Los trenes hoy día son una cosa habitual. La representación más moderna y avanzada tecnológicamente con servicio al público la tiene (a fecha de 2005) una línea de llevitación magnética que une Shanghai con su aeropuerto tardando 7 minutos 20 segundos en recorrer los 30 kilómetros a una velocidad máxima de 431 km/h y una media de 250 km/h. Otros recorridos están en estudio, principalmente en China y Japón. El inconveniente, por supuesto, es el coste de dichas líneas. Pero para llegar a un cierto grado de sofisticación necesitaron de unos principios que fueron, como casi siempre y como en casi todo, tortuosos y no exentos de sorpresas y curiosidades.