglaterra para marchar a Copenhague y estudiar con Niels Bohr. Era la época en que se empezaba a intentar aplicar la mecánica cuántica a la física atómica. A los químicos, sin embargo, aquello no les gustaba. Dice la leyenda que Bohr, solo en su despacho, construyó una demostración de que el elemento 72, todavía sin descubrir, no era una tierra rara parecida al lutecio (el elemento 71) fundamentándose en la mecánica cuántica.
Bohr encargó a Hevesy y a Dirk Coster que examinaran a fondo muestras de circonio, el elemento situado encima del 72 en la tabla periódica y que era, por tanto, su análogo químico más probable. Quizás haya sido el elemento menos trabajado en toda la historia de la tabla periódica, pues lo encontraron a la primera. Lo llamaron hafnio por Hafnia, el nombre latino de Copenhague. Hevesy y Coster hicieron su descubrimiento justo antes de que a Bohr le dieran el Nobel. Le informron por telegrama justo cuando ya estaba en Estocolmo. De este modo, el gran hombre anunció el descubrimiento en su discurso.
Hay que hacer justicia, sin embargo, y decir que realmente había habido publicaciones anteriores, de 1895, de químicos que vinculaban el elemento 72 fuera de las tierras raras, así que no sería extraño que Bohr aprovechara aquellos conocimientos.
Hevesy dejó Copenhague y fue a Alemania donde continuó sus experimentos sobre trazadores químicos. Durante su tiempo libre se dedicaba a calcular cuánto tarda el tiempo humano en reciclar una molécula de agua. ¿Cómo podía saberse una cosa así? Pues bien, el propio Hevesy se presentó voluntario para beber agua pesada (agua cuyos núcleos de hidrógeno tienen un neutrón y un protón, no solamente el protón del agua «normal»). Medicían el peso de su orina cada día. El resultado fue de unos 9 días.
Pero ya sabemos los problemas de las personas de ascendencia judía en la Alemania de aquella época. Tuvo que volver a Copenhague, donde permaneció hasta agosto de 1940. Tampoco estuvo allí a salvo, dado que también llegaron allá los nazis. Durante los años 30, dos físicos alemanes, uno judío y el otro defensor de los judíos, James Frank y Max von Laue, habían enviado sus medallas de Premio Nobel a Bohr para que se las guardara convencidos de que Hitler se iba a quedar en Alemania. Hitler, además, había declarado crimen la exportación de oro y el descubrimiento de esas medallas en Copenhague podía suponer fusilamientos. Hevesy propuso enterrarlas, pero Bohr le dijo que era demasiado obvio. Así que mientras las fuerzas invasoras marchaban por las calles que Copenhague, Hevesy disolvió las medallas en agua regia (una mezcla capaz de disolver metales).
Cuando lo nazis entraron en el laboratorio buscaron pruebas del delito, pero pasaron de largo del matraz que contenía aquella agua regia anaranjada. Cuando años después regresó a su maltrecho laboratorio, todavía estaba allí aquel matraz con agua regia anaranjada intacto en un estante. Hizo precipitar el oro y la Academia Sueca refundió las medallas a Frank y Laue. La única queja de Hevesy fue que perdió un día de trabajo en el laboratorio huyendo de Copenhague.
Aparte estudió, entre otras cosas, el efecto de los rayos X en la formación de ácido nucleico en tumores y en órganos sanos y el transporte de hierro en organismos saludables y cancerosos, así como la fisiología animal y de las plantas usando átomos marcados. También demostró la posibilidad de formar artificialmente nuevos isótopos radiactivos e introdujo un método de análisis de activación basado en el bombardeo neutrónico sobre el elemento investigado.
Entre otros muchos premios, recibió en 1943 el Nobel de Química por sus trabajos sobre los isótopos como trazadores en el estudio de las propiedades químicas de las sustancias, y en 1958 fue galardonado con el de Átomos para la Paz.
Pues bien, de este hombre quise hablar en mi charla y parece haber sido olvidado. Espero que con este artículo sepáis un poquito más de él.
Fuentes:
Sam Kean, La cuchara menguante.
Walter Gratzer, Eurekas y euforias.
http://es.wikipedia.org/wiki/George_Hevesy
El día 22 de octubre de 2012 a las 21:39
Otro más de los húngaros (este no sé si era de los extraterrestres)!!
