Lavoisier

Publicado el 19 de enero de 2005 en Historias de la ciencia por omalaled
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Cuando un material se oxida, aumenta de peso. ¿De dónde sale la materia?
 
Esto que a otros químicos de los siglos XVII y XVIII no importaba, sí era fundamental para Antonine-Laurent Lavoisier (1743-1794). Tuvo buenas razones para sospechar que era debido a los gases, y empezó a hacer experimentos con recipientes sellados. Ahora, al pesar antes y después todo, incluido los gases, los datos cuadraban.
 
Lavoisier estaba enfrascado en el problema de la combustión, es decir, el proceso de arder u oxidarse una sustancia en el aire. No fue el primero en enfrascarse en el problema de la combustión, pero tenía la ventaja de creer que las mediciones precisas eran indispensables para realizar un experimento. Eso ya lo hacía Galileo, pero fue Lavoisier el primero en aplicarlo a la química.
 
Otro de los problemas a los que se enfrentaron los químicos en los era que los nombres que se habían dado a una variedad de suistancias químicas carecían de sentido.
 
Lavoisier hizo que todo cambiara en 1787. Fue un personaje asombroso. Competente geólogo, también fue pionero de la agricultura científica, finanziero capaz y reformador social que hizo lo suyo por promover la revolución francesa. Estableció un sistema de pesos y medidas que condujo al sistema métrico decimal.
 
Uno de sus mentores le dijo: «El arte de razonar no es más que un lenguaje bien dispuesto». Puso en marcha esta idea y puso los distintos prefijos y sufijos de los diferentes elementos químicos (como «ox», «sulf», «oso» y «uro»). Estos prefijos y sufijos sirvieron para catalogar los nombres de los incontables compuestos. Al etíope marcial se le llamó óxido de hierro; al oropiente, sulfuro arsénico. El francés acabaría por asumir la tarea de reordenar la química. No fue sencillo, pues para ello tuvo que revisar la teoría quínica. Los químicos de la época creían que si se calentaba agua, se transmutaba en aire. Lavoisier cayó en la cuenta de que todo elemento puede existir en tres estados: «sólido», «líquido» y «gaseoso». Sin los fundamentos establecidos por su obra no habrían podido descubrir los científicos del siglo siguiente la primera prueba directa de la existencia de los átomos.
 
A Lavoissier le fascinaba el agua. Hizo un famoso experimento en la que tuvo agua en ebullición durante 101 días; y al final, al pesar los residuos y el agua destilada generada, pesaba exactamente lo mismo que al principio.
 
Estos experimentos y mediciones ejercieron gran influencia en el desarrollo de la química y de aquí surgió el principio de conservación de la materia. Por el reconocimiento a todas estas contribuciones, Lavoisier ostenta el título de «padre de la química moderna».
 
Le dio muchas vueltas al atomismo pero se limitó a decir que en la química actúan partículas indivisibles simples de las que no sabíamos mucho. Nunca tuvo tiempo de retirarse a escribir sus memorias donde podría haber reflexionado más sobre los átomos, pero cayó en desgracia durante el reino del terror y fue enviado a la guillotina en 1794.
 
El día siguiente de la ejecución, Joseph Louis Lagrange resumió la tragedia: «Hizo falta un sólo instante para cortar esa cabeza y harán falta cien años para que salga otra igual».
 

Fuentes:
«La partícula divina» de Leon Lederman
«Grandes ideas de la ciencia» de Isaac Asimov
 



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