La anécdota que más disfruto de de Hevesy es la del oro, ocultar algo que está a la vista es digno de un mago (o químico).
Omalaled, la parte buena de que no se acordara practicamente nadie de él es que tenemos este magnífico artículo.
El día 23 de octubre de 2012 a las 18:33
Pues yo sí que lo noté, en realidad visioné el video varias veces.
Tengo que decir que por mi trabajo tengo que dirigirme a grupos de personas pero ni de lejos con ese aplomo, de mayor quiero ser como tú…
El día 23 de octubre de 2012 a las 20:19
Joan: sé que conocías la anécdota de las medallas, pues recuerdo haberla leído tu blog hace tiempo 🙂 Y muchas gracias por tus elogios sobre el artículo.
tanausu: pues muchas gracias. Reconozco que tuve muchos nervios a la hora de salir, pero cuando hablas de un tema que te apasiona, de golpe se te pasan. Y recuerdo estar casi totalmente tranquilo cuando hablaba de Marie Curie. ¡Es tan fácil hablar de ella! 🙂
Salud!
El día 12 de noviembre de 2012 a las 16:47
Gracias por este artículo interesante! Una corrección: es la Univesidad de Budapest donde estudiaba no en la «Univesidad de Bucarest» (que es la cápital de Rumania).
El día 14 de noviembre de 2012 a las 19:48
Lia: correcto 🙂 Lo corrijo. Gracias
alud!
El día 21 de diciembre de 2012 a las 18:13
Buen artículo, muy ingenioso George Hevesy.
Una pregunta con respecto a a anécdota de la carne. Como sabía que la misma carne «marcada» se la iban a servir a él y no a otra persona, esto no habría podido ser peligroso? Ya que según recuerdo el plomo es muy dañino para el organismo
El día 21 de diciembre de 2012 a las 19:00
Samuel: al retirar la carne, no es le sirviera a él la misma carne el día siguiente, sino que la iba a mezclar con los restos que dejaran otras personas. El plomo quedaría muy diluido y repartido por toda la carne reutilizada.
Aun así, eso no lo pone en el el libro. Lo supongo, simplemente 🙂
Salud!
Por otr
El día 21 de diciembre de 2012 a las 21:25
Si, seguro es como dices Omalaled.
El día 17 de enero de 2013 a las 15:41
Excelente, didactico, divertido. Felicitaciones por este articulo y por el blog en general, que acabo de «descubrir». Solo una cosa, el uso de plomo radioactivo como marcador es el antecedente de los actuales estudios de medicina nuclear con camaras gamma y otros, no de la TAC con contraste. El principio fisico es diferente. En la TAC el contraste absorbe la radiacion, en la MN (gammagrafia) el contraste emite la radiacion. No es una critica, sino otro tanto a favor de Hevesy.
El día 19 de enero de 2013 a las 09:42
Rafael: de acuerdo con lo del pomo como absorbente de radiación; pero hay contrastes (si no recuerdo mal) que se utilizan para hacer PET. Creo que, entonces, la palabra «contraste» se utliza en ambos sentidos. Pero bien apuntado 🙂
Salud!
El día 6 de julio de 2014 a las 22:39
Estimado,
Muy buen post, pero quisiera hacer una aclaración: la tomografía, conocida como TAC NO utiliza contraste radiactivo. Utiliza contrastes a base de Yodo o Bario para los estudios contrastados y obtener imágenes anatómicas del cuerpo.
Los radioisótopos se utilizan en técnicas de medicina nuclear, ya sea convencional o PET-CT para obtener imágenes fisiológicas, morfológicas y en algunos casos, también anatómicas del cuerpo.
Son tecnologías completamente distintas y utilizan principios físicos completamente diferentes.
El día 7 de julio de 2014 a las 16:14
Ella: muchas gracias. Quizás ha sido un error mío por interpretar lo que me dicen. Yo pensaba igual que tú, pero he hablado con varias personas de mi entorno (no relacionado con la ciencia) que cuando les hacían un PET lo llamaban «TAC con contraste». Es más: desconocían por completo el PET.
Entonces, asumí que así es como piensa la mayoría de la gente. Le hará un cambio a la expresión para que sea más rigurosa.
Muchas gracias por el apute.
Salud!
El día 15 de noviembre de 2015 a las 23:00
[…] http://www.historiasdelaciencia.com/?p=1331 […]